Conozca a Takeshi Kitano : El Demonio Rojo
Página 12 - Suplemento RADAR - 27 de Septiembre de 1998)
Por Jordi Costa (Fragmento)
Por Jordi Costa (Fragmento)
Considerado la salvación del cine japonés actual, el multifacético Takeshi Kitano (que comenzó como actor de cabaret y luego condujo el programa más asqueroso de la TV nipona) Para los que se perdieron Violent Cop, Boiling Point y Escenas en el mar, siempre queda el reclamo pacífico a la Cinemateca para que vuelvan a programarlas.
Brutal y sensible a la vez, lírico y ultraviolento, estólido actor e histriónico presentador de concursos televisivos, intérprete de controlados recursos y cineasta de endiablada gramática, Beat Takeshi o Takeshi Kitano es una de las figuras más inclasificables de la moderna cultura popular nipona. Con Hana-Bi (Flores de fuego), su última película como director -y, probablemente, su obra maestra..
ESTAMOS EN EL AIRE Si alguien dijera que el presentador del programa televisivo más innoble del Japón podía ganar el máximo galardón en un prestigioso festival de cine, le concederíamos, en principio, escaso crédito. Sin embargo, eso es lo que ocurrió cuando la última película dirigida y protagonizada por Takeshi Kitano se alzó con el León de Oro del Festival de Venecia 1997, confirmando, por si todavía quedaba alguna duda, que la transformación de ese mito de la telebasura del Sol Naciente es uno de los más extraordinarios cineastas de nuestro tiempo. El proceso se había iniciado en 1989 con su ya notable ópera prima Violent Cop. Y se continuó con dos de sus filmes posteriores, que giran alrededor de (y pervierten) las convenciones genéricas de las películas de yakuza (la mafia japonesa): Boiling Point y Sonatine.
Años atrás, Kitano era presentador de unos salvajes concursos de la televisión, sembrados de sádicas pruebas de destreza, hasta que declaró, de buenas a primeras, su intención de convertirse en un cineasta de prestigio. Para muchos, sus palabras fueron una boutade: “Mi meta es ser un director reconocido, un director famoso internacionalmente. Quiero ganar el gran premio de Cannes. Y, cuando suba al escenario a recogerlo, no llevaré encima nada más que mi ropa interior, o una de esas tangas de luchador de sumo”. Actor de marmóreo rostro, capaz de transmitir a través de la claustrofobia del gesto, Takeshi Kitano se erige como el intérprete ideal para dar vida a un volcán siempre a punto de entrar en erupción. El controvertido personaje no es precisamente un desconocido para el público cinéfilo. En Furyo (Merry Christmas, Mr. Lawrence), la película de Nagisa Oshima con David Bowie, Tom Conti y Ryuichi Sakamoto, dio vida a la quintaesencia del espíritu marcial nipón en un campo de prisioneros de guerra aliados, corporizando al ingenuamente bestial (y, al final, conmovedor) sargento Gengo Hara.
Takeshi Kitano - Violent Cop (1989)(Trailer)
¿CREEN QUE SOY RARO? Cuando ejerce de actor, Kitano sigue firmando sus apariciones con el seudónimo de Beat Takeshi, una reminiscencia de sus comienzos en el café-teatro a principios de los 70, como miembro del dúo cómico The Two Beats. El estilo de la singular pareja -frenético, arriesgado y con un pie en la irreverencia- supuso una auténtica bocanada de aire fresco en el terreno de la comedia alternativa japonesa y obtuvo una legión de acólitos entre el público más joven. Pero Kitano no tardó en diversificar sus intereses profesionales, hasta convertirse en una figura de casi inabarcables tentáculos creativos: ha conducido programas de radio, escrito poesía y novelas (nunca traducidas ni al inglés siquiera, al menos hasta ahora), participado como actor en dramas televisivos y en películas internacionales de tan esquivo atractivo como Johnny Mnemonic (el mamarracho futurista de Robert Longo, con Keanu Reeves, que en estas costas se conoció como Fuera de control), pintado cuadros, escrito diversas columnas de opinión en periódicos de su país y se ha convertido en un icono televisivo inconfundible para todo el mercado oriental. De hecho, la transformación de Kitano en un cineasta de altura no ha finiquitado su carrera televisiva: mientras rodaba Hana-Bi, seguía presentando y apareciendo en siete programas semanalmente y se veía obligado a alternar sus dos trabajos: una semana la dedicaba a sus exigencias televisivas y la siguiente era exclusivamente consagrada a la película.
