8 April 1929 – 9 October 1978
Jacques Brel, "morir, eso no es nada..."
10:05 08 de octubre, 2010
Por: Antonio Castillejo
"Es demasiado fácil cuando se acaban las guerras, ir a vociferar que era la última”. Jacques Brel escribía "Grand Jacques (C´est trop facile)" en 1953, cuando contaba con 23 años. Idealista e ilusionado, casi ingenuo, las letras de sus canciones flotan todavía en un limbo atemporal, como sus temas, universales y humanos: el amor y la muerte, la tierra, la lucha, la soledad...
Jacques Brel (Schaerbeek, Bélgica - 1929), el belga que mejor amó a Francia, era hijo de un próspero industrial fabricante de cartón, pero muy pronto supo que no continuaría con la dirección de la empresa paterna y, casi al mismo tiempo, comprendió también que la alta sociedad de Bruselas no aceptaría su espíritu inconformista y aventurero.
Empuñando como arma una guitarra, volcó sus inquietudes al papel y las cantó. "La Rose Noire", el club de jazz frente al Teatro Toone en la Rue des Bouchers de Bruselas, fue su primer escenario en 1952 y la confirmación de su destino dentro de la historia de la música del siglo XX.
Brel viaja a París para continuar sus estudios en el Instituto Saint Louis y allí conoce a Jacques Canetti que le invita a actuar en su teatro "Les trois Baudetes". Ignorando cualquier consejo, el joven cantante se instala en la capital francesa. Allí, los sueños de Brel se pulen como telonero de distintos artistas. Su momento llega en 1954 cuando compone "Quand on n´a que l´amour", con la que obtiene el Gran Premio de la Academia Charles Cros. "Entonces, sin tener nada más que la fuerza de amar, tendremos en nuestras manos, amigos, el mundo entero".
"Un hombre no debería cantar cosas así"
Tenía Brel el mundo en sus manos y no hacía más que empezar, comienza una vida de giras y continuos éxitos. "Ne me quitte pas" nace en 1957 y de inmediato se reconoce como la mejor canción de amor de la historia. "Un hombre no debería cantar cosas así" declaró Edith Piaf la primera vez que escuchó a Brel cantar su tema más famoso. "No me dejes. No quiero llorar más. No voy a hablar más. Me esconderé aquí, para mirarte, bailar y sonreír... para escucharte. Deja que me convierta en la sombra de tu sombra, la sombra de tu mano, la sombra de tu perro. No me dejes...".
Después llegaron "La valse a mille temps", "Les Flamandes", "Les Bourgeois",... y Jacques Brel se consagra al mismo tiempo que madura su poesía y su gesto. El inocente belga con aspecto de boy scout de los primeros años es ahora un cantautor comprometido y desgarrador que interpreta sus canciones y llora con ellas. "Llega hasta el límite de sus fuerzas porque la canción es su razón de ser, cada frase te da en plena cara y te deja un poco grogui", explicaba Piaf embelesada.
De esta etapa son "Bruxelles", "Le plat Pays" o "Amsterdam", el realismo triste, el gris del cielo flamenco envuelve sus letras. "Hay marinos que mueren llenos de cerveza y de dramas con las primeras luces, pero en el Puerto de Amsterdam, hay marinos que nacen en el calor espeso de las languideces océanas".
10:05 08 de octubre, 2010
Por: Antonio Castillejo
"Es demasiado fácil cuando se acaban las guerras, ir a vociferar que era la última”. Jacques Brel escribía "Grand Jacques (C´est trop facile)" en 1953, cuando contaba con 23 años. Idealista e ilusionado, casi ingenuo, las letras de sus canciones flotan todavía en un limbo atemporal, como sus temas, universales y humanos: el amor y la muerte, la tierra, la lucha, la soledad...
Jacques Brel (Schaerbeek, Bélgica - 1929), el belga que mejor amó a Francia, era hijo de un próspero industrial fabricante de cartón, pero muy pronto supo que no continuaría con la dirección de la empresa paterna y, casi al mismo tiempo, comprendió también que la alta sociedad de Bruselas no aceptaría su espíritu inconformista y aventurero.
Empuñando como arma una guitarra, volcó sus inquietudes al papel y las cantó. "La Rose Noire", el club de jazz frente al Teatro Toone en la Rue des Bouchers de Bruselas, fue su primer escenario en 1952 y la confirmación de su destino dentro de la historia de la música del siglo XX.
Brel viaja a París para continuar sus estudios en el Instituto Saint Louis y allí conoce a Jacques Canetti que le invita a actuar en su teatro "Les trois Baudetes". Ignorando cualquier consejo, el joven cantante se instala en la capital francesa. Allí, los sueños de Brel se pulen como telonero de distintos artistas. Su momento llega en 1954 cuando compone "Quand on n´a que l´amour", con la que obtiene el Gran Premio de la Academia Charles Cros. "Entonces, sin tener nada más que la fuerza de amar, tendremos en nuestras manos, amigos, el mundo entero".
