sábado, 28 de mayo de 2011

Gil Scott-Heron / The Influential Voice of The Black Culture




Gil Scott-Heron: Icono de la cultura afroamericana muere a los 62 años

El influyente músico y poeta estadounidense Gil Scott-Heron murió en Nueva York a los 62 años.
Francisco Chacón - Madrid
Sábado 28/05/2011 19:14 horas


Fue un revolucionario de verdad. Basta decir que Gil Scott-Heron fue el inventor, el padrino del rap. El músico de Chicago perdió en la madrugada del sábado al domingo su batalla contra una infección contraída durante su reciente gira europea, aunque la causa de fondo es el HIV que padecía desde hacía dos décadas. Sus defensas se debilitaron demasiado.

A sus 62 años, era un músico venerado por las nuevas generaciones, pues su audacia encendió la chispa de la cultura del hip-hop al recitar poesía sobre texturas rítmicas 'in crescendo'. Su himno 'Revolution will not be televised' parecía toda una premonición al condensar la frustración por el rumbo tomado por Occidente en las últimas décadas.

Sus palabras herían la sensibilidad de las clases más (auto)complacientes de los Estados Unidos. Era un músico y escritor incómodo, de influencia inmensa, como demuestra la obra literaria de autores como el rasta Benjamin Zephaniah y, sobre todo, rostros musicales como Tupac Shakur, Public Enemy o Notorius Big.

Nada pudo hacerse por salvar la vida de Gil Scott-Heron en el hospital St. Luke de Nueva York, entre cuyos muros pronunció sus últimos susurros alguien que nunca se cansó de luchar (musicalmente) por los más desfavorecidos.

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Gil Scott-Heron - We Almost Lost Detroit





Muere a los 62 años Gil Scott-Heron

Leyenda de la música negra, su gran éxito fue 'The revolution will not be televised'

IKER SEISDEDOS - Barcelona - 28/05/2011

La poesía estadounidense, el soul airado, el jazz político y la cultura hip-hop perdieron ayer a uno de sus personajes más importantes e inspiradores. Gil Scott-Heron, símbolo perdurable de la contracultura y autor de la célebre The revolution will not be televised (pieza de spoken word de 1971 a la que se suele atribuir el padrinazgo del rap) falleció a los 62 años en el hospital St Luke's de Nueva York a causa de una enfermedad contraída en una reciente gira europea.

Scott-Heron, enfermo de SIDA desde hacía algo más de dos décadas, empleó la mitad de su vida en pelear contra una adicción que dio con sus huesos en la cárcel para cumplir una pena de año y medio por posesión de drogas. Su reciente vuelta a la vida de la música grabada con un disco, I'm new here, que tristemente no estaba la altura de su alargada leyenda, y una suerte de inane experimento de remezcla de ese material, que el joven músico Jamie XX tituló We're new here, devolvió la esperanza a los aficionados al sensacional corpus que grabó en los años 70 para sellos como Flying Dutchman, Strata-East o Arista con su nombre y con el del tándem irrepetible que formaba con el pianista Brian Jackson. Finalmente, todo quedó en un audaz espejismo que al menos supuso que un Scott-Heron realmente desmejorado actuase el año pasado en Madrid y Barcelona.

El músico, nacido en Chicago, criado en el sur por su abuela e hijo de un padre ausente, el primer futbolista negro que fichó el Celtics de Glasgow, irrumpió en la escena del jazz y la poesía de Nueva York para cambiar el curso de las cosas a finales de los 60. Aquel poeta negro estaba realmente enfadado y lo plasmaba en letras brillantes, llenas de aceradas referencias políticas, ariscas teorías de la conspiración y la clase de cosas "que no te cuentan en el telediario de las once". Se acompañaba de piano y del sonido de los bongos para lanzar sus diatribas en su debú: A new black poet: Small talk at 125th and Lennox (1970), que tomó su nombre del club de Harlem en el que fueron grabadas las sesiones.


En álbum se recoge una temprana y desnuda versión de su éxito más célebre, que abriría un año después Pieces of a man, considerado como uno de los mejores álbumes de los años 70. Esta vez, Scott-Heron se ayudó de una banda compuesta por algunos de los mejores jazzmen de su generación: Bernard Purdie (batería), Brian Jackson (piano), Ron Carter (bajo) y Hubert Laws (vientos).

The revolution will not be televised es un apresurado alegato contra la banalización del mundo, la superficialidad del consumo de masas, la sociedad del espectáculo y el estúpido glamour que todo lo invade ("la revolución no dará sex appeal a tu boca"). Llena de referencias culturales y políticas (de Tim Leary a Nixon, su gran némesis; de Natalie Wood a Jackie Onassis), la canción, a la que movimientos como el 15-M devuelven periódicamente todo su sentido, funciona como una llamada a la acción directa, a dejar el sofá, no esperar a la reposición y participar en los cambios en directo.

Este tema monumental corrió el riesgo de ensombrecer un álbum sin tacha, que incluye maravillas como Home is where the hatred is, el lamento familiar de un yonqui desgraciado, o Lady day and John Coltrane, una oda a Billie Holiday y al legendario saxofonista de jazz.

A este siguieron discos como Free will, Winter in America (que incluía otro de sus clásicos, The bottle, escalofriante radiografía del alcoholismo), The first minute of a new day o From South Africa to South Carolina.

La revolución de la música disco y sobre todo su hedonista manera de ver el mundo dejó más descolocado si cabe Scott-Heron que al resto de los músicos de soul de su generación. La tribu del rap, que tanto le debía, tampoco mostró interés por restaurar su figura en los primeros compases de la historia del género a principios de los 80 (aunque sus canciones se encuentran entre las más sampleadas).

Empleó los ochenta y los noventa en fumar crack, meterse en líos y girar por Europa, especialmente Gran Bretaña; era usual verlo en el Jazz Cafe de Londres a finales de los 90. En aquellos recitales actuaba ante una audiencia de devotos admiradores, chicos blancos que sacaban sus propias conclusiones de aquellos versos negros y le reverenciaban como a una de las voces más singulares de la música de los últimos cuarenta años.

Todos ellos podrían hacer propio hoy aquel lamento que cerraba su primer disco. ¿Quién va a pagar a partir de ahora las reparaciones de sus almas?

http://www.elpais.com/artic


Gil Scott Heron - Beginnings (The First Minute of a New Day)