domingo, 31 de octubre de 2010

Osvaldo Fresedo / El Pibe de La Paternal


Osvaldo Fresedo, el pibe de la Paternal

Sábado 30 de octubre de 2010
Por Manuel Adet


En 1927 un porteño o, por qué no, un santafesino, que quisiera disfrutar con su esposa un momento agradable en Buenos Aires, podía asistir al cabaret Tabaris de calle Corrientes para apreciar las virtudes de la orquesta de Osvaldo Fresedo, considerada la más elegante y distinguida de la ciudad. Si en el Tabaris no había localidades podía optar por el teatro Fénix de Flores, donde actuaba la segunda orquesta de Fresedo con el añadido de que esa formación contaba con la presencia de un joven pianista que se llamaba Carlos Di Sarli.

Si el Tabaris o el Fénix estaban colmados de público, algo muy probable un viernes o un sábado a la noche, quedaba la alternativa de tres orquestas más que pertenecían a Fresedo, porque en ese año funcionaban simultáneamente en la noche de Buenos Aires cinco orquestas típicas dirigidas por él, una hazaña que sólo logrará equiparar Francisco Canaro en la década siguiente.

Para ese entonces Fresedo contaba con treinta años, hacía más de diez que dirigía orquestas y entre 1925 y 1928 ya llevaba grabado más de seiscientos temas con el sello Odeón, casi la mitad del total de grabaciones que hará quien durante más de sesenta años estuvo presente con su orquesta en los mejores escenarios de la música ciudadana.

Provenía de una familia de muy buena posición económica que curiosamente decidió vivir en el popular barrio de La Paternal, motivo por el cual el futuro director de orquesta será conocido como “El pibe de la Paternal”, del mismo modo que Pedro Maffia para muchos el más grande bandoneonista de todos los tiempos- era conocido como “El pibe de Flores”, así como Carlos Marcucci fue “El pibe de Wilde” y Ernesto Ponzio, directamente, “El Pibe Ernesto”.

Osvaldo se volcó al tango desde la adolescencia. Estudió con esmero y se formó al lado de los mejores bandoneonistas de su tiempo. Se dice que en 1914 debutó en el Café Paulín y ya para entonces su hermano Emilio lo acompañaba con el violín. En 1916 formó un dúo con Vicente Loduca y estrenaron un tema de su autoría: “Amoníaco”.

No tenía aún dieciocho años cuando acompañó a Eduardo Arolas en el cabaret Montmartre y al gran Roberto Firpo en el Pigall. Digamos que el joven se fogueó al lado de los grandes maestros de la llamada “Guardia vieja” lo que no le impidió relacionarse con los grupos de vanguardia de su tiempo. Para esa misma época integra un trío con Juan Carlos Cobián y Tito Roccatagliata.

Alrededor de 1918 constituye su primer conjunto acompañado por José María Rizzutti en el piano, Julio de Caro, Hugo Baralis en el contrabajo y Juan Koller en el violín. La flamante orquesta debuta en Casino Pigall, pero al año siguiente Fresedo viaja a Estados Unidos contratado por el sello Víctor. Lo acompañan Roccatagliata y Enrique Delfino. En Estados Unidos se presentan como una orquesta que ejecuta “jazz argentino”, es decir el tango, motivo por el cual algún historiador asegura que en esta gira de músicos argentinos por Estados Unidos se establece esa singular alianza entre el jazz y el tango que Fresedo siempre mantendrá vigente. La orquesta se llamará “Típica Select” y graba en Nueva York alrededor de cincuenta temas.

Para mediados de la década del veinte, Osvaldo Fresedo y Julio de Caro son considerados los grandes directores de orquesta de su tiempo, los que instalan el tango en la clase media y la clase alta de un país que crece y se moderniza a saltos con un público cada vez más exigente y snob que hace rato ha dejado de considerar que el tango es una música de los bajos fondos. De Caro y Fresedo -no los únicos, pero sí los principales- son quienes los han convencido de esa verdad.
La orquesta preferida por los círculos aristocráticos y distinguidos de Buenos Aires sin duda que es la de Fresedo. Su estilo es un dechado de delicadeza y elegancia. Los ligados, los solos de piano de ocho compases, los contracantos de violines y los fraseos del bandoneón con la mano izquierda del propio Fresedo, eran una verdadera marca en el orillo de la orquesta que privilegiaba la sonoridad y que se jactaba de brindar verdaderos conciertos..

Según Fresedo, cada tema se preparaba minuciosamente. Los integrantes de la orquesta ensayaban por separado. Primero las cuerdas, luego los bandoneones y finalmente el piano y el violoncello. Cuando todos los integrantes de la orquesta se reunían, el tema musical estaba elaborado hasta en los detalles y cada músico sabía lo que tenía que hacer.

La calidez de su estilo se correspondía con la elección de los cantores. Desde los primeros estribillistas de la década del veinte hasta los cantantes de los años cincuenta y sesenta, todos sostienen un estilo que algunos críticos calificaron de “abolerado” o “romántico”. Los grandes cantantes de Fresedo fueron adquiriendo con los años vuelo propio, pero sus nombres quedaron ligados a la orquesta que los lanzó al estrellato: Roberto Ray, Ernesto Fama, Ricardo Ruiz, Osvaldo Cordó, Oscar Serpa, Armando Garrido y Héctor Pacheco.


