lunes, 31 de octubre de 2011

Leonard Cohen / Premio Príncipe de Asturias a las Letras 2011


Una voz en la tierra

No fueron pocos quienes celebraron el Premio Príncipe de Asturias a las Letras 2011 a Leonard Cohen. Cuando la semana pasada el poeta y cantautor canadiense subió a recibirlo en el Teatro Campoamor de Oviedo después de que el director de orquesta Riccardo Muti recibiera el suyo a las Artes, lo que sucedió fue extraordinario: Cohen agradeció con este modesto y conmovedor relato sobre cómo España, con sus poetas y sus guitarras, le dio todo lo que hoy premian en su trabajo. Con el encanto, la parsimonia y la seducción de sus grandes canciones y poemas, dejó a los 1500 invitados mudos y a la Reina cautivada.

Por Leonard Cohen

Es un honor estar aquí esta noche, aunque quizá, como el gran maestro Riccardo Muti, no estoy acostumbrado a estar ante un público sin una orquesta detrás. Haré lo que pueda como solista. Anoche no pude dormir, pasé la noche en vela pensando en qué iba a decir acá hoy. Después de comerme todos los chocolates y los maníes del minibar garabateé unas pocas palabras pero dudo que haga falta referirse a ellas. Obviamente, estoy muy emocionado por el reconocimiento de la fundación. Pero he venido esta noche a expresar otro tipo de gratitud que espero poder contar en tres o cuatro minutos.

Cuando estaba armando la valija en Los Angeles me sentía inquieto porque siempre he tenido cierta ambigüedad acerca de los premios a la poesía. La poesía viene de un lugar que nadie controla, que nadie conquista. Quiero decir, si supiera de dónde vienen las canciones, iría allí más seguido. Es difícil aceptar un premio por una actividad que en realidad no controlo. Haciendo el equipaje para venir, tomé mi guitarra Conde, hecha en España, en el taller del Nº 7 de la calle Gravina hace 40 años más o menos. La saqué de la caja, parecía llena de helio, muy liviana. Me la acerqué a la cara y la olí. Está muy bien diseñada y tiene la fragancia de la madera viva. Sabemos que la madera nunca muere y por eso olía el cedro, tan fresco, como si fuera el primer día, cuando compré la guitarra hace 40 años. Y una voz parecía decirme: “Eres un hombre viejo y no has dado las gracias, no has devuelto tu gratitud al pueblo, a la tierra de donde surgió esta fragancia”. Y he venido esta noche a agradecer al suelo y al alma de esta tierra que me ha dado tanto.

Porque igual que un hombre no es un DNI, una calificación de deuda tampoco es un país. Ustedes saben de mi fuerte asociación con Federico García Lorca. Puedo decir que cuando era un hombre joven, un adolescente, estaba hambriento por encontrar una voz. Y estudié a los poetas ingleses y conocí bien su trabajo y copié sus estilos, pero no pude encontrar una voz. Fue sólo cuando leí, incluso en una traducción, los trabajos de Lorca, que entendí que había una voz. No quiero decir que copié su voz; no me hubiera atrevido. Pero él me dio permiso para encontrar una voz, localizar una voz, encontrar un yo, un yo que no es fijo, que lucha por su propia existencia.

Al hacerme mayor supe que las instrucciones venían con esa voz. ¿Y qué instrucciones eran ésas? Nunca lamentarse. Y si uno debe expresar la gran e inevitable derrota que nos espera a todos, debe hacerlo dentro de los estrictos confines de la dignidad y la belleza. Así que ya tenía una voz, pero no tenía el instrumento para expresarla. No tenía una canción. Y ahora voy a contarles brevemente la historia de cómo conseguí mi canción.

Yo era un guitarrista indiferente. Sólo sabía unos cuantos acordes. Me sentaba con mis amigos, bebía y cantaba las canciones folk y las canciones populares de aquellos días, pero nunca me vi como un músico o un cantante. Un día, a principios de los años ’60, estaba de visita en casa de mi madre en Montreal. Su casa estaba cerca de un parque con una cancha de tenis donde la gente iba a ver a los hermosos tenistas disfrutar de su deporte. Fui a pasear a ese parque que conocía desde chico y encontré a un joven tocando la guitarra. Estaba tocando flamenco y lo rodeaban dos o tres chicas y chicos escuchándolo. Me enamoré de su manera de tocar. Algo de lo que hacía me capturó. Yo quería tocar así, aunque sabía que nunca lo lograría.

Me senté con los otros oyentes un rato y cuando hubo un silencio, un silencio apropiado, le pregunté si quería darme clases de guitarra. El joven era español y sólo podíamos comunicarnos en mi francés rústico y su francés rústico. El no hablaba inglés. Aceptó darme clases. Le señalé la casa de mi madre, que podía verse desde la cancha de tenis, hicimos una cita y acordamos un precio.

Vino a la casa de mi madre al día siguiente y me dijo: “Dejame escucharte tocar algo”. Lo intenté y me dijo: “No sabés tocar, ¿no es cierto?”. Le dije: “No, no sé tocar”. Me dijo: “Primero dejá que afine la guitarra, está muy desafinada”. Así que tomó la guitarra, y la afinó. “No es una mala guitarra”, dijo. No era la Conde, pero tenía razón, no era mala. Me la devolvió y me pidió que tocara.

No pude tocar mejor.

Me dijo: “Dejame enseñarte algunos acordes”. Y tomó la guitarra y produjo un sonido que yo nunca había oído antes. Tocó una secuencia de acordes con un tremolo y me dijo: “Ahora te toca a vos”. Le contesté: “Está fuera de cuestión, es imposible que lo haga”. Dijo: “Te voy a enseñar cómo ubicar los dedos”, y lo hizo. “Ahora tocá.”

Fue un desastre. Me dijo que volvería al día siguiente.

Volvió, me mostró dónde poner las manos, ubicó la guitarra en mi regazo de la forma más apropiada y empecé otra vez con esos seis acordes –una progresión de seis acordes–. Muchas, muchas piezas de flamenco están basadas en esa progresión.

Ese día fue un poco mejor. El tercer día también mejoró, de alguna manera. A esta altura sabía los acordes. Y sabía que, aunque no podía coordinar mis dedos con mi pulgar para producir el tremolo correcto, conocía los acordes. Y los conocía muy, muy bien.

Al día siguiente no vino. Tenía su número de teléfono, el de la pensión donde se alojaba en Montreal. Lo llamé para averiguar por qué había faltado a la cita y me dijeron que se había quitado la vida. Que se había suicidado.

No sabía nada sobre él. No sabía de qué parte de España venía. No sabía por qué estaba en Montreal. No sabía por qué tocaba allí. No sabía por qué había aparecido en esa cancha de tenis. No sabía por qué se había quitado la vida.

Me entristecí profundamente, por supuesto. Pero ahora diré algo que nunca antes mencioné en público. Fueron esos seis acordes los que se convirtieron en la base de todas mis canciones y de toda mi música. Ahora podrán empezar a entender las dimensiones de la gratitud que siento por este país.

Todo lo que han encontrado favorable en mi trabajo viene de este lugar. Todo, todo lo que han encontrado bueno en mis canciones y en mi poesía ha sido inspirado por esta tierra.

Así que les agradezco por la calidez y la hospitalidad que le han mostrado a mi trabajo. Porque, en verdad, les pertenece. Sólo me han permitido poner mi firma al final de la última página.

http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-7427-2011-10-30.html



Leonard Cohen Premio Príncipe de Asturias a las Letras 2011




Leonard Cohen at 2011 Prince of Asturias Awards. Oviedo, Spain October 21, 2011.

domingo, 30 de octubre de 2011

Martin Scorsese / George Harrison: Living In The Material World



Un mitómano llamado Scorsese

Tras rodar con Dylan y los Rolling Stones, el cineasta filma un minucioso documental sobre la vida de George Harrison

JESÚS MIGUEL MARCOS 29/10/2011

De George Harrison se sabía casi todo, pero para Martin Scorsese no era suficiente. Por eso se enfangó en un kilométrico documental sobre la vida musical y personal del tercer Beatle, por orden de importancia, en el que cuenta todo lo que ya se conocía, pero con un privilegiado acceso a fuentes y documentos.

Ahí radica el interés de Living In The Material World, que se presentó ayer en el festival In-Edit de Barcelona. Scorsese es un excepcional conseguidor, suficientemente influyente como para poner delante de la cámara a leyendas como Paul McCartney, Ravi Shankar o Yoko Ono, a la vez que se las apaña para que el círculo más íntimo de Harrison le proporcione vídeos caseros inéditos y cartas familiares.

Los 208 minutos de duración avisan del carácter espeleológico de un documental de manual: narración cronológica con imágenes de archivo y declaraciones de los protagonistas, entre los que se encuentra el propio Harrison, del que se recuperan varias entrevistas. No es un documental de autor, sino una cinta de realización más convencional en la que Scorsese aborda al mito desde tantos ángulos que por momentos parece dirigido a fans acérrimos.

En la última década, el director de Taxi Driver ha intensificado su relación con la música, iniciada en 1978 con The Last Waltz, la grabación del último concierto de The Band. Y lo ha hecho apuntando alto: un documental sobre Bob Dylan, No direction home, y la grabación de un directo de los Rolling Stones, Shine a Light.

Living In The Material World mantiene el espíritu y la intención de la película de Dylan: encerrar la vida de una leyenda en un documental. Junto a los recuerdos de la infancia y adolescencia de Harrison (Paul McCartney rememorando su "melena de turbante" y cómo "no le asustaba nada"), sus problemas con las mujeres (lo que pone en duda la etiqueta de "beatle tranquilo") y la estancia de los cinco Beatles en Hamburgo (cuando todavía militaba en el grupo Stuart Sutcliffe), los fragmentos más interesantes son los referentes a la etapa mística de la banda, en la que el guitarrista jugó un papel protagonista.

La fama y el dinero

Como bien apunta Ringo Starr, "la fama al principio está muy bien, pero luego lo que quieres es que se acabe". Los Beatles consiguieron en cinco minutos lo que el común de los mortales persigue durante la vida entera, pero como dice Harrison, "el dinero no era la respuesta y buscamos lo que solo la religión te puede dar".

Las experiencias con el LSD dieron paso a los viajes a la India y su vinculación al gurú Maharishi, fundador de la meditación trascendental. Un día los Beatles tocaban ante un ejército de quinceañeras y a la mañana siguiente Lennon y Harrison aparecían en la televisión en un debate sobre religión junto a varios filósofos.

