Murió el músico emblema de Spinetta Jade
Por Gabriel Plaza
Diciembre de 2009. Bajo un cielo estrellado, el Flaco Spinetta y Diego Rapoport entregaron en Vélez uno de esos memorables momentos de la música de Spinetta Jade, aquella banda eterna que creó su propio oasis de jazz rock en los ochenta. Fue la última vez que estuvieron brillando juntos como diamantes en un escenario, recordando dos páginas históricas del cancionero spinettiano, como "Ella también" y "Umbral". No fue la última vez que se vieron. Eran muy amigos.
Diciembre de 2011. La semana anterior, Diego Rapoport, que residía en Bariloche desde hacía tres décadas, había viajado a Buenos Aires junto a unos amigos para visitar a Spinetta, que está recuperándose de su enfermedad. Fue como una despedida. El viernes último, de regreso a Bariloche, en un alto en el camino, Diego Rapoport habría sufrido un ACV. Los amigos lo encontraron en su auto, como dormido. Tenía 63 años.
Los seguidores del rock nacional recordarán fácilmente a Diego Rapoport por ese sonido "Rodhes" en los teclados, que le dio una identidad propia a esa formación emblemática de Spinetta, con la que grabaría, entre 1980 y 1984, Alma diamante , Los niños que escriben en el cielo , Bajo Belgrano y Madre en años luz .
"Cuando Diego Rapoport está tocando el piano, las notas pasan a ser gotas de luz que caen mansamente, en tanto desaparece la indiferencia y los límites de lo cotidiano se diluyen en una cascada luminosa que rodea al que lo escucha", decía una nota de la revista Pelo en 1980, presentando al músico que había ingresado a Spinetta Jade en reemplazo de Lito Vitale para aportarle a esa formación -que se completaba con el fallecido bajista uruguayo Beto Satragni, Héctor "Pomo" Lorenzo en batería y Juan del Barrio también en teclados- una marcada influencia jazzística.
Su sensibilidad musical impresionó a otras bandas de los ochenta, como Seru Giran, Seleste y Raíces, que lo tuvieron entre sus filas. La música que inspiraba a Rapoport se salía de la media rockera y tenía que ver con su formación junto al pianista Carlos Guastavino y sus gustos musicales: Keith Jarrett, Stevie Wonder, Chik Corea, Herbie Hancock, Erik Satie, Bach y Debussy.
Durante sus años de residencia en Bariloche, su luz también brilló junto a bandas locales y se transformó en un referente de la región como docente, irradiando a otros con su sencillez y maestría. "Para ponerse a hacer música hay que estar muy tranquilo, con mucha paz adentro, para que pueda fluir todo", decía en los tiempos de Spinetta Jade.
Rapoport encontró en la Patagonia la abrumadora paz del infinito.
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Amenábar - Spinetta Jade