La orquesta actúa en los grandes salones de Buenos Aires y es invitada a los casamientos y fiestas de Barrio Norte. Sus músicos y cantores visten riguroso frac, la orquesta brinda verdaderos conciertos y las letras de los tango eluden el lunfardo, las acciones violentas y se limitan a narrar románticas historias de amor.

A las presentaciones en Buenos Aires le suceden luego las giras por Estados Unidos y Europa donde su calidad es reconocida por un público mucho más exigente. La presentación de la orquesta en el célebre teatro Opera de París fue considerada antológica. Los temas musicales se corresponden con el estilo. Los más célebres son “Vida Mía”, “Isla de Capri”, “Arrabalera”, “El Espiante”. “El Once”, “Sollozos”, “Siempre es carnaval”, “Si de mi te has olvidado”, entre otros

En Buenos Aires continúan los reconocimientos. En esos años graba con Carlos Gardel dos temas clásicos: “Perdón Viejita” y “Fea”. La orquesta se presenta en el Palacio Errázuriz para homenajear al Príncipe de Gales y es convocada por Cantilo, gobernador de la provincia de Buenos Aires, para agasajar al príncipe Humberto de Saboya. En la década del treinta Fresedo amplía su orquesta y sus recursos. Los músicos que lo acompañan son de primer nivel, entre los que merecen mencionarse a Emilio Barbato y Roberto Pansera. Asimismo, al bandoneón, el piano y los violines, le agrega en algunos casos la batería y los redoblantes con escobillas y platillos.

Cuando se inician los años cuarenta y la presencia de grandes orquesta dirigida por excelentes músicos constituyen una seria competencia, Fresedo se adapta a los nuevos tiempos profundizando su estilo y acentuando el perfil “abolerado” de la orquesta, una elección acertada porque en el campo de la música popular el bolero en esa década parece ser el género preferido por las parejas de bailarines.

Fresedo murió en Buenos Aires en 1984, pero hasta casi los ochenta años estuvo en los escenarios donde era reconocido y considerado como una verdadera leyenda. Sus años de esplendor pertenecían al pasado, pero nadie discutía su talento. Piazzolla, Troilo, Pugliese lo respetaban y lo consideraban uno de los grandes fundadores del género. No se equivocaban ni exageraban.


http://www.ellitoral.com/index.php/diarios/2010/10/30/escenariosysociedad/SOCI-03.html

Adiós Muchachos-Osvaldo Fresedo & Dizzy Gillespie-1956-Night Club Rendez Vous-Buenos Aires

sábado, 30 de octubre de 2010

Wayne Shorter Quartet / Imprevisible & Talentoso Mr.Weird


El enigma Wayne Shorter

El Maestranza recibe mañana al gran saxofonista estadounidense, uno de los músicos más singulares de su generación, la que formaron los últimos héroes del jazz 'Wayne Shorter'. Mañana, en el Teatro de la Maestranza.

Alberto Marina Castillo / SEVILLA Actualizado 30.10.2010 - 05:00
Cuentan que, en sus años de estudiante, la funda de su saxo lucía la inscripción Mr. Weird (Sr. Rarito). Si es cierto o sólo producto de las habladurías, no podemos aclararlo, pero algo crucial se desprende no obstante de la anécdota: que Wayne Shorter es un tipo inclasificable, excepcional, un raro, si quieren; y que, ya desde sus años mozos, es plenamente consciente de su radical individualidad. Es ése un rasgo compartido por sus compañeros de generación: aquellos singulares Sonny Rollins, Miles Davis, Ornette Coleman, John Coltrane, Bill Evans, Konitz, Mulligan, última hornada de héroes del jazz, capaces de modelar una nueva música con las cenizas que había dejado a su paso el incendiario be-bop.

Wayne Shorter nos visita mañana, en formación de cuarteto: Danilo Pérez, John Patitucci y Brian Blade, el mismo grupo con que grabara su disco Footprints-Live (2002). Con aquel disco inauguraba Shorter una nueva etapa de su carrera, fichando para Verve y recuperando tímidamente su anterior pujanza. Atrás quedaban, al parecer, los malos tiempos, y un par de álbumes más, Alegría (2003) y Beyond The Sound Barrier (2005), parecían asegurar el esperado retorno. Pero, ¿qué fue de aquel young lion que se hacía llamar Mr. Weird? ¿Qué rumbo tomó? ¿De dónde regresa este Shorter que cumplió ya los 77?