Empapado de la cultura india, Harrison le dio un giro psicodélico al sonido de los Beatles con sitares y la composición de hipnóticos mantras como The inner light o Love you to. El guitarrista "buscaba la verdad y la paz mental", como se dice en el documental, y en el camino elevó un poco más la genialidad de los Beatles.



George Harrison: Living In The Material World (Scorsese`s Film Trailer)

sábado, 29 de octubre de 2011

Ted Joans / "The Only Afro- American Surrealist"


Ted Joans : Poeta 'beat'

DENNIS MCLELLAN, LAT - 15/05/2003 (Fragmento)

Ted Joans, fue poeta de la generación beat exiliado de Estados Unidos, cuya obra reflejó una fuerte conciencia ante la cultura negra, un sentido del humor surrealista y los ritmos del jazz de vanguardia, poeta del jazz, según se describía a sí mismo, alcanzó la mayoría de edad literaria en Greenwich Village en los años cincuenta, en pleno apogeo de los escritores beat Jack Kerouac y Allen Ginsberg. Los escritos irreverentes de Joans se caracterizaban por la "exaltación de la sexualidad, el jazz, la cultura africana y la revolución social", según el Dictionary of Literary Biography: Afro-American Poets Since 1955.

"Creo que se le puede encuadrar en diferentes géneros", dijo Gerald Nicosia, autor del libro biográfico sobre Kerouac Memory Babe, y que editó la recopilación de poemas de Joans, Teducation. "Era claramente un destacado miembro de la generación beat y del grupo surrealista. Los surrealistas franceses siempre le consideraron como una auténtica figura sin par", añadió.

En efecto, André Breton, poeta francés conocido como el líder del movimiento moderno de la literatura que intenta retratar el inconsciente, en una ocasión aclamó a Joans como el "auténtico surrealista afroamericano".

A Joans también se le considera como un importante escritor que describe las vicisitudes de los negros, según Nicosia. "Muchos de sus poemas tratan del racismo, de los problemas que tiene ser negro en una sociedad blanca", dijo. "Ted, conscientemente hizo un gran esfuerzo por establecer una conexión entre la experiencia africana propiamente dicha y la experiencia afroamericana". Según Nicosia, el poeta Langston Hughes, el mentor de Joans en Greenwich Village, "le animó mucho, no sólo en su vida personal, sino que la poesía de Hughes le animó a escribir sobre la dignidad de ser negro y también de ser capaz de explotar la riqueza de la herencia de la cultura negra de la cual era parte".

El nombre auténtico de Joans era Theodore Jones y nació el 4 de julio de 1928 en Cairo, Illinois. Según algunos informes biográficos, su padre, que trabajaba como músico en barcos fluviales, le regaló una trompeta cuando tenía 12 años y le desembarcó del barco en Memphis para que siguiera por su cuenta con su vida. Daline Jones-Weber comentó, divertida, que no había oído nunca esa historia antes de que su padre falleciera, y que, de ser cierta, se preguntaba cuánto tiempo habría vivido por su cuenta, ya que terminó el instituto y se matriculó en la universidad.

Joans -se cambió el apellido en los años cincuenta- consiguió el título de licenciado en Bellas Artes en la Universidad de Indiana en 1951, y a continuación se trasladó a Greenwich Village. Por aquella época, Fred McDarrah, fotógrafo del Village Voice, organizó, una especie de servicio de alquiler de poetas beat, Rent a Beatnik, y de pronto se vio inundado de solicitudes de sus servicios. Así, McDarrah recurrió a su amigo Joans, que de esa forma comenzó a ganar dinero para pagarse el alquiler leyendo sus poemas.

Cuando en 1955 murió su amigo la leyenda del jazz Charlie Bird Parker, Joans se atribuyó el mérito de llenar toda la ciudad de pintadas que decían “Parker Vive” ("Bird Lives"). Aunque principalmente se le conoce por su poesía, el retrato abstracto que hizo de Parker, Bird Lives se expone en el Young Memorial Museum de San Francisco.

Joans explicó su decisión de abandonar EE UU en su libro de 1961 All of Ted Joans and No More de la siguiente manera: "Odio el tiempo frío y no me van a dejar vivir democráticamente en las zonas cálidas de Estados Unidos, así que me largo y dejo que Estados Unidos se muera".

Joans publicó alrededor de 30 libros en pequeñas editoriales. Entre sus obras figuran Jazz Poems (1959), The Hipsters (1961), Afrodisia: New Poems (1970), A Black Manifesto in Jazz Poetry and Prose (1971), Black Pow-Wow: Jazz Poems (1969) y Our Thang (2001), una colección de sus poemas y pinturas recopilada por su compañera, Laura Corsiglia.

Pero la mayoría de sus obras publicadas eran libros de copla, pequeños, de 20 a 30 páginas, y producidos con poco dinero. Joans nunca tuvo interés en presentar sus poemas a revistas o editoriales importantes. "Como poeta, no puedo beneficiarme del sistema porque no me interesa ser parte del sistema", declaró al Seattle Times en 1990.

En 1998, la biblioteca Bancroft, de la Universidad de California en Berkeley, adquirió el primer lote de papeles de Joans: 24 cajas de manuscritos, correspondencia, notas y recortes. Los ingresos derivados de ello le vinieron muy bien a Joans, que vivía principalmente de sus escritos.


Según su hija, describir su nivel de vida como simplemente modesto es quedarse muy corto. "Llevaba una vida bohemia", ha comentado Daline Jones-Weber. "Nunca se vio necesitado; siempre tuvo un sitio donde vivir, aunque algunos de los que él llamaba sus nidos eran realmente eso, nidos: lugares diminutos -unos 60 metros cuadrados-, pero llenos a rebosar de libros, viejos álbumes de jazz, cuadros y algunos cachivaches que iba coleccionando en sus viajes.


"No poseía ni muebles ni cosas materiales aparte de su ropa. Pero era rico en otros sentidos. Podrá sonar sentimental, pero tuvo la bendición de tener muchos amigos y admiradores en todo el mundo".


http://www.elpais.com/articulo/agenda/Joans/_Ted/Ted/Joans/poeta/beat/elpepigen/20030515elpepiage_7/Tes




Ted Joans "Jazz is my Religion" Amsterdam - Netherlands - Louis van Gasteren´s Film "Jazz & Poetry" (1964)

viernes, 28 de octubre de 2011

Amílcar Brusa / Maestro y Leyenda del Box Argentino



Murió Amílcar Brusa, un grande que honró la palabra “maestro”

27 de Octubre - 20:23hs

El fallecimiento de Amílcar Brusa no es sólo el punto final para la vida del hacedor de Carlos Monzón y del entrenador más exitoso del boxeo argentino de todos los tiempos, sino también el paso a la inmortalidad del último de los grandes maestros del pugilismo nacional.

Y es que Brusa fue mucho más que el entrenador de 14 campeones mundiales, el Ciudadano Ilustre de Santa Fe o el reconocido maestro distinguido por su ingreso al Salón de la Fama del Boxeo.

Fue, sencillamente, un hombre que honró su profesión durante más de 60 años, una persona cabal que encaminó a sus boxeadores dentro y fuera del ring, y que hizo un culto del trabajo, la disciplina, imprescindibles en una actividad tan rigurosa.

En una época de elogio fácil y adjetivos superlativos, Brusa agota las posibilidades y minimiza las calificaciones porque su grandeza fue su obra, sostenida en la admiración que generó en los mejores testigos de su tarea: los boxeadores que dirigió, hayan sido campeones mundiales o no.

Brusa fue maestro sin proponérselo e hizo del perfil bajo un modo de vida porque no se dedicó al boxeo para tener un buen pasar o para recibir halagos.

El boxeo fue el amor de su vida, junto con su familia, y lo abrazó con pasión hasta el último de sus días como entrenador, tal como lo hizo como pugilista aficionado, un pesado con aptitudes que se calzó los guantes impulsado por su padre y por su admiración a otro grandote glorioso como Luis Angel Firpo.

El grandísimo Carlos Monzón, para muchos el mejor campeón mediano de la historia, fue su gran realización, pero lo suyo no se limitó a un único gran pupilo o a las fronteras de su país.

Un conflicto con Juan Carlos Lectoure lo obligó a tomar otros rumbos y dejó su huella en Colombia, Venezuela y Estados Unidos, donde siguió sumando gemas a su collar de campeones mundiales.

En total fueron catorce, de distintas nacionalidades y de variadas categorías, porque tuvo campeones nacidos en República Dominicana, Colombia, Venezuela y El Salvador, y más allá de orígenes y culturas diferentes, a todos les impuso la conducta de la preparación a conciencia.

No de casualidad una de sus frases predilectas era "en la vida te puede traicionar cualquiera, pero el único que no te traiciona es el gimnasio".

Y tampoco fue producto del azar que sus campeones mundiales abarcaran tantas categorías: fueron monarcas en divisiones tan diferentes como minimosca, mosca, supermosca, gallo, supergallo, pluma, superpluma, superligero, welter, mediano o mediopesado.

La respuesta es muy simple: trabajaba a sus boxeadores para que el desarrollo de la pelea agigantara sus virtudes y minimizara sus defectos, como se pudo presenciar en cada una de las defensas de Carlos Monzón, cualquiera fuera el escenario.

Amílcar Brusa perteneció a una generación de entrenadores artesanales, como fue Paco Bermúdez con Nicolino Locche, pero también supo adecuarse a los tiempos y trabajar en equipo, como un faro que iluminaba la tarea, lo que se vio en su última conquista con Carlos Baldomir hace pocos años.

Su legado es su obra, su trayectoria ejemplar, su pasión por el boxeo, porque al margen de los títulos y el prestigio, nunca perdió de vista que "esta es una disciplina deportiva que ofrece un futuro a un chico humilde, pobre, sin estudios, que está fuera del sistema" y consagró su vida a ello.

http://www.telam.com.ar/nota/5594/



"El hombre de los guantes" Amilcar Brusa, retrato de una leyenda (Film Trailer)

jueves, 27 de octubre de 2011

Tom Waits / An American Marvel is Back



Un Tom Waits total

El cantante funde extremismo sonoro y sentimiento en 'Bad as me'

Lunes, 24 de octubre del 2011
JORDI BIANCIOTTO - BARCELONA


Tom Waits difícilmente volverá a ser el tabernero romántico que, en una de sus canciones de los 70, juraba que quien estaba borracho era el piano, y no él. Hace mucho que descubrió que jugar a la herrería sonora y cubrir sus canciones de polvo, grasa y cacofonías era divertidísimo, y no parece que esa evolución tenga marcha atrás. Pero su nuevo disco, Bad as me, que sale hoy a la venta, tiene algo de depuración y síntesis de todo lo asimilado a lo largo de casi cuatro décadas: está el Waits extremo y estridente, pero también el crooner sinuoso que se pone melancólico en un rincón del cabaret.