NO ME DIGAN QUENTIN A Kitano se lo ha bautizado erróneamente “el Tarantino japonés” y sus películas suelen ubicarse al lado de las de John Woo y otros maestros del cine de acción oriental. Sin que esto suponga ningún descrédito para Tarantino o Woo, es necesario subrayar que Takeshi tiene muy poco que ver con estos notables colegas de profesión (y, ocasionalmente, de género). Kitano ha logrado forjar un estilo propio basado en la sustracción del gesto, de la acción y de la palabra, desarticulando tramas policíacas en una escritura visual que apela constantemente a la inteligencia del espectador y a su capacidad para descifrar mensajes aparentemente criptografiados. Como uno de esos personajes trágicos y autodestructivos que pueblan su cine, Kitano ha declarado: “Si eres lo suficientemente valiente para intentar algo, incluso tu propia destrucción, podrás eventualmente triunfar”. Desde que accediera casi por casualidad en 1989 a la dirección de Violent Cop -película que, en principio, iba tan sólo a protagonizar-, el cineasta ha sido lo suficientemente valiente como para convertirse en un auténtico “auteur”, pero también ha estado al filo mismo de la autodestrucción.
NADIE ME QUIERE En 1994, tras su brillantísima Sonatine -película de gangsters apoyada en lo que podríamos llamar la poética de la inacción-, Kitano sufrió un grave accidente de moto que casi lo mata. El hecho de que el cineasta acabara de sufrir un sonado desengaño amoroso con su novia de toda la vida hizo correr rumores de un posible suicidio frustrado. De hecho, la compañía de seguros determinó que el accidente había sido culpa del damnificado y se libró de cubrir los abundantes gastos de recuperación. Kitano estuvo más de un año sin trabajar, circunstancia que llevó a productoras de cine y cadenas de televisión a cancelar sus contratos con el artista. Cuando regresó de la clínica australiana donde se había sometido a repetidas operaciones de cirugía, Kitano había acumulado una deuda de 20 millones de dólares y tuvo que cerrar su restaurante y su tienda de ropa: “Pensé que me iba a morir. Así que cuando me recuperé del accidente agradecí estar todavía vivo, aunque, aparte de ese consuelo, no tenía nada más. No podía pensar en otra cosa que en hacer una película para burlar mi mala suerte”. El resultado de ese propósito fue la inclasificable comedia erótica Getting Any?, que un crítico definió como “una versión de Porky’s dirigida por Eric Rohmer” donde un freak japonés hace todo tipo de vanos esfuerzos por echarse un polvo. Pero el franco propósito de alcanzar un éxito de taquilla no se resolvió de la manera esperada: la abrumadora extravagancia del film -que incluía parodias del cine de Kurosawa, de las películas anteriores de Kitano, de La mosca cronenbergiana y de mitos tan arraigados en la cultura japonesa como Godzilla- convirtió a Getting Any? en la película involuntariamente maldita de Kitano.