Tras el servicio militar y su fugaz paso por la banda de Maynard Ferguson, en 1959 se alista en los Jazz Messengers: allí, junto a su compadre Lee Morgan, Bobby Timmons, Jymie Merritt y bajo la tutela de papá Blakey, Shorter afilaría su sonido y desarrollaría sus dotes para la composición. Florece Shorter y está por ver qué lugar ocupará en la Meca de los saxos tenores, donde aguardan como tótems Sonny Rollins, Dexter Gordon, Coltrane. Shorter no se achanta y toma las riendas de los años 60. 1964 es un año de plenitud: por una parte, graba como líder, para la casa Blue Note, tres grandes álbumes: Juju, Night Dreamer y Speak No Evil. Esas tres sesiones, así como sus colaboraciones (como en Search for the New Land, de Morgan, ¡ese mismo año!) dan idea de la madurez de esta nueva voz del saxo tenor, e insinúan la dirección que tomará el jazz a partir de entonces: lo imprevisible. Ese mismo año ingresa en el llamado segundo quinteto de Miles Davis, segundo no porque Miles no hubiera hecho piruetas con otros quintetos tras aquel mítico quinteto formado por el trompetista, Coltrane, Chambers, Garland y Philly Joe Jones, sino por la sencilla razón de que este nuevo grupo -Miles junto a Shorter, Herbie Hancock, Ron Carter y Tony Williams-, y si obviamos otras jugarretas de este escurridizo púgil del jazz, como Birth of the Cool o Kind of Blue, supone un verdadero segundo asalto de Miles, quién sabe si definitivo asalto, jugando con un formato clásico para refundar el género, o dejarlo KO. Acuñarán álbumes soberbios: E.S.P., Miles Smiles, Sorcerer, Nefertiti, hasta la disolución que supone In a Silent Way. Es una nueva manera de entender el jazz y la vida. El jazz entronca con otras corrientes liberadoras y un nuevo público, ávido de nuevas sensaciones y rock & roll. Se reafirman las individualidades. Cada músico encuentra un espacio propio aparentemente ilimitado, y en su búsqueda hacia nuevos horizontes siente el respaldo de otros individuos: el combo de jazz, para bien y para mal, no volverá a ser lo que era.

La culminación -o el declive, según se mire- llegará en los 70, cuando Shorter funde, con Joe Zawinul, el controvertido grupo Weather Report. Sea como fuere, donde quiera que el crítico de turno sitúe el momento preciso de su declive, en su búsqueda incansable Shorter pareció perderse, complicándose y emboscándose hasta tal punto, que lo vimos replegarse en sus conciertos como si no lograra dar con el hilo en su propio laberinto. Pero es cierto que está de vuelta y que su música -dejemos a un lado por fin las etiquetas histórico, clásico, imprescindible- promete siempre un vuelco, lo inesperado.


Wayne Shorter Quartet - (Shorter-Patitucci-Perez-Blade) - Köln Germany (2007)

viernes, 29 de octubre de 2010

Keith Jarrett & Charlie Haden / Perseguir La Belleza


Evocaciones de Jarrett

Viernes 29 de octubre de 2010
Por Pablo Gianera

Para hablar de Jasmine , el disco de Keith Jarrett en dúo con el contrabajista Charlie Haden, habría que remontarse a 1994, cuando se publicó At the Deer Head Inn , concierto en el local homónimo de Allentown, Pensilvania. La referencia tiene una explicación simple: Jasmine , grabado en 2007, es el disco más inspirado de Jarrett desde entonces, si por inspiración se entiende originalidad impremeditada, feliz. Los dos discos se hicieron en lucha contra incomodidades mínimas pero decisivas para alguien tan atento, en todo sentido, a los detalles: en Deer Head Inn , el local estaba muy húmedo y el clima era bochornoso; en Jasmine , el malestar es más inmediato: procede del mal mantenimiento del viejo Steinway que el pianista tiene en su casa. Ni en un caso ni el otro (como tampoco en la dureza del piano usado en el Köln Concert ) el pianista se sentía cómodo, pero la música que tocó no podría sonar más relajada, como si lo adverso fuera para Jarrett una de las condiciones de la serenidad: quizá porque esa adversidad llama la atención justamente sobre sí misma y distrae de aquello que se está haciendo; en este caso, música. Posiblemente, en el jazz lo que mejor se hace se lo hace sin pensar, y eso supone haber pensado antes.

En los ocho standards , Jarrett y Haden mantienen una conversación de entrecasa, sin otro protocolo que el permiso de pensar en voz alta. La versiones se mantienen más apegadas al tema que en otras ocasiones, pero son asombrosas las perspectivas melódicas que Jarrett consigue aun con esa cercanía en "Where Can I Go Without You" y sobre todo en "Body and Soul".

Cuando los discos con su trío (horas de conciertos en grandes salas que el productor Manfred Eicher dosifica a discreción) muestran ya signos evidentes de rutina, Jasmine recupera esa matriz de todo jazz que Jarrett parecía haber postergado: la invención despreocupada. Una tenue alegría sobrevuela el disco, tal vez efecto de cierta funkiness que Jarrett señala en el booklet . Pero es en todo caso esa alegría, con algún punto de tristeza, de quien encuentra todavía una resonancia inesperada en cada evocación.


Keith Jarrett / Charlie Haden - Body and Soul (A Lupo)

Lou Reed /Centre de Cultura Contemporània de Barcelona


Lou Reed visitará Barcelona para presentar el libro 'El Cuervo'


El 4 de noviembre hará una lectura pública en el CCCB de la obra que, ilustrada por Lorenzo Mattotti, adapta el álbum conceptual 'The Raven',

ALBERT LLADÓ Barcelona 29/10/2010

El mítico miembro de The Velvet Underground, Lou Reed, vuelve a Barcelona, el 3 y 4 de noviembre, para presentar el libro El Cuervo, una obra realizada mano a mano con el ilustrador italiano Lorenzo Mattotti, y con la que la editorial Alfabia celebra su segundo aniversario.

El Cuervo es la adaptación del álbum conceptual The Raven, editado en 2003, un disco de Reed inspirado en el universo de Edgar Allan Poe, donde mezclaba música y spoken-word.

