El extraño mundo de John Frusciante
Por Guillermo Civale | 24 abril, 2014
En “Enclosure”, su doceavo material solista, el ex guitarrista de Red Hot Chili Peppers resume su experimentación en un disco tan complejo como fascinante.
A pesar de extrañarlo considerablemente en la guitarra de los Chili Peppers (en el Lollapalooza, Josh Klinghoffer parecía más ocupado en brindar efectos con su pedalera que en encenderse en un solo), no quedan dudas que a John Frusciante el envase Red Hot le quedaba chico, lo limitaba. Envuelto paralelamente a Kimono Kult (proyecto que otra vez lo une al talentoso Omar Rodríguez-López) entrega su disco solista número doce.
La complejidad no siempre hace a la calidad; en cualquier caso, para entrar en el universo de un artista complejo son necesarias múltiples escuchas. Las etiquetas le quedarían chicas, los géneros serían demasiado reduccionistas: ¿synth pop? ¿música electrónica? ¿rock experimental? Todo a la vez, acompañado por su característica voz que por momentos parece angelical, casi góspel, y por otros se esconde entre los beats, imperceptible, como un instrumento más.
“Shining desert” abre el álbum con una base que cala los huesos; por momentos se oye una guitarra disonante, los teclados caen como gotas de sonidos. Frusciante arroja luz a las mentes oscuras (“I make light in dark minds”). En ocasiones las programaciones abruman, crean una atmósfera tan espesa que cuesta ingresar en ella. Pero una vez traspasada esa barrera la sensación es de completo confort, como la que debe sentir un bebé en el útero materno. El ambiente extraño y hostil se hace propio, ese mundo ajeno se convierte en nuestro lugar, en un universo de abstracción al que podemos recurrir huyendo del real. La instrumental “Cinch” es la más adecuada para retratar esto: los fraseos de guitarra nos llevan en un viaje luminoso de seis minutos.
Queda claro que estos temas no sonarán en la radio. John Frusciante parece componer para sí mismo y para nadie más, el que quiera entender su obra deberá esforzarse, tendrá que afinar su oído, renunciar a los clichés y a los lugares comunes de estribillos gancheros y arreglos predecibles. “Fanfare” quizás sea el momento más accesible del álbum: una base lenta en donde la voz de Frusciante llega limpia y clara, y una lírica personalmente dulce que cierra declarando “Waiting for the sun to shine, and it’s you”.
Como con los grandes compositores, las interpretaciones se disparan a múltiples lugares; sin embargo, una vez dentro en este universo simplemente podemos lograr una conexión tan grande que ya no hace falta interpretar, sólo dejarse llevar. “Enclosure” es, por momentos, como un orgasmo alucinógeno, es un disco lisérgico, alucinante y espacial (el uso del adjetivo no es azaroso, como promoción el álbum fue cargado en un satélite y podía ser escuchado por los fans por medio de una aplicación para celulares cuando éste pasara cerca de su ubicación). “I float up there, ‘cause I know I’m not in here” canta en el cierre del álbum (“Excuses”), metaforizando su estado de inspiración por fuera de este mundo, y remarcando esta idea de música para flotar en estado de gracia.
Dentro de la complejidad de su obra en el último tiempo se ha adentrado en una etapa aún más experimental. “Enclosure es el disco que representa el logro de todas las metas musicales a las que estuve apuntando en los últimos 5 años”, define Frusciante su nuevo material cuyo nombre, justamente, hace referencia al cierre de una etapa, de un círculo musical, de un mundo propio y a la vez extraño, en el que adentrarse puede llegar a ser la aventura más maravillosa.
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John Frusciante - Shining desert - Enclosure (2014)