No es un retorno al Waits de 1976, ni al de 1985, si bien su variedad insinúa semblanzas con la era de Rain Dogs, aunque en versión de baja fidelidad, con producción nublada. El Waits de Bad as me, su primer disco con canciones nuevas desde el admirable Real gone (2004), que su autor permitió escuchar a través de su web, vía invitación, la semana pasada, es un roble milenario cuyo tallo acumula capas y capas de vivencias.

Ahí hay lamentos de cuneta, guerras mundiales de callejón insalubre, números circenses, dardos antimoralistas y horas de cine negro. Un Waits panorámico e integral, cocinado, una vez más, de la mano de su esposa, Kathleen Brennan, coautora de todas las canciones y coproductora del disco; un personaje troncal en su modus operandi que se mantiene misterioso, alejado de los focos. Imposible saber cuál es la proporción de sus aportaciones a la obra.

La canción que da título al disco, Bad as me, difundida a finales de agosto, reanima al Waits alarmista y pantanoso; una mezcla Screaming Jay Hawkins y Captain Beefheart que incordia a quienes se creen mejores que él; más puros o elevados. Es uno de los ángulos de una grabación rica en vértices hirientes: están la dura Raised right men (con citas a figuras pretéritas del hampa, como Gunplay Maxwell, pistolero bostoniano del siglo XIX) o esa Hell broke luce con guitarras chatarreras, trombón, disparos de metralleta, explosiones y una percusión que suena a saco de arena azotado por una vara. Hay rockabilly remoto y viscoso (Let's get lost) y puestas de sol fronterizas (Put me back in the crowd).

Y, a partir de la sexta canción, un rosario de baladas crepusculares y lamentos de medianoche: el vals de Pay me, con piano lacrimógeno en su fundido final; el jazz negro de Kiss me, un Last leaf melodramático en la estela del viejo Time, y el aire a opereta sentimental de New year's eve, que en su estribillo se apropia de las solemnes estrofas del popular Vals de las velas (o L'hora dels adéus).

Ojo, stonianos: Satisfied da la réplica a (I can't get no) Satisfaction («Digo que tendré satisfacción / Tendré satisfacción / antes de irme») y cita a Jagger y Richards. Este último aporta su guitarra en esta y en otras dos canciones, sumándose a una nómina de colaboradores repleta de los valiosos nombres habituales: Marc Ribot, David Hidalgo (Los Lobos), el armonicista de blues Charlie Musselwhite, Larry Taylor y Les Claypool (Primus), entre otros, más debutantes como Flea, bajista de Red Hot Chili Peppers.

Todos ellos construyen ese sonido minuciosamente destartalado que el californiano comenzó a esbozar a partir de Swordfishtrombones, en 1983. Bad as me, publicado por el sello indie orientado al punk Anti (aunque distribuido por Warner, su discográfica hasta 1980), centra y matiza el retrato de un Waits de 61 años que conjuga experimentación y emoción. Ahora, sus experimentos pueden conmover, y su sentimentalismo es también radical.





Hoist That Rag - Tom Waits - Real Gone (2004)







Chamán de canciones urgentes

A siete años de Real Gone, el cantante, guitarrista y tecladista publicó un disco que encanta desde el primer momento.

Por Eduardo Fabregat

Siete años puede ser mucho o poco tiempo, depende de cómo se mire y la circunstancia. Es, ciertamente, mucho tiempo para esperar un disco: octubre de 2004 fue la fecha de salida de Real Gone, y a medida que el tiempo pasaba, se empezaba a sospechar que quizá Thomas Alan Waits estuviera realmente fuera de la actividad discográfica. Hasta que llegó Bad as me. O sea, hasta ahora.

Ni siquiera es necesario tener especial afecto por el universo sonoro que propone el californiano de voz estragada: alcanza con que empiece a sonar esa andanada propulsada por caños en staccato y las guitarras de Marc Ribot y un tal Keith Richards, y Waits se lance al alucinado fraseo de “quizá las cosas sean mejores en Chicago”, para que haya un encantamiento inmediato. Las marcas de identidad están intactas. Con el correr de los temas habrá quien diga: “Es lo mismo que hace siempre”. Y sí. Es Tom Waits. ¿Es que alguien quiere algo distinto?

Waits, gran chamán de las canciones masticadas y desgarradas, tironeadas y susurradas, envueltas en humo y alcohol, lo hace de nuevo: un puñado de momentos tan breves (sólo dos canciones superan los cuatro minutos) como contundentes, tan desafiantes como seductoras. Con cosas como el aire enfermizo de “Raised Right Man” (con Flea tocando el bajo de modo radicalmente diferente a como lo hace en los Peppers) y la adrenalínica “Get Lost” –otra vez esos metales pistoneando–, y el demoledor viaje que propone “Hell Broke Luce”, otra vez con Richards y Ribot cruzando armas hasta que un arma de verdad, una ametralladora, viene como si nada a puntuar semejante ataque sónico.

¿Es entonces Bad as me un disco a escuchar lejos de oídos sensibles? En absoluto. Cuando es necesario, el veterano Tom hace brotar un clima neblinoso, sea en los falsetes de “Talking at the Same Time” o en esas clásicas canciones borrachas inseparables del guitarrista y tecladista, como la melancólica “Face to the Highway”, la arrastrada “Kiss me” (que parece salir de una AM a través de un parlante desconado), o el precioso cierre con acordeón que viene a poner “New Year’s Eve”. Más Tom Waits que nunca, si se quiere, pero es lo que se agradece: el tipo no necesita andar demoliendo su identidad. El disco apareció ayer en Estados Unidos a través de ANTI–, el sello de Waits, quien firmó un acuerdo de distribución con Warner; es de esperar que semejante perla tenga su edición local. Aunque tome un tiempito más, a quién le importa: después de siete años, la espera vale la pena.

http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/7-23305-2011-10-26.html


Chicago - Tom Waits - Bad As Me (2011)

miércoles, 26 de octubre de 2011

Shemp Howard / The Hollywood´s Ugliest Hero

El Secreto de Shemp

Por Roberto Echeto ®

A la gente le agrada más Curly que Shemp. A mí me gustan los dos. Los estilos de cada uno son distintos. El de Curly es más aniñado; el de Shemp más grotesco. Mientras uno tiende al absurdo, el otro trabaja desde el esperpento. Creo que para desarrollar uno y otro estilo hay que tener talento con T de Talento, y estos dos hermanos (porque fueron hermanos) lo tuvieron.

Recuerdo un par de secuencias extraordinarias. En la primera, Curly se disfrazaba de gorila. Él y sus compañeros obtuvieron un trabajo como actores de reparto en una película que transcurría en la selva. Como es normal en el mundo de Los Tres Chiflados, no faltaron las confusiones entre un primate «real» y otro primate que era Curly disfrazado. ¿Qué me llamó la atención en particular? Que el gordito se puso su traje completo de gorila y de inmediato encendió un enorme habano, convirtiéndose en una chimenea de hule y pelos que paseaba por el set, repartiendo palos y huyendo del otro gorila.

En la segunda secuencia, Shemp vive en un vagón de tren abandonado y, cada vez que bebe un trago, se le aparece una mujer pájaro llamada Carey. Por supuesto, el episodio está lleno de los equívocos y de la violencia tres chiflados, pero lo que lo hace trasponer el umbral del arte es el patetismo que le imprime Shemp a su personaje alcohólico. Cada vez que suenan las campanitas y las explosiones que vienen con los tragos de aguarrás, Shemp termina bailando con su alado delirio una versión de El lago de los cisnes cortada a silbidos.

Pregunto: ¿cuándo se ha visto algo así otra vez? Nunca.

Comparar los estilos de Curly y Shemp es ocioso. Son dos personas, dos actores distintos. Cada uno ilumina algo de nosotros con su actuación. Curly grita, hace muecas, murmura, salta, da y recibe golpes siendo siempre él mismo, como si sus circunstancias no modificaran la fachada del hombre que es (o fue). En cambio, la apariencia de Shemp se va desarmando en la medida en que avanza la rutina. Cada golpe es una arruga en su rostro y en su traje. Cada caída despeina las aletas de pelo que un pringoso ungüento de la época apenas mantenía en orden. Cada coz, cada bofetón, cada palazo creaban un nuevo Shemp frente a nuestros propios ojos.


Unos salimos mellados de la moledora de la vida y otros como si nada hubiera ocurrido. Eso es lo que resplandece luego de la inútil comparación de estos dos maestros.

A Curly y a Shemp la máquina los molió a velocidades distintas. En el caso del primero, la gracia de la actuación nos dejaba ver a un muchacho grande que formaba el primer eslabón de una interminable y extraordinaria cadena de torpezas. El segundo convertía en caos todo lo que tocaba, pero además le mostraba a la cámara la conciencia gozosa de su propia fealdad.

Exponerse de ese modo, hacerlo con dignidad y hacer reír al prójimo es como caminar desnudo sobre el cable más delgado del circo.

Por eso Shemp Howard es un clásico.

Un monstruo.

Un genio.

Y uno de mis héroes

http://robertoecheto.blogspot.com/



The Phenomenon Four Moe Larry Curly & Shemp


Los Tres Chiflados - The Three Stooges (W/Shemp) in "Fright Night" (1947) (Part I)


Los Tres Chiflados - The Three Stooges (W/Shemp) in "Fright Night" (1947) (Part II)

martes, 25 de octubre de 2011

Jerzy Grotowski / Apocalypsis Cum Figuris



Grotowski, un gran teórico

Innovador: con su teoría sobre el trabajo del actor, implantó un estilo que se enfrentó a las técnicas contemporáneas.

Sábado 16 de enero de 1999
Susana Freire

Probablemente, por sus teorías, Grotowski fue considerado un "hereje". ¡Y cómo no! Si se atrevió a cuestionar al teatro tradicional y a apoyar la búsqueda de nuevas libertades de expresión, que se proyectaban en la totalidad del hombre como creador.