Lou Reed hará una lectura pública de la obra, en la que Mattotti ha ilustrado su "atmósfera pesadillesca y bufa a la vez", en la sala grande del CCCB, a las 13.00 horas del próximo 4 de noviembre. Un día antes, se le podrá ver firmando ejemplares, a las 19.00 horas, en el Fnac Triangle.


http://www.lavanguardia.es/cultura/noticias/20101029/54062370405/lou-reed-visitara-barcelona-para-presentar-el-libro-el-cuervo.html

jueves, 28 de octubre de 2010

Neil Young / Annual Bridge School Benefit Concert


Neil Young, Buffalo Springfield y Pearl Jam juntos en el Bridge School Benefit Concert 2010

Por Flashman el Tue, 26 Oct, 2010

Neil Young reunió, más de cuarenta años después, a Buffalo Springfield, para participar en el concierto benéfico anual Bridge School Benefit. Stephen Stills, Richie Furay y Neil Young, en los dos conciertos que ofrecieron, interpretaron canciones como ‘On the Way Home’, ‘Rock & Roll Woman’, ‘Go and Say Goodbye’, ‘Burned’, ‘Bluebird’ o ‘Mr. Soul’.

Young organiza anualmente desde hace 24 años un concierto benéfico en el norte de California a favor de la escuela Bridge School, en el cual invita a colaborar a otros grupos de su gusto. En “Cosas que los nietos deberían saber”, Mark Oliver Everett cuenta un par de anécdotas sobre la participación de Eels en el concierto allá por 1998, y de la sensación que le produjo conocer a uno de los ídolos de su hermana.

En la edición 2010, que se ha celabrado el fin de semana pasado, han participado Buffalo Springfield, Elvis Costello, Billy Idol, Modest Mouse, Grizzly Bear y sobre todo Pearl Jam, alejados del directo por un tiempo, pero que han tenido a bien subirse al escenario con Neil Young para tocar “Walk with me”.

Neil Young & Pearl Jam - Walk With Me - Bridge School Benefit Concert- 23-10-2010

martes, 26 de octubre de 2010

Tom Waits / Brawlers, Bawlers & Bastards


Tom Waits: Un huérfano del presente.

Es un maldito, como los poetas de hace más de un siglo. Marginal y rota, la voz de Tom Waits parece salir del fondo de una lata de gasolina vacía. Ahora, en este mercantil siglo XXI, Waits saca un disco triple dedicado a sus héroes: los llorones, los peleones y los bastardos.

Por: Manuel Kalmanovitz G

Tom Waits debió de haber sido un personaje de En el camino, de Jack Kerouac. Uno de esos cantantes que tocan en barsuchos de mala muerte, en pianos empolvados y sin afinar, en bares con ventanas tapiadas en donde no importa si es de día o de noche. Un cantante sin futuro y sin pasado, ahogando sus penas, literalmente, en bourbon.

Pero ésa no fue la vida que le tocó a Waits. En parte, porque ese mundo ya había comenzado a desaparecer cuando llegó al mundo, en 1949. Ahora, Tom Waits es un reconocido cantautor –y no hay mejor término–, así haya que esforzarse por espantar las imágenes de mochileros guitarrudos con saco de alpaca que la palabra conjura, porque, de eso, Waits no tiene nada.

Waits ha ganado premios Grammy (en 1992), fue nominado a un Oscar (por la banda sonora de la película de Francis Ford Coppola One from the Heart), ha vendido millones de discos y a finales de noviembre de este año sacó un ambicioso disco triple: Orphans, que, una semana después de su lanzamiento, estaba entre los quince más vendidos en amazon.com.
A pesar de su éxito, el universo de Waits sigue siendo ese mundo de desesperanza, cigarrillo y alcohol. Un mundo que al comienzo tenía algo de romántico pero que se ha vuelto más sobrio. La desesperanza ahora es general y etérea, no concreta como la de los borrachos con el corazón roto de su primera época.

En total hay cincuenta y dos canciones en Orphans, treinta de ellas nuevas. Cada uno de los discos tiene un título y cierta unidad conceptual o musical. El primero se titula “Brawlers” [Peleones] y son canciones más bien agitadas y ruidosas. Aunque no todas comparten la desesperanza, ahí está “Road to Peace”, sobre el desastre actual en el Medio Oriente. Y otra que dice en el coro: “Estoy perdido en el fondo del mundo”. El segundo, titulado “Bawlers” [Llorones] está compuesto de baladas. Y acá sí que la desesperanza brilla. “Cuida a todos mis hijos/porque no sé cuándo regresaré a casa”, dice una. Y otra: “En nuestro aniversario/Habrá otra persona en donde solías estar”. El tercero, “Bastards” [Bastardos], es más experimental, incluye varias canciones habladas.

El libro que viene con Orphans incluye imágenes del cantante al lado de fotografías de los años cincuenta, cuando la gente usaba sombrero. Un señor y un niño sostienen una llanta y miran a la cámara. Siete señoras posan sonriendo con abrigos y zapatos de tacón. Es un mundo que parece más afín a Tom Waits que cualquier cosa del presente.

Pero ése ha sido el caso desde el comienzo, esa falta de sincronía entre Waits y su presente ha estado siempre ahí. Lanzó su primer disco, Closing Time, a los veintitrés años, en 1973, el mismo año en que la sicodelia hippie evolucionaba hacia lugares extraños (Dark Side of the Moon de Pink Floyd, por ejemplo). Pero mientras el mundo digería el legado hippie, Tom Waits prefirió armarse un presente donde seguía con vida la tradición de música popular estadounidense de los treinta, cuarenta y cincuenta, que desapareció tras el apogeo del rocanrol.

