Arranca en Ushuaia la cuarta edición de Jazz Al Fin, que este año homenajea al músico marplatense. En la ciudad más austral, el día más largo del año, con augurios de cataclismo inminente, la música seguirá sonando.
Escenarios Música 20/12/12 - 14:05
Por Marcelo Pisarro - Especial desde Ushuaia
Nadie en Ushuaia parece estar cavando refugios ni acaparando latas de arvejas. Pero la tentación de los comentarios obvios es casi irresistible y pocos se privan de juguetear con la idea del fin del mundo en el fin del mundo. Es que cada cierto lapso de tiempo se anuncia algún apocalipsis y la posibilidad se vuelve un factor lúdico en las interacciones cotidianas. Quienes tengan algunas décadas de vida recordarán otros cataclismos inminentes: el paso del cometa Halley o el Y2K, por ejemplo. Todavía seguimos acá, jugueteando con nuevos apocalipsis.
La expectativa fueguina es de algún modo opuesta: no se aguarda el fin del mundo sino el día más largo del año. En Ushuaia hace frío en invierno y hace frío en verano; varía el rigor, la presencia o ausencia de nieve, pero el frío es inevitable. Aquello que de veras cambia con las estaciones es la luz. Los días son brevísimos en invierno y se extienden hasta lo imposible en época estival. Lo que se espera cada 21 de diciembre es el solsticio de verano: la noche más efímera en el hemisferio sur. Apenas unas cuatro horas de oscuridad, acá en la isla. O de manera simétrica e inversa, veinte horas de buena luz para caminatas y paseos y picados de fútbol. Y grandes fiestas de música electrónica, también.
Este es el contexto además de los pinos centellantes que anuncian las celebraciones navideñas y las marcas callejeras que señalan conflictos gremiales en marcha para la cuarta edición de Jazz Al Fin. Este año, el festival de jazz más austral del planeta está dedicado a la figura de Astor Piazzolla. "LiberJazz", lo bautizaron, por eso de no poner a prueba la paciencia de la imaginación.
Piazzolla es una figura difícil en el escenario cultural. Es difícil porque durante mucho tiempo se lo discutió, se discutió su música, la naturaleza misma de su música, y luego, la naturaleza de toda la música, y más tarde, cuando las viejas rencillas se hicieron anticuadas, Piazzolla se volvió indiscutible. Piazzolla se convirtió en maestro, en genio.
Y lo cierto es que Piazzolla no fue maestro ni genio. Simplemente fue un músico que hizo algo excepcional con los límites del lenguaje, con los límites de lo decible; que se permitió desafiarlos, ignorarlos, abrazarlos y rechazarlos, a veces todo a la vez. Al poner a prueba los límites, al permitirse oír lo que tenían para decir, al permitirse no oírlos, Piazzolla produjo y ejecutó una música que no se había escuchado antes y que luego sería otra versión de las noticias de todos los días: nuevas demarcaciones, nuevas restricciones sobre la conversación pública. De igual manera que Miles Davis o Sex Pistols, que The Beatles o Tom Jobin, Piazzolla desarrolló un sistema coherente de comunicación, y acto seguido, obturó cualquier posible nueva comunicación. Tango o no tango, sonidos urbanos, ensambles o qué, Piazzolla se volvió la "música de Buenos Aires": una placa, un monumento, un significado inmóvil. Y excepto los turistas y algunos pocos curiosos, nadie se detiene a leer las placas ni mira dos veces los monumentos. En el terreno del arte y del negocio, es la historia más antigua del mundo.
Durante este año hubo toda clase de homenajes bajo la excusa de las dos décadas transcurridas desde su muerte. La de Jazz Al fin atesora todos los finales: el homenaje final, en el fin del mundo, a fin de año, durante otro fin del mundo que no será tal.
Esta noche si vale la expresión, pues en la noche todavía será de día se presentará el espectáculo Espejos del tango y el trío de Mario Parmisano; mañana habrá cine y luego el sexteto del cordobés Fernando Tarrés deberá probar una vez más si, como se dijo, tiene entre manos lo mejor que se hizo con la música de Piazzolla luego de Piazzolla; el sábado, tocará el guitarrista Néstor Alonso y por último, Escalandrum y su premiado disco Piazzolla plays Piazzola. En el medio, jams de madrugada, clínicas y charlas (el crítico Diego Fischerman hablará mañana a las 11.00 en la Boutique del Libro).
"La música de Piazzolla es muy superior a sus propias ideas acerca de esa música", escribió Fischerman. Por eso en conjunto es un buen intento: extraer la música de Piazzolla del monumento de Piazzolla. Aunque a veces se imponga otra historia antigua en el terreno del arte y del negocio el formato de homenajes, de maestros y de genios.
Cualquiera sea el caso, los comentarios obvios seguirán siendo tan irresistibles como la elección de composiciones obvias: no sería bueno que en el fin del mundo, luego del fin del mundo, se escuchara "Suite Punta del Este"? Es lo que se oía mientras Bruce Willis, en 12 monos de Terry Gilliam, exploraba los escombros de las sociedades modernas. Lo que se oía luego del fin del mundo.
http://www.revistaenie.clarin.com/escenarios/musica/Astor-Piazzolla-Jazz-al-fin-Ushuaia_0_832116983.html
Astor Piazzolla - Fugata - La Camorra (1989)