El, de origen polaco e integrante de una pléyade de teóricos que incluía a Stanislavski, Meyerhold, Artaud y Brecht, denunciaba en el teatro la preeminencia de medios técnicos para alcanzar la excelencia interpretativa, cuando a la larga terminaban por convertirse en recursos del "ocultamiento". De ahí su prestigiosa obra teórica "Hacia un teatro pobre", donde postulaba que el actor, como un monje budista, debe iniciar un camino de ascetismo, en el que cada día descorrerá un velo sobre su ser entero. Así podrá dejar de ser un intérprete de otro, para comenzar a expresarse a sí mismo.

"Soy tal como soy, con mi vida -decía Grotowski-; esta búsqueda vale para mi grupo, no para otros; si el material es verdadero, si es vivo y nos pertenece, a través del montaje podrá funcionar como una metáfora potente. Si no es propio, ese espec- táculo no nos "revelará", en el sentido literal de la vida."

Porque la búsqueda de Grotowski escapaba del hecho estético, es decir, apuntaba hacia el desarrollo de un hombre nuevo. Por esta inquietud y por el enfrentamiento con las propuestas europeas, abandonó este continente y fue a buscar a la India las fuentes para una inspiración renovadora.

También América lo seducía por la posibilidad de una materia humana propicia para el desenvolvimiento de sus principios, que albergaban la simiente del teatro antropológico. Esta inquietud también movilizó a uno de sus discípulos, Eugenio Barba, creador del Odin Teatret, de Dinamarca.

Este llamado americano fue el que lo incentivó para conmover a la comunidad teatral argentina al participar en el IV Festival Nacional de Teatro, que se realizó en Córdoba, en 1971.

Pero su teoría y su famoso Teatro Laboratorio fue la conclusión de una búsqueda que se inició en Rzeslow, su ciudad natal.

http://www.lanacion.com.ar/124771-grotowski-un-gran-teorico




Momento de creación

Había nacido el 11 de agosto de 1933, en esa ciudad del sudeste de Polonia. Se licenció en la Escuela Superior de Teatro de Cracovia y puso varias obras en escena en el Stary Teatr: "Tío Vania", de Chejov, y "Las sillas", de Ionesco, entre otras.

En 1959, se traslada a Opole, donde funda "El teatro de las 13 sillas". En esta etapa, y en colaboración con Ludwik Flaszen, crea el Teatro Laboratorio, donde desarrolla, con una sorprendente coherencia experimental, los fundamentos y las premisas metodológicas de este fenómeno teatral que el mismo Grotowski daría a conocer como "teatro pobre".

Entre los espectáculos que dirigió y que marcaron a varias generaciones de directores y actores figuran "Apocalypsis cum figuris", "El príncipe constante" y "Akropolis". Pero ya en 1970 Grotowski había dejado de montar espectáculos, afirmando que "el automatismo lo acechaba".

Después de presentarse con su grupo en Nueva York, París, Madrid, Londres y Varsovia, donde seguía recibiendo el rechazo de otros teóricos e investigadores, creó en 1986 un Centro de Trabajo en Pontedera (centro de Italia), donde sus discípulos venían a seguir sus cursos, basados más en una ética que en un método.

Ante las polémicas que cuestionaban sus propuestas, a las cuales se negaba a contestar, el director polaco seguía su derrotero en absoluto silencio. Su presencia en cualquier lugar estaba determinada por ciertas exigencias: nada de conferencias de prensa, nada de entrevistas con el periodismo, nada de noticieros de televisión, nada de preguntas sobre sus puestas, porque corría el riesgo de vulnerar la intimidad creadora de sus actores, decía con sencillez. Finalmente terminó por ser considerado un ciudadano del mundo. Para él, el Colegio de Francia creó una cátedra de antropología teatral. Fue la primera vez que el arte dramático entró en esa venerable institución.

El 24 de marzo de 1997 dio la clase inaugural, titulada "La línea orgánica en el teatro y en el ritual".

"Grotowski es único -afirmó Peter Brook, después de escucharlo-. Porque nadie más en el mundo, que yo sepa, nadie desde Stanislavski, ha estudiado la naturaleza del trabajo del actor, su fenómeno, su significación, la naturaleza y la ciencia de sus procedimientos mentales, físicos y emocionales tan profunda y completamente como Grotowski."

El teórico que llegó a cuestionar al teatro como manifestación artística terminó por favorecer al teatro contemporáneo. Más allá de su valiosa mirada sobre los textos clásicos teatrales, el gran aporte fue el cuestionamiento de los lugares comunes en el trabajo de los actores, para enseñarles a desembarazarse de los estereotipos sociales y buscar un trabajo interior sobre los personajes que fuera verdadero.




Jerzy Grotowski i Teatr Laboratorium (Krótki fragment filmu dokuemntalnego poświęconego Jerzemu Grotowskiemu)

lunes, 24 de octubre de 2011

Jack Kerouac / “The Only Truth is Music.”


"no hay que olvidar que Kerouac se ha pasado toda la noche despierto, escuchando con los ojos y las orejas. Toda una noche de mil años. Lo oyó en el útero, lo oyó en la cuna, lo oyó en la escuela, lo oyó pegando la oreja a la pared de la bolsa de la vida, allí donde un sueño vale oro." Henry Miller


El oído absoluto de Jack Kerouac

PATRICIA GODES 22/10/2011

Las abundantes citas y referencias a músicos, canciones, figuras musicales e instrumentos no dejan duda acerca de la importancia de la música en la obra de Jack Kerouac. La sensibilidad del novelista para la música se percibe extraordinaria y sus onomatopeyas y transcripciones de interpretaciones musicales son sorprendentemente exactas. Su selección de nombres resulta altamente recomendable para cualquiera que desee disfrutar con lo mejor de la música norteamericana de los años cuarenta y cincuenta y, de hecho, todo el pensamiento del novelista norteamericano y su filosofía vital y literaria están impregnados de música: "La única verdad es la música", afirma en Desolation Angels.

Dentro de la profusión de nombres que -a veces como simples citas y otras como referencias y claves sutiles para iniciados- a Kerouac gusta dejar caer, encontramos a Beethoven y también a Pérez Prado más un amplio abanico que incluye hasta una referencia en Los vagabundos del dharma al rock and roll que suena en un bar de Ciudad Juárez. Su fascinación por el jazz es sobradamente conocida. Cada vez que suena algo de música en sus narraciones, Kerouac se toma la molestia de identificar de qué se trata. Billie Holiday, Charlie Parker, Dexter Gordon, Slim Gaillard, Lester Young, Anita O'Day, George Shearing y Willie Jackson se pasean por las páginas de En el camino, publicada en otoño de 1957. La descripción de cada personaje va unida a sus gustos musicales, al instrumento que toca o a los discos que posee y los buenos momentos de camaradería y amistad de las novelas de Kerouac están obsesivamente acompañados por la música que alguien interpreta o que suena en algún primitivo equipo de Hi-Fi. En Chicago, Sal y sus amigos visitan el club de Anita O'Day después de 20 líneas de una didáctica exposición sobre la historia del jazz. George Shearing es Dios para Dean Moriarty y todos los nombres y todos los sitios que Sal Paradise visita en sus correrías le traen a la memoria alguna conexión musical.

La literatura beat intenta reproducir la cadencia entrecortada, acelerada y delirante del bebop. Kerouac excusaba su creatividad febril, impulsiva y desordenada comparándola con las improvisaciones de sus músicos favoritos. La cualidad hipnótica de las novelas de Kerouac, prácticamente descriptivas, procede de la estructura rítmica de unas frases que parecen surgir a borbotones, por impulsos voltaicos y que arrastran al lector con el mismo magnetismo de la música de Charlie Parker y Lester Young. Las palabras se organizan como las notas del solo de un trompetista que teme que le falle la respiración. La reproducción que hace el novelista del fraseo del saxofonista de San Francisco cuando ataca el standard Close your eyes es perfectamente musical y lo mismo al narrador nos lleva a rememorar el de Billie Holiday.

Al final de la segunda parte de En el camino, aparece una detallada crónica de un concierto de Slim Gaillard en San Francisco. En dicha escena, encontramos una clave tal vez definitoria de la fascinación de Kerouac por la música: su alter ego literario reconoce el comienzo de C-Jam Blues en cuanto el guitarrista toca al piano sus primeras notas: do y do (C en la nomenclatura inglesa). Inevitable deducir que el propio Kerouac poseía un oído musical absoluto, única manera de identificar una nota aislada, y era un oyente privilegiado. Descripciones musicales igualmente técnicas se repiten en Kerouac. Quizá su extremada sensibilidad musical fue la herramienta que le permitió crear sus heterodoxos e incombustibles clásicos literarios.





Jack Kerouac's 'American Haikus' Lines + Jazz Notes (Audio)

domingo, 23 de octubre de 2011

Mstislav Rostropovich / Remembering The Great Furious Slava

Mstislav Rostropovich: Genio musical del Siglo XX

ELMUNDO.ES Viernes 27/04/2007 (Fragmento)

MADRID.- Mstislav Leopoldovich Rostropovich dedicó la mayor parte de su vida a la música y, en especial, a un instrumento que le llevó a convertirse en uno de los mayores genios musicales de su generación: el violonchelo. Nacido en 1927 en Bakú, República Socialista Soviética de Azerbaiyán (actualmente Azerbaiyán), estudió en el Conversatorio de Moscú, país al que se trasladó con sus padres, también violonchelistas, siendo aún un niño y con el que mantendría una relación amor-odio prácticamente hasta sus últimos días.

Acostumbrado desde pequeño por su familia a los compositores rusos más tradicionales y a los maestros barrocos, impresionistas y modernos de fuera de las fronteras moscovitas, Rostropovich ofreció en 1942 su primer concierto, el 'Concierto número 1 para violonchelo', y sólo tres años después obtuvo su primer premio en el Concurso de Moscú, lo que provocó el imparable ascenso de su carrera en Occidente

En 1974, Rostropovich tuvo que huir de la entonces Unión Soviética por su defensa reiterada de los derechos humanos y su apoyo a figuras disidentes, como el Nobel de Literatura Alexander Solzhenitsin, y sólo pudo regresar 16 años después, con Mijail Gorbachov en el poder. Tras el colapso de la Unión Soviética, el músico recuperó su estatus ciudadano, y desde ese momento dividió su tiempo entre Rusia, Estados Unidos y Francia.

La carrera de este virtuoso del violonchelo como director de orquesta empezó en Rusia en 1961. Dirigió por toda la Unión Soviética y Europa del Este durante muchos años, antes de hacer su debut en los Estados Unidos en 1975. Dos años después de impresionar al 'Nuevo Continente' fue nombrado director musical de la Orquesta Sinfónica Nacional, en la actualidad entre las mejores orquestas de Estados Unidos, hecho que se atribuye a su dirección.