En el comunicado de prensa de su segundo disco, The Heart of Saturday Night, de 1974, Waits escribió: “Me gusta el smog, el tráfico, la gente rara, problemas mecánicos en los autos, vecinos ruidosos, bares concurridos, y paso la mayor parte del tiempo en mi auto yendo a cine”. Es como si se refugiara en esta mitología inspirada en los poetas beat de los cincuenta, en Kerouac y Corzo, Thelonius Monk y Bing Crosby, para evitar el presente (en 1974 la guerra de Vietnam entró en su etapa final, el presidente Nixon renunció).

Waits quería un lugar dentro de esa mitología clásica estadounidense. Al salir de gira escogía los hoteles más pintorescos y decadentes, por su nombre o por tener un bar con atmósfera. A los periodistas les decía que su madre lo había dado a luz en el asiento trasero de un taxi, en el parqueadero de un hospital.
Pero detrás de la fachada y de las historias dudosas, había un compositor ambicioso –artísticamente, sobre todo– que además de preservar cierta tradición, quería darle un giro. La confianza para hacerlo llegó en los ochenta, cuando conoció a Kathleen Brennan, su esposa y con quien, hasta hoy, compone buena parte de sus canciones. La segunda parte de su carrera comenzó con la trilogía de Swordfishthrombones (1983), Rain Dogs (1985) y Frank’s Wild Years (1987), que sigue siendo una maravilla. “Mi vida había cambiado y mi música había seguido igual. Pensé que debía encontrar una forma de acercarlas. No tanto a mi vida como a mi imaginación”, dijo entonces. Ahí comenzaron varios proyectos paralelos. Proyectos de actuación (Down by Law de Jim Jarmusch) y música para obras de teatro de Robert Wilson (The Black Rider, 1993, Blood Money, 2002, y Alice, 2002). Además, Brennan y él tuvieron tres hijos.
En todo este tiempo, Waits ha logrado mantener su integridad como pocos. Aún ve con desconfianza, para no decir horror, la comercialización excesiva de la música, las canciones usadas en comerciales de cerveza, de carros, de gaseosa. Una propaganda de pasabocas utilizó a un imitador suyo y Waits los demandó y ganó. “Aparentemente el mayor reconocimiento que nuestra cultura puede darle a un artista es estar en un comercial desnudo y ronroneando en la capota de un auto nuevo”.


Tom Waits - Orphans: Brawlers, Bawlers & Bastards- Bottom of the World

lunes, 25 de octubre de 2010

Albert Ayler / 40th Years, Little Bird



Albert Ayler, el artísta maldito del jazz

Por Jorge H. Andrés
21 de febrero de 2005


Cuando, a fines de 1970, Albert Ayler apareció flotando en el East River de Nueva York como si se hubiera ahogado la noche anterior, llevaba desaparecido veinte días. Tenía treinta y cuatro años y nadie lo conocía fuera del gueto de los vanguardistas, donde, luego de varias temporadas en Europa y seis álbumes grabados para el mismo sello de John Coltrane, su protector, se había hecho temer pero no respetar. Por eso, a pesar de tan extraña muerte y de una obra única por su contenido místico y expresión rabiosa, no hicieron de él un mártir o una leyenda.

Albert Ayler fue el más grande artista maldito del jazz, no en el sentido romántico que ha adquirido la categoría, sino en un extremo trágico, con todo el dolor que implica haber sido tomado a risa, expulsado a gritos en medio de un solo -que no eran tan largos ni incoherentes como se ha dicho-, acusado de analfabetismo musical y de ser un bárbaro del saxofón, algo así como la encarnación de todos los excesos atribuibles al free jazz.

Lo cierto es que no era culpable de nada de eso; su música sonaba elemental, primitiva, fervorosa y descontrolada, al servicio de un discurso sin restricciones, pero no caótico, y aunque nunca hubo lugar para otra propuesta espiritual que la de Coltrane, las composiciones de Ayler -mezcla de marchas fúnebres y militares, clarinadas, himnos gospel y residuos del jazz antiguo, con títulos como "Espíritus", "Fantasmas", "Brujas y demonios" o "La verdad viene marchando"- tenían estructura clara, extensión más lógica, un desarrollo atropellado, pero coherente, y lograban transmitir una convicción religiosa realmente conmovedora.

Lo que ofendió a fondo fue la técnica que había creado para buscar a Dios tocando el saxo tenor, lo que él llamaba "el grito silencioso" y era en realidad un alarido que metía miedo por su potencia, la falta de relación con cualquier gentileza musical y una intensidad como nunca se volvió a lograr en el jazz. Un sonido inolvidable hasta para quienes lo toleraban por unos pocos segundos y que obtenía soplando desde el fondo de la garganta las cañas más duras que se podían encontrar.

Albert Ayler y sus pocos álbumes, junto con todo el jazz free de los años sesenta, han permanecido intencionalmente olvidados, y si su nombre vuelve a cobrar actualidad periodística no es porque haya surgido algún interés por ese esplendoroso período, sino gracias a la edición de "Espíritu Santo", un cofre cuadrado que contiene un libro de doscientas páginas, reproducciones facsimilares de la revista Cricket y otros panfletos de época, una fotografía ajada del músico en la niñez, su caligrafía en papel con membrete del hotel Esplanaden, una nomeolvides seca y, bien en el fondo, como significando que no es lo principal de este excepcional tributo, diez discos compactos de los cuales sólo ocho contienen fragmentos de música.