Taskeshi Kitano - Sonatine - (1993) (Trailer)
ASI ES LA VIOLENCIA PARA MI En sus heterodoxos films sobre la yakuza, Kitano pinta un retrato lacónico sobre la violencia. El espectral protagonista de Violent Cop se enfrenta a un mafioso homosexual en el centro de un caso de corrupción dentro de la policía de Tokio. Boiling Point es la antiheroica crónica del enfrentamiento de dos jóvenes jugadores de béisbol con la mafia japonesa. Y Sonatine es una arriesgada película de gangsters, cuyos protagonistas se pasan buena parte del metraje ocupando su ocio en absurdos juegos. Por otro carril transcurre Escenas en el mar (A scene at the sea), una película de aliento romántico sobre la relación entre una pareja de surfistas mudos, y Kid’s, un film casi autobiográfico sobre el carácter determinante de todo fracaso juvenil.
La capacidad de Kitano para asimilar influencias dispares es portentosa: mientras los personajes de sus películas duras remiten al mejor Paul Schrader, la pareja de amigos de Kid’s return recuerda más bien al primer François Truffaut. Carismático y popular como figura televisiva, el Kitano cineasta no ha logrado despegarse en su país de la etiqueta de director minoritario. Del casi fatal accidente le ha quedado la secuela de un tic en el rostro, que en Hana-Bi (Flores de fuego) se convierte en el único gesto posible para su atormentado personaje.
Pocos creadores han sido capaces de decir más con menos. Quizá consciente de ello, Kitano se ha empeñado, ahora, en dar dos películas por el precio de una. Mientras sus seguidores esperan que algún día pueda cumplir su promesa de recoger la Palma de Oro vestido de luchador de sumo, Takeshi acaba de anunciar su próximo proyecto: dos películas en el espacio de hora y media, una historia policíaca rodada según su manera habitual, seguida de su automática parodia inclemente.
Takeshi Kitano vuelve a la violencia en 'Outrage'
El director japonés Takeshi Kitano llevó a Cannes "Outrage", un filme con el que regresa a la violencia que tanta fama le dio en sus primeras películas y que llenó de sangre un festival que le recibió con bastante frialdad.
- 18/05/2010
Ultraje, atrocidad e incluso indignación son traducciones válidas para el título de esta nueva película de Kitano y cualquier de ellas van bien con una historia de yakuzas, en la que los miembros de esta mafia japonesa inician una escalada de violencia y asesinatos dentro de una extraña cotidianeidad.
Un torno de dentista se convierte en un arma terrible en manos de alguno de estos yakuzas, como un par de palillos clavados en un oído o una soga atada en su extremo a una barra anclada en el suelo y en el otro a la cabeza de un hombre sentado en un asiento de coche que acelera brutalmente. Esos son algunos de los métodos que usan los yakuza para matarse unos a otros. Al menos son los que han salido de la imaginación de Kitano.
Porque, como reconoció el director y actor en rueda de prensa, cuando escribe el guión intenta encontrar algo nuevo. Pero ese algo nuevo no es el lenguaje o los planos, son "formas nuevas y originales para presentar la violencia (...). Formas únicas de cómo matar a la gente", a las que luego añade elementos de la historia. Es decir, que la base de la estructura del guión son los asesinatos y las matanzas. Lo demás ya llegará.
Un esquema al que, sin embargo, ha añadido alguna novedad en este retorno a la violencia, como mucho más diálogo que en sus primeros filmes o una historia relativamente simple y directa. Un regreso a los filmes violentos causada por la demanda de los espectadores. "Cuando comencé a hacer películas, adquirí reputación como realizador que hacía filmes de violencia y comencé a hacer películas no violentas", explicó Kitano.
Por eso, hizo una serie de filmes sin violencia, lo que provocó que le preguntaran por qué no hacía violentos. "Y pensé que era el momento de volver a hacer las películas violentas, pero no repitiendo lo mismo", afirmó Kitano, que agregó: "si este filme no funciona, volveré a películas no violentas".
Ganador de más de 40 premios con apenas 15 filmes y conocido al principio por ser el creador de la serie de televisión titulada "Humor Amarillo", Kitano regresa con este filme al Festival de Cannes después de 11 años.
Takeshi Kitano - Outrage - (2010) (Trailer)