Para Rostropovich han escrito obras como los dos conciertos para violonchelo de Dimitri Shostakovich, a quien le unió una estrecha amistad; la Sinfonía concertante en mi menor, opus 125 de Serguéi Prokofiev, así como obras de Khrennikov, Luyoslawski, Boulez, Ginestera, Halffter o Britten.

"Aún en tiempos de Franco visité muchas veces España, así que he tenido la oportunidad de ver cómo fue cambiando la vida del maravilloso pueblo español, cómo paulatinamente fue quedando atrás la división y cómo España se fue cohesionando bajo las consignas de amistad y fraternidad", afirmó el músico ruso.

Entre sus numerosos galardones también figuran la Legión de Honor de Francia, los premios soviéticos Stalin y Lenin, el reconocimiento anual de la Liga para los Derechos Civiles y Caballero Honorario del Imperio Británico. Posee también el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia (1997), que compartió con el violinista Yehudi Menuhin.

Defensor de las libertades humanas y artísticas del mundo, siempre confió en la paz, tal y como reveló en una de sus últimas comparecencias ante los medios de comunicación españoles, en 2005. "Creo en Dios y creo que Dios nos va a ayudar, además estoy convencido de que nos merecemos su ayuda", dijo con rotundidad.

http://www.elmundo.es/elmundo/2007/04/27/obituarios/1177689897.html



Mstislav Rostropovich play Bach Cello Suite No. 3 Prelude

sábado, 22 de octubre de 2011

Josep Carreras / ‘De viva veu' Memòries d'un gran tenor



Josep Carreras, la vida cantando

Las memorias del tenor catalán recogen la trayectoria del cantante desde su infancia al éxito en grandes teatros, pasando por la superación de la leucemia o los Juegos Olímpicos de 1992

JOAN FOGUET - Barcelona - 20/10/2011

Josep Carreras cantaba arias de ópera con la boca cerrada, internamente, mientras recibía las sesiones de quimioterapia que tuvo que soportar mientras combatía la leucemia que finalmente superó. Esta es una de las emocionantes anécdotas que el reconocidísimo tenor catalán Josep Carreras plasma en A viva voz (Plaza & Janés), un libro de memorias escrito a cuatro manos junto al periodista Màrius Carol, con quién el cantante de ópera se ha "desnudado" para recoger sus vivencias personales y profesionales, coincidiendo con su 65 cumpleaños este diciembre. El año que viene hará 25 de que le diagnosticaron la enfermedad.

La infancia de Josep Carreras en el barcelonés barrio de Sants, su lucha contra la leucemia y lo que ocurría entre bastidores durante los momentos más importantes de su carrera son algunos de los aspectos de la vida del famoso tenor que repasa en este volumen trufado de anécdotas que ayudan a entender el mundo de la ópera y de la gran cultura. El tenor barcelonés apunta: "Estoy satisfecho porque en el libro se recoge bastante mi personalidad", como cuando devolvió un Rolls-Royce descapotable de color azul celesta a petición de su hijo que encontraba exagerado tal regalo.

Mitos

También se descubre, como otros muchos episodios poco conocidos, el gran compromiso de Carreras con la preparación de la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Barcelona en 1992. Fue él quién consiguió el contacto con Andrew Lloyd Webber y dar lugar así a que el himno de las olimpiadas fuera la mítica Amigos para siempre.

Para detectar el tono del libro hay que resaltar que el primer capítulo relata el encuentro de Josep Carreras con el mítico tenor italiano Giuseppe di Stefano, justo antes del debut con Un Ballo in Maschera en La Scala de Milán. Di Stefano le invitó a comer a su casa -espaguetis con tomate y albahaca? y le ofreció un vestuario más adecuado para la función de la obra de Verdi, porque llevaba uno muy grande para su complexión física. Le cedió uno suyo. Carreras tenía entonces 28 años y recuerda con emoción aquel encuentro porque Di Stefano es su "mayor ídolo", según ha desvelado, por encima de otros grandes personajes que admira, como "Frank Sinatra, Kubala o Messi" para añadir que quizás sí que es "mitómano".

http://www.elpais.com/articulo/cultura/Josep/Carreras/vida/cantando/elpepuculmus/20111020elpepucul_11/Tes



El gran tenor Josep Carreras presenta sus memorias en Barcelona





Josep Carreras mira enrere

21/10/11 02:00 - BARCELONA –

El tenor, a punt de fer 65 anys, publica el llibre de memòries ‘De viva veu'

El tenor Josep Carreras, que el 5 de desembre complirà 65 anys, ha mirat enrere per a les seves memòries, De viva veu (Rosa dels Vents), escrites conjuntament amb el periodista Màrius Carol. El mateix Carreras ha reconegut que s'ha despullat en aquest llibre i que el fa “feliç”, tot i que soni una mica “narcisista” –tal com ha admès que són els tenors– que el públic el conegui una mica més a través d'aquestes pàgines. El llibre fa un repàs de tots els àmbits de la seva trajectòria i toca el moment difícil que va viure ara fa 25 anys, quan li van diagnosticar una leucèmia. Josep Carreras va explicar ahir que triava una ària o qualsevol altra peça operística per enfrontar-se a les sessions de tractament per cantar-les mentalment, i això l'ajudava a superar aquell moment. Aquesta és una de les vivències que formen part del llibre, en què també explica com va ser el retrobament amb la seva veu després de deu mesos d'hospitalització sense cantar.

Sense un índex cronològic, les memòries comencen amb el seu debut a La Scala de Milà, on va tenir l'honor de compartir taula amb el seu admirat Giuseppe di Stefano, que fins i tot li va prestar un vestit per sortir a l'escenari, i acaben al bar Bosquet de Sants, on encara s'asseu a compartir suculents esmorzars de forquilla amb els seus amics de tota la vida.

Entremig, els lectors coneixeran com va descobrir que volia ser Caruso en un cine de barri, la seva passió pel Barça o l'aventura de crear Els Tres Tenors, amb Luciano Pavarotti i Plácido Domingo.


El tenor, en la presentació ahir del llibre, va confessar que cada vegada veu més a prop que “un dia, això [pujar als escenaris] s'acabarà”.

http://www.elpuntavui.cat/noticia/article/5-cultura/19-cultura/465908-josep-carreras-mira-enrere.html



Josep Carreras - Recóndita Armonía (2010)

viernes, 21 de octubre de 2011

Lou Reed & Metallica / The Unexpected Alliance

“Esta experiencia nos tocó y nos cambió para siempre”

Viernes, 21 de octubre de 2011

Lulu, el disco que concibieron el ex Velvet Underground y los reyes del thrash metal, está basado en dos obras de teatro del expresionista alemán Frank Wedekind. ¿Les gustará a los fans de ambos? “Es algo diferente”, advierten. “Un nuevo animal, un híbrido.”

Lou Reed, neoyorquino por excelencia, está alabando el cuartel de Metallica en California. “Su magnífico estudio está armado por músicos y para músicos”, dice. “¿Esas cosas con las que uno desperdicia mucho tiempo peleando? No existen ahí. No aparecen porque está claro quién maneja la cosa: músicos creativos. No hay buitres. Es el sistema más magnífico para el poder real, el sentimiento y la emoción. Todo el mundo está en el mismo cuarto al mismo tiempo. Las voces, la batería, ese guitarrista en mi cadera, por Dios, esa cosa atronándome...”

“Ey –se ríe James Hetfield–, ¡vos también hacías bastante estruendo!” “Sí, yo les respondía atronando”, concede Reed. “No llegué desarmado.”

Hoy, Reed viene armado de ocurrencias, entusiasmo y un montón de fe para discutir la colaboración que demuestra ser la más profundamente esperada y hablada del año. El disco Lulu, en el que la –para algunos– rara unión entre Reed y Metallica ofrece cerca de noventa minutos de arte sónico perturbador y edificante, sin concesiones ni dilución, está destinado a correr los límites de lo que se entiende como rock. Ambas partes han dado anteriormente pasos agigantados en esa dirección, por supuesto. Hoy todos están felices de hablar acerca de un salto de la fuerza de voluntad, que muestra las palabras de Reed revolcándose entre los túneles y aros de riffs, ritmos, dinámicas y drones de Metallica.

Lou Reed, James Hetfield y Lars Ulrich están sentados en una suite del hotel Claridges de Londres. Están dispuestos a compartir su pasión por su nuevo proyecto, felicitándose afablemente unos a otros con bonhomía genuina. Reed hizo música inconmensurablemente influyente con The Velvet Underground en los ’60, luego se convirtió en una estrella solista de formas cambiantes con discos como Transformer (producido por David Bowie), el monumental y macabro Berlin, el pelador de empapelados Metal Machine Music y la poesía callejera de New York. El fusionó lo literario y lo lisérgico, siempre desde la diversidad y lo demandante, y desafiando los estereotipos. Metallica, formada en 1981, es la banda de thrash metal más vendedora de la historia (con más de un 100 millones de álbumes facturados), y nunca se ha apichonado a la hora de darles a la velocidad y al volumen nuevas formas en álbumes que son mojones sísmicos como Ride the Lightning y Masters of Puppets.

Muchos se sorprenderán por esta conjunción de titanes, ya que Reed, con toda su calle, siempre ha cultivado un aire literario (al mismo tiempo que su beligerancia instintiva), mientras que se puede decir tranquilamente que Metallica ha rockeado duro con pocas pretensiones. Pero, si se mira más de cerca, la conjunción tiene mucho sentido. Ambas partes siempre han estado dispuestas a tocar temas incómodos como la alienación, el miedo, el sexo, la muerte. Aquí, ellos se zambullen en... “No lo llamaría el corazón de la oscuridad”, musita Reed. “Lo llamaría el corazón de la iluminación.” El niega enérgicamente que la unión sea sorprendente. “¿Por qué?”, pregunta. “Una colaboración extraña sería Metallica con Cher. Eso sí sería raro. La nuestra es una colaboración obvia.”