La descripción podría corresponder a otra de esas incómodas extravagancias discográficas que terminan olvidadas en algún rincón, pero basta su apariencia de caja negra tallada, con información clave de la catástrofe Ayler -no la explicación de su muerte, pero sí muchos secretos de su vida- para volverla atractiva y, por el libro y las dos horas y media de conversaciones, imprescindible para cualquier interesado en la personalidad de este renegado genial.

Los discos con música -toda inédita, a veces trunca y de sonido imperfecto- no agregan nada que supere las grandezas conocidas, pero completan conciertos publicados en forma parcial, permite escuchar formaciones que nunca grabaron y registra momentos cruciales, como fueron su fugaz participación en un cuarteto de Cecil Taylor y los seis minutos y medio que a fines de julio de 1967 tocó en el funeral de John Coltrane, que lo había dejado programado como último deseo. Un respaldo póstumo que no consagró a Albert Ayler como su sucesor, porque ésa era la idea.

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=681329

Albert Ayler - Ghost




Albert Ayler: Muerto como un perro.



Por Tomás Martínez (Sadhú)

Imposible no reconocer el peculiar vibrato y textura del saxo, tanto alto o tenor, de Albert Ayler. Alejado del virtuosismo, bajo el pseudónimo "Little Bird" (por su sonido influenciado por Charlie Parker) da sus primeros pasos en la escena musical de la mano del R n´B. Su tiempo en la Armada de USA (1958-1961) lo pasará tocando en la banda, influencia que se verá más adelante cuando encuentre su propia voz y se proclame como uno de los padres indiscutibles del free jazz y, porque no decirlo, de la fusión.

Albert no encuentra su sitio en Estados Unidos, por lo que pasará gran tiempo en Europa, donde, a parte de desarrollar su estilo singular, servirá de padre e influencia para una gran hornada de jóvenes músicos que encontrarán en su sonido desgarrador y quebrado una fuente de arte fresco y potente. Uno de esos músicos que harán de su saxo un modo a seguir será Peter Brötzmann, el que, no contento con homenajear a Ayler en cualquiera de sus soplidos, creará la ensamble DIE LIKE A DOG, en honor a su figura.

Tocará con músicos de la talla de Sonny Rollins, Don Cherry, Cecil Taylor,...y uno de los colosos del momento se fijará en él por la originalidad de su estilo. Este incansable buscador de nuevas energías que aplicar a su música es John Coltrane, quien apadrinará a Ayler dado que su propuesta no era del agrado del movimiento discográfico de la época. Se dice que Coltrane grabó ciertos trabajos alejados de su búsqueda innovadora y vanguardista (oígase "Ballads") a cambio de que los productores apuesten por Albert Ayler y su banda, ya con su hermano Donald a la trompeta como fijo, y una ristra de músicos, entre violinistas, violoncellistas, bateristas, contrabajistas, entre los que se encuentra Sunny Murray, Mildford Graves, Alan Silva,...

John Coltrane se dejará impregnar por el sonido original de Ayler, hecho que se deja ver en su última etapa, en la que el avantgardismo es la seña de identidad, y hasta el punto de que pedirá que en su funeral Albert Ayler y Ornette Coleman toquen juntos el himno de Ayler "La llamada de los espiritus". Y así fue.

Escasos años después de la muerte del que fuera su padrino y amigo, el arte más inquieto perderá otra de sus figuras icónicas, otro de sus puntos clave de innovación y búsqueda. En 1970 aparece flotando sin vida en el New York´s East River el cuerpo de Albert Ayler. El pequeño pájaro ha muerto como un perro.

Ayler me enseñó muchas cosas, entre ellas me enseñó que ningún sonido es irreconciliable. El fue un alquimista de la música, llevando a un mismo terreno la música de marcha militar, el gospel, el jazz, la libre improvisación y los tonos religioso-cristianos y creando una mezcla bajo la única tutela del "todo es posible" y un poderoso aire espiritual. Una carrera contra reloj en unos tiempos, que como estos, no podían asimilar que un artista tuviera un alcance tan basto y peculiar, obligándole a realizar otros trabajos fuera de su estilo para poder tener sustento.

En esta web se encuentra reseñado el doble disco de grabaciones en directo del sello Impulse! "Live at Greenwich Village", obra que me parece imprescindible para conocer la figura de uno de los artistas mas conmovedores, controvertidos y vivos del panorama musical jazzístico de los últimos 40 años cuya influencia llegará hasta el punto de servir de nombre a uno de los sellos discográficos más arriesgado y respetable que se encuentra activo en este momento, apostando siempre por la vanguardia y el buen gusto: AYLER RECORDS (Made in Europa).


Albert Ayler -On Green Dolphin Street




My name is Albert Ayler : Un documental de Kasper Collin.




Por Julio Cortés.

El movimiento del free jazz comenzó hacia fines de los años 50, cuando Cecil Taylor y Ornette Coleman comenzaron a explorar una dirección musical nueva, construyendo sobre lo que el jazz y el blues habían sido hasta ese momento pero haciendo saltar por los aires muchas reglas, y posibilitando una verdadera revolución en el plano estético. El carácter “nuevo” de esa música era al mismo tiempo, de manera muy dialéctica, un “salto de tigre hacia el pasado” (Benjamin) de la conciencia africana y las lucha de clases, y por eso la “new thing” estuvo profundamente ligada a las luchas sociales y políticas que se empezaron a encender en esos años para llegar a su momento más álgido en la década de los 60. Los pioneros del “avantgarde”, Cecil y Ornette, siguen vivos y en bastante buena forma. Pero hubo otras dos figuras emblemáticas que encarnaron el polo más puro y radical, Coltrane y Ayler, muertos justo en el momento cumbre del movimiento -en 1967 y 1970, respectivamente- y que en cierta forma han quedado como mártires del mismo.