"Un hombre no debería cantar cosas así"
Tenía Brel el mundo en sus manos y no hacía más que empezar, comienza una vida de giras y continuos éxitos. "Ne me quitte pas" nace en 1957 y de inmediato se reconoce como la mejor canción de amor de la historia. "Un hombre no debería cantar cosas así" declaró Edith Piaf la primera vez que escuchó a Brel cantar su tema más famoso. "No me dejes. No quiero llorar más. No voy a hablar más. Me esconderé aquí, para mirarte, bailar y sonreír... para escucharte. Deja que me convierta en la sombra de tu sombra, la sombra de tu mano, la sombra de tu perro. No me dejes...".
Después llegaron "La valse a mille temps", "Les Flamandes", "Les Bourgeois",... y Jacques Brel se consagra al mismo tiempo que madura su poesía y su gesto. El inocente belga con aspecto de boy scout de los primeros años es ahora un cantautor comprometido y desgarrador que interpreta sus canciones y llora con ellas. "Llega hasta el límite de sus fuerzas porque la canción es su razón de ser, cada frase te da en plena cara y te deja un poco grogui", explicaba Piaf embelesada.
De esta etapa son "Bruxelles", "Le plat Pays" o "Amsterdam", el realismo triste, el gris del cielo flamenco envuelve sus letras. "Hay marinos que mueren llenos de cerveza y de dramas con las primeras luces, pero en el Puerto de Amsterdam, hay marinos que nacen en el calor espeso de las languideces océanas".
"Empezar a engañar"
Brel era uno de esos raros autores que hablaban con honestidad de la vida y huían del éxito fácil. Con su disco "Olympia 64" ratifica una carrera ejemplar y en 1968, como siempre, se arriesga y compone la ópera "L´Homme de la Mancha" que se estrenó en el Monnaie de Bruselas. Los sueños y el idealismo de sus primeros años renacen en boca del hidalgo castellano.
Fue entonces cuando abandonó casi por completo el mundo de la canción porque, confesó más tarde, "estaba en el momento en que se empieza a engañar". Entre 1968 y 1973 se dedicó al teatro y al cine, apareció en algunas películas de escaso éxito y supo que estaba enfermo y la gravedad de su mal. En 1977 hace un guiño a la enfermedad que acabaría con su vida y realiza una última grabación de la que vendió en pocas semanas dos millones de copias cuyas ganancias donó a organizaciones de investigación y lucha contra el cáncer.
Ya muy enfermo, lo dejó todo y se embarcó en su velero, el Askoi, para recorrer el mundo. Murió el 9 de octubre de 1978 en un hospital cercano a París, aunque como Paul Gauguin, decidió pasar los últimos años de su vida en la Polinesia Francesa. En el archipiélago de Las Marquesas está la isla de Hiva-Oa y en ella, un tranquilo camino conduce hasta los acantilados del Cementerio del Calvario donde los restos del pintor francés y del poeta belga descansan frente al Pacífico.
Brel era uno de esos raros autores que hablaban con honestidad de la vida y huían del éxito fácil. Con su disco "Olympia 64" ratifica una carrera ejemplar y en 1968, como siempre, se arriesga y compone la ópera "L´Homme de la Mancha" que se estrenó en el Monnaie de Bruselas. Los sueños y el idealismo de sus primeros años renacen en boca del hidalgo castellano.
Fue entonces cuando abandonó casi por completo el mundo de la canción porque, confesó más tarde, "estaba en el momento en que se empieza a engañar". Entre 1968 y 1973 se dedicó al teatro y al cine, apareció en algunas películas de escaso éxito y supo que estaba enfermo y la gravedad de su mal. En 1977 hace un guiño a la enfermedad que acabaría con su vida y realiza una última grabación de la que vendió en pocas semanas dos millones de copias cuyas ganancias donó a organizaciones de investigación y lucha contra el cáncer.
Ya muy enfermo, lo dejó todo y se embarcó en su velero, el Askoi, para recorrer el mundo. Murió el 9 de octubre de 1978 en un hospital cercano a París, aunque como Paul Gauguin, decidió pasar los últimos años de su vida en la Polinesia Francesa. En el archipiélago de Las Marquesas está la isla de Hiva-Oa y en ella, un tranquilo camino conduce hasta los acantilados del Cementerio del Calvario donde los restos del pintor francés y del poeta belga descansan frente al Pacífico.
Más de tres décadas después de su muerte, el legado de Jacques Brel permanece vivo, el legado del hombre que tanto amó, del poeta, del actor y del músico...aunque como él mismo dijo: "Morir, eso no es nada, pero envejecer...¡Ah, envejecer!".
http://www.intereconomia.com/blog/volando-voy/jacques-brel-morir-eson-no-nada
http://www.intereconomia.com/blog/volando-voy/jacques-brel-morir-eson-no-nada
Jacques Brel - Amsterdam