Esta unión de fuerzas imparables genera una estimulante noticia y un intenso, incendiario ruido, ya que dos pioneros se combinan para entregar algo diferente, oscura aunque refrescantemente, tanto en el plano visceral como en el cerebral. Lulu es un conjunto de canciones extendidas, inspiradas en las obras teatrales de principios del siglo XX Earth Spirit y Pandora’s Box, del expresionista alemán Frank Wedekind, muy admiradas por Sigmund Freud. Las obras, originalmente publicadas en 1904 y ambientadas en Alemania, París y Londres en 1890, giran entre los puntos de vista de Lulu, una especie de Eva invertida, un espejo cifrado de deseo y abuso, y la gente que se enamoró desesperadamente de ella. Hay un montón de sexo. Y entonces ella se encuentra con Jack El Destripador. Así que también hay un montón de muerte. “No tengo sentimientos reales en mi alma. / Donde la mayoría tiene pasión, yo tengo un hueco”, exponen las terribles letras de Reed.

El había bosquejado canciones para las producciones teatrales de las obras de Lulu –muy controvertidas en su momento y a apenas un poco menos cien años más tarde– del director y coreógrafo Robert Wilson en Berlín. “El nos preguntó si nos enganchábamos –dice Ulrich– y hemos sido tocados y cambiados para siempre por la experiencia.” Hetfield agrega: “Pensamos: ‘¿Qué podemos hacer? ¿Qué podemos agregarle a la potencia que tiene esto para llevarlo a otro nivel, para hacerlo rockear?’”. “Esto es perfecto –asegura Reed–. Lo mejor que hice, con los mejores tipos que pude encontrar sobre el planeta. No le cambiaría ni una coma. Por definición, todos los involucrados lo hicieron honestamente. Esto ha llegado al mundo puro. Empujamos tanto como pudimos dentro del mundo de la realidad.”

El objetivo confeso de Reed ha sido a menudo hacer fraguar el espíritu de Burroughs, Tennessee Williams, Selby y Poe con tres o cuatro acordes, maridar la alcantarilla con las estrellas, fusionar la basura y la majestuosidad. Cierta vez él dijo: “Abrigué la esperanza de que la inteligencia que alguna vez habitó las novelas y las películas ingeriría al rock”. Y agregó: “Quizás estuviera equivocado”. O, después de esto, quizás él lo haya hecho bien.

Estos dos gigantes de la música se juntaron por primera vez en octubre de 2009, para los conciertos del 25º aniversario del Salón de la Fama del Rock and Roll en Nueva York. Metallica –Hetfield en voz y guitarra, Ulrich en batería, más el guitarrista Kirk Hammett y el bajista Rob Trujillo– tocó con el héroe local Reed los clásicos de Velvet Underground “Sweet Jane” y “White Light/White Heat”. Reed: “Desde entonces supimos que estábamos hechos los unos para los otros”.

“Nos invitaron a ser anfitriones de un segmento en la fiesta del aniversario del Salón de la Fama”, recuerda Ulrich. “Supongo que nosotros representábamos a los outsiders, a los artistas más radicales. En el primer lugar de nuestra lista para colaborar estaba Lou, quien es como una versión de Metallica en una sola persona, en un sentido. El siempre ha hecho lo suyo, durante décadas, siguió reinventándose, de-safiándose no sólo a sí mismo, sino también desafiando a sus seguidores. Y simplemente se sintió bien, no hubo que hacer esfuerzos. Así que nos las arreglamos, inspirados. Entonces Lou nos lanzó: ‘¿Por qué no vamos más allá y hacemos un disco juntos?’. Nosotros tuvimos que dar vueltas por el mundo y terminar nuestra gira de Death Magnetic, y después... ¡estuvimos listos!”

El plan original fue quizá menos arriesgado y atrevido: revisitar lo que el baterista describe como “algunas de las joyas perdidas de Lou”. “Eran canciones a las que él quería darles otra vuelta de rosca y nosotros podíamos hacer eso que hacemos con algunos de esos temas.” Esa idea “estuvo en el aire durante un par de meses”. Entonces, sólo una semana antes de que empezaran las sesiones, “Lou llamó y nos dijo: ‘Escuchen, tengo esta otra idea...’”.

“Nosotros teníamos mucho interés en trabajar con él”, explica Hetfield. “Yo tenía estos signos de pregunta enormes: ¿cómo va a ser?, ¿qué pasará? Así que estuvo buenísimo cuando nos mandó las letras para Lulu. Era algo a lo que nosotros le podíamos hincar el diente. Yo podía salir de mi rol de cantante y letrista y concentrarme en la parte musical. Estas letras eran muy potentes, con un paisaje sonoro detrás de ellas como atmósfera. Lars y yo nos sentamos con una acústica y dejamos que esta página en blanco nos llevara hacia donde ella necesitara ir. Fue un gran regalo que nos pidieran que estampáramos ‘Tallica en esto. Y eso fue lo que hicimos.”

“¿Estampado?”, se ríe Reed. “¡Marcado a fuego! Ya está ahí y no va a salir...”

“Esta idea sonaba como una situación incluso mejor para nosotros”, sugiere Hammett. “Nos daba la oportunidad de colaborar realmente con Lou en algo que no estaba establecido de antemano. Terminamos escribiendo y grabando con él en directo, sin demasiado trabajo posterior, ni ocurrencias tardías. Fue un ejercicio de espontaneidad, de improvisación: hay cosas que simplemente no podíamos recrear. Nos rendimos ante la magia.”

Reed repasa la génesis de su Lulu: “Había trabajado en esto durante un tiempo. En Berlín me dijeron que había catorce versiones de esta obra dando vueltas, con el énfasis puesto en lugares diferentes, pero la idea central es como la caja de Pandora. Lulu es la gran femme fatale. Fue concebida como inmoral, o amoral. Ella era impactante para la burguesía de esos tiempos; supongo que por eso fue escrita. Entonces metí mis zarpas en eso, traté de encontrarle un sentido con mi media naranja, Laurie Anderson. Al principio fue casi imposible. Tuvimos que entender quién era Lulu, su psicología. Tuvimos que darle vida de un modo sofisticado, usando el rock. Y el rock más duro y poderoso en el que se puede pensar es el de Metallica. Ellos viven en ese planeta. Tocamos juntos y lo supe: un sueño hecho realidad”.

“Mi Lulu tenía una cabeza, pero necesitaba un cuerpo”, sigue Reed. “Ellos dijeron: ‘Vamos, hagámoslo, no podemos esperar’. Yo había estado sumergiendo mi psiquis en Lulu y los otros personajes, y en el estudio lo examinamos más a fondo. No siempre canta Lulu; cambio de equipo, de personaje. No es fácil. No es un disco fiestero. Es tipo: ‘¿Qué pasa si tratás de llevar todo esto a un nivel superior?’. Se dice que si tenés que pensarlo, no podés rockear. Pero la mente es la zona más erógena que conozco, así que ése es un comentario inusualmente estúpido. Esto es un nuevo género; aquí es donde me gusta existir.”

Entonces, ¿cómo podrán los demás sentirse después de escuchar Lulu, con sus letras gráficas de celos, lujuria, violencia y revancha, sus riffs chirriantes y sus tonos tentadores? ¿Encantará u ofenderá a uno o ambos grupos de fans? “Definitivamente, no es ni un disco de Metallica ni uno de Lou Reed”, asegura Hammett. “Es algo diferente. Un nuevo animal, un híbrido. Nadie de nuestro mundo, el del heavy metal, ha hecho antes algo como esto.” Trujillo complementa: “Nos ha hecho ser una mejor banda. Y va a hacer que algunos pierdan la compostura. Y eso es bueno. Podría ser perturbador. Y al mismo tiempo podría ser hermoso. Es un matrimonio de actitudes”.

Cuando se le pregunta si sacó a Metallica fuera de su zona de confort, Reed se ríe. “¿Alguna vez escuchó su ‘zona de confort’?” Lars sonríe: “¡Estábamos inventando la rueda! Nos excitaba habernos arrojado a una situación sin estructura específica. A lo largo de los años hemos tratado, en ciertas piezas instrumentales, de ir lo más lejos posible, pero nada de lo que habíamos hecho nos preparó para el lugar hasta donde fue esto. Pasamos cuatro semanas en nuestro estudio; Lou llegó el primer lunes y para la hora del almuerzo ya estábamos metidos bien profundamente en esto, más rápido que lo que cualquiera pudiera medir. Ha sido un viaje auténtico, intuitivo e impulsivo. No estábamos siempre seguros de hacia dónde iba, pero seguro que era muy excitante vivirlo”. Reed acuerda: “Todos nos sentimos del mismo modo”.

Hetfield continúa: “Es fantástico tener con nosotros a otra fuerza poderosa como Lou. Hubo un período de sentirse fuera de lugar, pero enseguida –a pesar de que los otros Metallica me habían puesto el sobrenombre Dr. No– no podía parar de decir que sí. Pensé que simplemente teníamos que estar de acuerdo en que esto es fabuloso. ¿Quién maneja el barco en este punto? El momento. Tan pronto como nos sacamos el miedo a no poder controlarlo, estábamos en el paraíso. Tantas ideas, pero todos acordando en que esto es mágico, en que no había que arruinarlo. Celebremos lo que está pasando aquí”.

Reed dirige la atención al extraordinario track de 18 minutos “Junior Dad”. “Hay un tema clásico de una nota al final, que dura cierta cantidad de tiempo. A mí me resulta casi imposible escucharlo de nuevo. Pero era –es– lo que es. Entonces no se lo toca. No hasta la última nota. Me cortaría un miembro para asegurarme de que nadie toque eso y que expire naturalmente. Que vaya hasta donde va. Y como todo el mundo sentía lo mismo, no fue una medida tan difícil de tomar. Ahí está la clave: todos sentíamos lo mismo. Hubo miles de accidentes felices. Simplemente se trataba de nuestras respuestas emocionales, y de habilidad para tocar.”

“Disfrutamos cada momento”, dice Ulrich. “Cada momento”, repite

http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/3-23260-2011-10-21.html



Lou Reed & Metallica - Lulu


jueves, 20 de octubre de 2011

Ishmael Wadada Leo Smith / Ankhrasmation Like a Big Bang of Creation


El rugido del trompetista feroz

Wadada Leo Smith, leyenda del Free Jazz, actúa hoy en Madrid

CHEMA GARCÍA MARTÍNEZ - Madrid - 20/10/2011


No es del tipo que pueda pasar desapercibido fácilmente. En realidad, resulta difícil no torcer la mirada ante el hombre de los sombreros imposibles y los venerables tirabuzones grisáceos: "Muchos piensan que soy un rastafari, pero no lo soy, aunque pueda parecerlo".