“My name is Albert Ayler”, un documental realizado por el director sueco Kasper Collin y que ha sido exhibido en distintos festivales desde el 2006 (por ejemplo, fue mostrado en In-Edit en Buenos Aires), es un documento dedicado a rescatar del olvido la figura del saxofonista Ayler, uno de los músicos de jazz que más indiferencia y hostilidad generó en vida pero cuya influencia y apreciación ha ido creciendo sostenidamente en el tiempo. Alberto tenía bastante confianza en que ese reconocimiento iba a tardar pero llegaría. La frase de Ayler que se reproduce en la portada dice: “If people don´t like it now, they will” (que vendría siendo algo así como: “Si a la gente no le gusta ahora, le va a gustar después”). Gracias a artefactos como la caja de 10 CDs editada hace unos pocos años por Revenant records y esta película, el tremendo y hermoso legado que Ayler regaló al mundo comienza a tener la difusión que merecía. Pues si bien el rechazo del público, la industria y los críticos oficiales afectó por mucho tiempo a Ornette y Cecil antes de ser “reconocidos”, y la intensidad máxima del período final de Coltrane generó acusaciones de grueso calibre en el mismo campo, las opciones estéticas revolucionarias de Ayler lo llevaron además a un entorno de depresión, crisis nerviosa, pobreza extrema, y finalmente la muerte (su cuerpo fue encontrado en el río Hudson, y nunca se ha logrado determinar muy bien si se trató de suicidio, accidente, o algo más oscuro. No olvidemos que tanto Hendrix como Eric Dolphy murieron en esos mismos años por una mala atención suministrada por personal médico que en su mierda de cabecita alojaba prejuicios racistas).

El documental cubre los años iniciales de Ayler en Escandinavia. Habiendo aprendido a tocar desde muy pequeño, y luego de tocar con el legendario bluesman Little Walter, al igual que varios músicos del free jazz Ayler estuvo un tiempo en el Ejército, donde se dedicó a tocar saxo todo el día estudiando la obra de los otros tres jinetes del Apocalipsis (Cecil, Trane y Ornette). De regreso a su Ohio natal, comenzó a radicalizar su programa y viajó a Suecia, donde grabó sus primeros álbumes (todavía acompañado de músicos más tradicionales) y terminó tocando en la banda de Cecil Taylor durante un breve tiempo (material que tan sólo hemos podido conocer gracias al box set de Revenant, “Holy Ghost”). De estas andanzas escandinavas la película entrega bastantes imágenes y entrevistas (entre ellas, aparecen amigos de esa época y hasta una ex-novia sueca de Ayler). El extraordinario baterista Sunny Murray cuenta en detalle como Ayler se les acercó a él y Jimmy Lyons (que en paz descanse) cuando estaban de gira por Suecia con Cecil Taylor, manifestando su intención de tocar. C.T. rechazó en principio la oferta, pero durante el set Lyons y Murray le hicieron una seña en un momento a Ayler para que se incorporara, y el Gran Jefe terminó por ceder a los encantos del inconfundible sonido ayleriano incorporándolo a la banda por un tiempo. A partir de ahí, la senda parece cada vez más clara e intensa y conducía a donde nadie estuvo antes y muy pocos han seguido habitando (entre ellos, los más grandes podrían ser el Reverendo Frank Wright, Kaoru Abe y Charles Gayle).

De regreso a los Estados Unidos Alberto se rodeó de músicos adecuados, entre ellos su primo Charles Tyler y el hermano menor Donald. Don se estuvo entrenando por unos meses, tocando 9 horas al día, y luego los hermanos se establecieron en Nueva York, donde según declara Don, solían recibir como pago “5 dólares por 6 horas de trabajo”. En ese punto el apoyo de Coltrane se volvió fundamental (desde aportes en dinero efectivo hasta la incorporación de los hermanos en ciertos proyectos musicales y su fichaje por el sello Impulse). Pero además, el maestro tenía una calidad humana tal que no tuvo ningún problema en abrirse a recibir la influencia de la nueva generación de músicos al frente del movimiento. Cuando la enfermedad se llevó a Coltrane de este mundo en 1967, se cumplió su petición expresa de que en el funeral tocaran las bandas de Ornette y Ayler. El registro histórico de esa presentación es uno de los momentos más emotivos del documental…Ayler con terno blanco encabeza a los suyos interpretando tres temas (Love Cry/Truth is marching in/Our Prayer –esta última una de las pocas composiciones de Donald Ayler) unidas en una mega composición que culmina con el canto/llanto de Albert despidiéndose a gritos de Coltrane. Un momento impresionante, que tal vez anuncia el cambio de época sesentayochista que finalmente terminó bastante mal.