Hace nada, su nombre era un completo misterio, incluso entre muchos aficionados al jazz, "será porque que paso mucho tiempo dedicado a la enseñanza y, bueno, mi música tampoco suena todo los días por la radio". De un tiempo a esta parte, sin embargo, la leyenda del trompetista, compositor, filósofo y teórico -Smith es el inventor de un sistema de notación musical propio llamado Ankhrasmation- no ha hecho sino incrementarse. En ello, ha tenido que ver el irresistible poder de seducción de una música que termina convirtiendo inevitablemente al oyente en devoto de su causa: "La música debe ser verdad, sentimiento y experiencia. Todo lo demás son zarandajas".

Las raíces musicales de Wadada ("amor", en idioma amárico) Leo Smith se remontan a su niñez en Leland, una pequeña comunidad rural situada en la región del Delta del río Misisipi: "El Delta es conocido por ser la patria del blues, la música de metales, las paradas... la música está en todas partes. Le pongo un ejemplo: Cuando alguien se muda de casa, llaman a un saxofonista o a un trompetista para que expulse al viejo espíritu que la habitaba. Es lo que se llama una limpieza espiritual".

Antes de que pudiera darse cuenta, el joven tenía una trompeta entre sus manos: "A las pocas semanas fui a una biblioteca para ver lo que habían hecho los compositores famosos y me quedé de piedra: resulta que los compositores componen música. Pues va a resultar que soy un compositor".

Desde su California de adopción, el trompetista vuelve una y otra vez la vista al pasado: "En el pueblo donde crecí podías alzar la mirada por millas y no había más que tierra y un par de edificios planos. Cuando salías temprano por la mañana, veías el sol emergiendo desde la misma tierra. Yo solía sentarme en el porche a practicar la trompeta. Así aprendí cómo viaja el sonido por el espacio". En la música extraña y fascinante de Smith resulta imposible dilucidar dónde empieza la composición -el territorio conocido- y dónde la improvisación -lo desconocido-. "Yo me defino como un compositor-intérprete, alguien que no es ni lo uno ni lo otro, sino ambas cosas a la vez".

A Wadada Leo Smith se le sacan parecidos con Miles Davis y Don Cherry. El aludido, sin embargo, tiene otra opinión: "Si alguien me ha influenciado, ese es Ornette Coleman. Nuestras raíces son las mismas: el Misisipi, la música de raíz... la primera vez que escuché su música fue como si le conociera de toda la vida. Podría decir que el 60% de lo que soy se lo debo a él". Wadada se considera afortunado por haber contado con la influencia benefactora del padre del free jazz para mantenerle alejado de los peligros que, a su juicio, conlleva la práctica de la música: "El mayor peligro de tocar es que es muy fácil dejar el cerebro a un lado y concentrarte únicamente en las notas. Tienes que pensar la música. Ornette aplica su mente musical a todo lo que hace. Él me hizo entender que el arte tiene un valor en sí mismo. Da igual lo que los demás hagan, debes fiarte únicamente de lo que te dicta tu corazón".

En los años sesenta, Smith se unió a la corriente renovadora del Nuevo Jazz, junto a Ornette Coleman, Cecil Taylor, John Coltrane... "Se dice que todo salió poco menos que espontáneamente, sin embargo, éramos perfectamente conscientes de lo que nos traíamos entre manos. Había muy pocos entre nosotros que no fueran investigadores o lectores, gente inquieta". Para sus impulsores, quedaba claro que la Free Music era algo más que una música: "En un conjunto de música creativa todo el mundo comparte la responsabilidad de darle una forma a la interpretación. Por más que suene extraño, es un proceso muy parecido al marketing comercial. Las sorpresas que te puedes encontrar en el transcurso de una interpretación creativa tienen mucho que ver con el proceso de generar beneficios".

http://www.elpais.com/articulo/cultura/rugido/trompetista/feroz/elpepucul/20111020elpepucul_2/Tes



Wadada Leo Smith Golden Quartet (Live)

miércoles, 19 de octubre de 2011

WTC 9/11 STEVE REICH / KRONOS QUARTET



Minimalismo y temas máximos

La obra incluye voces de los bomberos, grabadas durante los trabajos de rescate posteriores al atentado a las Torres Gemelas, y de los controladores de vuelo de ese día. Y el compositor muestra un oficio y una calidad de escritura descomunales.

Miércoles, 19 de octubre de 2011-10-19

Por Diego Fischerman

El minimalismo y sus ramificaciones nunca les temieron a los temas máximos: Nixon en China o la invención de la bomba atómica en el caso de John Adams, Einstein en el de Philip Glass o La Biblia en el de Steve Reich (en su ópera The Cave). Tampoco le escaparon a la actualidad. Adams compuso, por encargo de la Filarmónica de Nueva York, su Sobre la transmigración de las almas, para conmemorar el primer aniversario del atentado del 11 de septiembre de 2001. Y Reich, respondiendo a una comisión conjunta del Centro Barbican de Londres y el Carnegie Hall, entre otros patrocinadores, escribió para el Kronos Quartet WTC 9/11, que acaba de ser publicada en CD por el sello Nonesuch.

Las letras del título hacen referencia, obviamente, al World Trade Center, y la obra incluye voces de los bomberos, grabadas durante los trabajos de rescate posteriores al atentado, y de los controladores de vuelo, el mismo 11 de septiembre. Pero también, de una forma más secreta, WTC son las iniciales del nombre en inglés de El Clave bien temperado, de Johann Sebastian Bach (Well-Tempered Clavier), y de la frase “El mundo por venir” (world to come). El fin ceremonial de la obra, eventualmente, es apenas un dato más. Tal como sucedía en Different Trains, la obra que había compuesto para el Kronos en 1988, lo interesante es la manera en que esos ritmos –en este caso los de las palabras y frases documentales– se convierten en material generador. Las voces no están procesadas ni se mezclan con las cuerdas. Coexisten en dos registros simultáneos y aparentemente inconexos. Su coincidencia genera, sobre todo, tensión dramática. Pero el principio que se oculta en uno de esos registros es el que articula al otro desde las sombras.

Provenientes del jazz y el rock más que del riñón de la música clásica, las corrientes repetitivas fueron capaces, en los ’70, de escandalizar a los antes escandalizadores vanguardistas. Allí fue donde primero tuvieron cabida los timbres y las amplificaciones de la tradición popular y la puesta en escena de Música para 18 instrumentistas, de Reich, es prácticamente la de un gigantesco grupo de rock. El universo minimalista incluye obras más y menos densas y estéticas más o menos superficiales. Reich es, sin duda, uno de sus mejores exponentes y, con certeza, uno de los compositores estadounidenses más importantes de la actualidad. En este disco, aun cuando no hay grandes novedades respecto de su estilo consolidado en décadas pasadas, muestra un oficio y una calidad de escritura descomunales. El álbum se completa con otro encargo, el Mallet Quartet, tocado por el grupo So Percussion, y con un DVD con una versión en concierto de esta última obra.

http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/7-23248-2011-10-19.html


STEVE REICH WTC 9/11 KRONOS QUARTET

lunes, 17 de octubre de 2011

Chico Buarque / Novo Álbum "Chico" & Turnê 2011/2012





El talento sin impostación


Miércoles, 21 de septiembre de 2011

Por Diego Fischerman

El cuarteto de cuerdas en el primer tema, “Querido diario”. O un violín con perfume jazzístico, tocado por Nicolás Krassik, en el tercero, “Essa pequena”. La rica instrumentación, con clarinete y arpa, en “Se eu soubesse”, donde se agrega la exquisita voz de Thais Gulin. Y esa manera de entrar y salir de los géneros más populares, y de llevarlos a niveles de sutileza y sofisticación increíbles sin que pierdan nada de su fluidez y sencillez original. Y su voz, también. Y las letras, desde ya, donde puede decir, como si fuera lo más natural: “Hoy al final conocí un amor/ y era el amor una oscura trama/ que ni con una flor descifro./ Pero si ella llora, me inflama el deseo./ Hoy el enemigo me vino a espiar, feliz./ Montó guardia allá en la curva del río/ trajo unos palos (uno, que me puede quebrar);/ pero yo no me quiebro porque soy blando”.

Es su primer disco en cinco años, desde el ejemplar Carioca. Lo mostró de a poco, en su página de Internet. Y se llama Chico, con la síntesis de quienes saben que no es necesario demasiado para nombrar las cosas más importantes. Chico Buarque lo grabó –y lo compuso– inmediatamente después de escribir su quinta novela, Leche derramada, y, según dice, “como un descanso”. Allí hay sólo diez canciones. En la conferencia de prensa que ofreció por Internet dijo que al principio le habían parecido pocas pero que, al leer en un periódico la crítica de un disco de Radiohead en que había ocho tracks, pensó que “hasta tenía dos de sobra”. Como en cada una de sus canciones desde el fundante Chico Buarque de Hollanda, de 1966, cuenta cada palabra, cada ritmo y cada inflexión de esa voz aparentemente distante.

Por afuera de todas las tendecias de la música popular brasileña del último medio siglo, empezando por el tropicalismo y las influencias de los Beatles, que fueron centrales para Milton Nascimento y Joao Bosco (que, no obstante, participa en Chico como invitado, en el tema “Sinhá”, donde se canta la historia de un negro torturado por haber visto desnuda a la mujer de su amo), Buarque sigue poniendo pequeños ladrillos en la construcción de una estética tan poderosa como falta de impostación. Con 67 años, 45 de carrera y fama de poco amigo de los avances tecnológicos, accedió sin embargo a la idea de su sello, Biscoito Fino, de dar a conocer el disco en capítulos y por Internet. Durante un mes, y a cambio de 29,90 reales, el público accedió a una clave en un sitio de la red a través del cual fue recibiendo videoclips del backstage de la grabación del disco, declaraciones de Buarque, fotos inéditas y, desde ya, las diez canciones nuevas. “Es moderno usar Internet –dijo en la conferencia de prensa–- aunque creo que la manera en que mostramos el disco retoma lo que ocurría antiguamente con la radio. Lanzar las músicas poco a poco favorece el entendimiento de las canciones.” La bella edición local, a cargo de RP, el sello del legendario Alfredo Radoszynski (aquel que introdujo en el país la música de Vinicius de Moraes y grabó, entre otros, a Piazzolla, y Les Luthiers), respeta escrupulosamente el original e incluye un folleto con las letras y una detallada ficha técnica.

http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/7-22961-2011-09-21.html


El cantautor brasileño Chico Buarque regresa a los escenarios




El artista que presentará su nuevo álbum, ha estado más de cinco años sin tener contacto directo con el público


Música 13/10/2011 - 17:57h

Río de Janeiro. (dpa) - Después de más de cinco años de ausencia de los escenarios, el famoso cantautor brasileño Chico Buarque volverá en noviembre a tener contacto directo con el público, en una gira de presentación de su último álbum, "Chico", lanzado al mercado en julio.

Según anunció hoy el propio artista en su página oficial, la gira se iniciará el 5 de noviembre, cuando realizará el primero de cuatro espectáculos en la ciudad de Belo Horizonte, y proseguirá los días 28 y 29 del mismo mes en la ciudad meridional de Porto Alegre.

Chico Buarque también programó cuatro espectáculos en Curitiba (del 15 al 18 de diciembre), seguidos por largas temporadas en Río de Janeiro -entre el 5 y el 29 de enero- y en Sao Paulo, del 1 al 25 de marzo.

"Yo no quise pensar en hacer una gira mientras estaba grabando el álbum, pero luego me dieron ganas de cantar en vivo las músicas... El repertorio incluye las canciones del nuevo álbum y también canciones antiguas, algunas de las cuales nunca interpreté en shows", resumió.

http://www.lavanguardia.com/musica/index.html



Chico Buarque: Ensaio Turnê "Chico" 2011/2012

domingo, 16 de octubre de 2011

Tyshawn Sorey / The Broad Spectrum of Free Improvisation



Tyshawn Sorey : Koan

Por Sergio Piccirilli

Ser original es en cierto modo estar poniendo de manifiesto la mediocridad de los demás (Ernesto Sábato)

El joven baterista y multi-instrumentista Tyshawn Sorey en su aún breve trayectoria ha obtenido una envidiable reputación tanto como instrumentista como compositor. Su labor musical ha estado signada por la originalidad y por una enorme vocación por evitar los caminos trillados. Sorey es un baterista de excepción que combina una técnica depurada con un ascético enfoque de su instrumento que parece ajeno a todo tipo de clichés. Esa infrecuente amalgama de virtudes lo llevó a colaborar en plena etapa formativa con músicos de la talla de Muhal Richard Abrams, Lawrence “Butch” Morris, Steve Coleman, Wadada Leo Smith, Dave Douglas, Michelle Rosewoman y Billy Bang y le permite co-liderar, junto a Vijay Iyer y Steve Lehman, el notable trío de avant-jazz Fieldwork. Sin embargo, es en su rol como compositor en donde ese perfil de singularidad que lo caracteriza se manifiesta con mayor fortaleza.

En su personal propuesta creativa concurren los principios rectores que anidan en las obras de íconos de la música clásica contemporánea como Arnold Schoenberg, Karlheinz Stockhausen, John Cage y Morton Feldman y elementos directrices del jazz, anclados especialmente en los intereses composicionales que exhiben algunas piezas de Wayne Shorter y Charles Mingus. Estos atributos ya se habían manifestado en su sobresaliente debut con el álbum doble That/Not de 2007; pero ahora, con su segundo compacto, no sólo se profundizan en términos estilísticos sino que también amplían sus incumbencias e influjos a fundamentos filosóficos contenidos en el budismo Zen..

Esas conexiones entre obra y autor e intereses filosóficos y musicales ya se advierten desde el título del álbum: Koan.

En la tradición Zen, un Koan es un dilema que el maestro plantea al novicio para comprobar sus progresos. En ocasiones, el Koan asemeja un problema ilógico, absurdo o banal cuya resolución exige desligarse del pensamiento racional, ya que la pregunta formulada por el maestro trasciende al sentido literal de las palabras. Hakuin Ekaku, a quien se considera el máximo recopilador de la tradición de los Koan en Japón, señala que el koan más famoso es aquél en el que el maestro golpea las palmas de sus manos y dice: “Éste es el sonido de dos manos: ¿cuál es el sonido de una sola mano?”. En cierta ocasión le solicité a un maestro que me esclareciera al respecto. Tras meditar unos instantes, dijo: “éste es el sonido de una mano…”. Acto seguido me estampó un golpe sonoro, certero, directo, recto y potente con el canto de la mano que me obligó a llevar por el resto de la vida un trozo de plastilina en el lugar en donde solía llevar la nariz e hizo que de ahí en más, en todas las fotos, tuviera que posar de espaldas. Para ser sincero, esa experiencia no logró clarificar el Koan pero sí me llevó a concluir que hubiese sido mucho mejor consultar a un maestro Zen que a un maestro de karate.

Al margen de mi fallida tentativa, queda claro que a través de los koans el maestro no está buscando que el discípulo sepa la respuesta correcta, sino evidencias acerca de sus progresos en la filosofía Zen y su aplicación en la vida diaria. Un koan no es un acertijo y, aun cuando en la literatura encontramos respuestas ortodoxas, éstas dependen siempre de las circunstancias en que el koan es formulado haciendo que la respuesta apropiada pueda variar. Por ejemplo, según la tradición, un monje le preguntó al maestro de Zen Zhaozhou: “¿Tiene una vaca naturaleza de Buda?”.

Según los historiadores Zhaozhou respondió “Wu”, que en chino tradicional es una palabra que puede ser traducida como “ninguno” o “sin” y que también se usa como prefijo para indicar la ausencia de algo. No obstante, otros estudiosos aseguran que el maestro respondió lo mismo pero no en chino sino en japonés. Es decir que usó la palabra “Mu”. No es motivo de este comentario dilucidar la veracidad de ambas respuestas, pero desde esta humilde tribuna nos animamos a decir que la segunda variante es la más adecuada ya que, como todos saben, la vaca…muuu…

En definitiva, la práctica de los koan tiende a erradicar el razonamiento conceptual para que surja el prajna o la sabiduría intuitiva que permita un despertar a la iluminación de la naturaleza búdica. Sorey abreva en esas fuentes no sólo con el propósito de desconcertar el pensamiento discursivo lógico y racional, sino también como una forma de evidenciar sus progresos en la práctica del Zen; eso se traduce, en términos musicales, en un abandono deliberado de todos los sistemas específicos de orientación, forma y estructura aplicados a la libre improvisación.




Si bien es cierto que Koan, al igual que That/Not contiene principios de la música dodecafónica y conserva en términos de estilo de ejecución un enfoque minimalista “a la Morton Feldman”, no se atiene exclusivamente a ellos. Por el contrario, se abre libremente a formas de improvisación relativamente estructuradas que estimulan a reformular la manera en que percibimos el tiempo, el espacio y los silencios, despertando en el oyente un sentido de prístina desorientación que propicia una postura de reflexiva contemplación.

El sentido de moderación subyacente en este álbum permite que los seis temas que lo integran puedan ser apreciados tanto como entidades separadas como partes de una extensa suite. En cualquier caso, cada trazo melódico, cada nota y cada silencio parecen estar impregnados de significado y propósitos específicos. En tanto que la gran cantidad de detalles musicales y tímbricos que exhibe impiden que el conjunto o cada una de sus secciones puedan ser absorbidos en una sola audición.

Los intereses filosóficos de Sorey se manifiestan en el título del tema de apertura: Awakening (“Despertar”) pero también mutan en la creación de un mundo sonoro que, aun en su austeridad, parece impregnado de intensa energía y arrebatadora belleza. La exigua instrumentación, la ascética construcción a partir de pequeñas células melódicas de dos o tres notas y la ausencia de crisis y clímax, pueden hacer que oídos acostumbrados al drama musical experimenten una sensación auditiva contradictoria pero, aunque resulte extraño, en todo momento hacen que el tiempo de la reflexión y el de la acción coincidan totalmente. Los dispersos acordes de la guitarra de Todd Neufeld se disuelven antes de asumir un protagonismo invasivo mientras que el contrabajo de Thomas Morgan y la batería de Tyshawn Sorey despliegan cíclicas capas rítmicas interceptadas por deliberados silencios.

Sorey no sólo manifiesta inclinación por contraponerse a los fenómenos determinantes del acto musical sino que, además, busca modelar sus fenómenos aleatorios y Only One Sky es una prueba fehaciente de esa orientación. Este material no es una composición en sí misma sino una introducción descartada de Embed que, según dichos del propio Sorey, cobró forma de pieza musical en la post-producción cuando empezó a verlo “como una parte indispensable de la macro estructura del álbum”.

Correct Truth está integrada por sonidos aislados de muy larga duración gobernados por gráficas indeterminadas en donde sólo se especifican los timbres y los registros, dejando el ritmo y las notas a elección de los ejecutantes. Una improvisación abierta de la que emanan con naturalidad los cimientos basales de la meditación búdica.

No es sencillo trasladar un fundamento filosófico al acto de la creación artística. Sin ir más lejos, recuerdo el caso de un músico que abrazó la práctica budista con la pretensión de que su obra adquiriera un alma Zen pero, víctima de una confusión metafísica, sólo logró tener un almacén. Este hecho no impidió el desarrollo de su carrera sino que, por el contrario, le permitió expandir su oferta musical. Por ejemplo, su último disco incluye un kilo de azúcar, un paquete de arroz y una botella de aceite.

Nocturnal es la pieza central del álbum. En su centro subyace un sentido de moderación que no significa carencia de energía pero que requiere tiempo y espacio para su reconocimiento, debido a que su exposición no parece perseguir objetivos definidos recurriendo al uso de silencios interminables, sonidos desconectados, casuales y atonales con un volumen, duración y timbre aleatorios. Un cuidadoso tránsito de espontánea interacción signado por la lentitud y en donde la construcción sonora, por momentos, atraviesa los límites entre lo audible y lo inaudible.

En Two Guitars, Sorey cruza esas fronteras fácticamente restringiéndose a observar el dialogo improvisado que mantienen las guitarras de Neufel y Morgan.

Embed, el último corte del álbum, es lo más próximo al formato canción. No obstante sus magnificas progresiones armónicas, el carácter longitudinal de su línea melódica, el delicado uso de disonancias y la ausencia de swing eluden los convencionalismos.

Cuando un maestro Zen formula un Koan siempre espera una respuesta del discípulo. Tyshawn Sorey responde en tono confesional con una verdad artística más próxima a la duda reflexiva que a la afirmación explícita y, de esa manera, nos ayuda e invita a reflexionar sobre cuál es el camino que conduce a la auténtica sabiduría.

El ignorante afirma, el sabio duda y reflexiona. (Aristóteles)

http://elintruso.com/2010/01/05/tyshawn-sorey-koan/



Tyshawn Sorey Quartet / Acts – Live - Amsterdam Netherlands