Además de entrevistas muy valiosas con Edward Ayler (el padre, que aparece en una parte buscando la tumba de su hijo en el cementerio, y tan sólo la encuentra cuando un conocido mucho más joven se la señala) y con Donald (el fiel hermano, de sonido inconfundible en la trompeta, cuyo estado mental se deterioró severamente hacia 1968, dejando un sentimiento de culpa terrible en Albert. Según acabo de enterarme, Don murió el 21 de octubre del año pasado), aparecen el ya citado Sunny Murray, Gary Peacock (el contrabajista virtuoso de uno de los mejores momentos musicales de nuestro héroe, tal como consta en el impresionante álbum “Spiritual Unity” -en formación de trío, con Murray reinventando la batería en el jazz-), Michael Sampson (un violinista holandés de formación académica clásica que se escapó durante una gira con una orquesta para ir a ver a Ayler y dedicarse a tocar por unos meses con la tropa aylerista en el período inmortalizado por las legendarias grabaciones en el Slug Saloon. En 1965 Sampson había ido a ver terminado tocando con el trío de Ornette en Amsterdam) y varios otros testigos que nos entregan montones de anécdotas y permiten mantener la memoria histórica del movimiento del free jazz.

También se alcanza a mostrar en estos 79 minutos algo de la polémica deriva de Ayler hacia una especie de blues rock libre cuasi-psicodélico que casi se podría confundir con una forma de new age si no fuera porque conocemos bien todo el resto de la obra de nuestro querido Albert, época que nos suministró albums tan raros como “Music is the healing force of the Universe” y “New Grass”. Su “Yoko Ono”, Mary Maria, asumía polémicamente de vocalista en esa época y fue criticada por varios amigotes que la responsabilizaron de haber aislado a Ayler del resto del mundo antes de morir (pese a estas acusaciones no se pueden menospreciar las potencialidades del free jazz hecho por matrimonios, como demuestran Linda y Sonny Sharrock en “Black Woman” y John y Alice Coltrane en “Cosmic music” y varias otras colaboraciones). Por cierto, fue mi novia quien me consiguió hace un año este indispensable y hermoso artefacto, que aún no estaba en el mercado, mediante intensas gestiones por Internet y traslados varios de un lado a otro del océano atlántico. Pero según se anuncia en www.mynameisalbertayler.com, a partir del otoño gringo (o sea, nuestra primavera) se podrá ir y comprar directamente en las mejores tiendas de nuestra ciudad, o sea...no sé si llegaremos a verlo por estos lados disfrazado de mercancía. Tampoco creo que la veamos en la pared del cine arte alameda. Pero podría estar equivocado. Ojalá.


http://www.especial35.net/Reportajes/WXYZ/122008-MyNameIsAlbertAyler.htm


Albert Ayler - Truth Is Marching In


Dentro de (exactamente) un mes, se cumplen 40 años de la muerte de Albert Ayler, por algun motivo que desconozco, prefiero recordarlo hoy. MAN

domingo, 24 de octubre de 2010

Eric Burdon / The Black Man's Burdon


Eric Burdon: El Último Reflejo del Alma

Entrevista de Charly Hernández


¿Qué decir de Eric Burdon que no sepamos? Uno de los principales exponentes de la música británica, a sus 69 años todavía conserva intacto el espíritu de juventud y su experiencia. Miembro fundador de los míticos The Animals e instigador de War, sigue subiéndose a los escenarios de medio mundo y grabando auténticas joyas como su último trabajo en ver la luz, “Soul of a man” (2006). Y ahí quedan, para la historia, “Eric Burdon declares War” (1970), “The twain shall meet” (1968) o el también reciente “Athens traffic live” (2005), tocando los palos del rock, blues, funk, jazz… Un músico todoterreno que lleva en su alma el reflejo de toda una historia que ha terminado en leyenda.


Comencemos hablando de tu último trabajo, “Soul of a Man”, donde el rythmn and blues y Nueva Orleans dotan de la esencia principal al disco. El título, si no me equivoco, está inspirado en una canción de Blind Lemon Jefferson y, a su vez, dedica el álbum a Ray Charles y a John Lee Hooker. ¿Le gusta mirar hacia atrás y disfrutar de las influencias?

“Soul of a Man” es directamente un himno religioso. Siempre está y estará presente el argumento de que el rhythm and blues y el blues no son más que una “bastardización” de la música de la iglesia y que Ray Charles fue uno de los mayores precursores. Blues, rhythm and blues y el rock and roll, especialmente, siempre han sido considerados como la “música del diablo” por sustituir las palabras “Dios” o “Cristo” en himnos de la iglesia por palabras como “amor” y “mujer”. Pero todos los primeros artistas que tuvo la música de la iglesia ya convertían los himnos en canciones populares de la época, era sólo encontrar otra manera de difundir la palabra de la iglesia. Básicamente, toda la música grande, especialmente en la cultura americana, tiene sus raíces en la iglesia. Pero, ¿qué es el alma de un hombre? Creo que el alma de un hombre es lo que su conciencia puede soportar.

Canciones como ‘Forty days and forty nights’, ‘Gto’, ‘Run Devil’, ‘Circuit rider’ o ‘Do not ever let nobody drag your spirit down’ exudan blues auténtico. Además te rodeas de una gran banda, la producción corre por cuenta de Tony Braunagel, que a su vez es el baterista de la misma y un peso pesado en la producción del blues. ¿Querías que esa esencia fuera trabajada con un productor como Braunagel? ¿Fue algo premeditado?

Sí, por supuesto que era algo premeditado. El blues no tiene porqué ser sólo tres acordes sobre una secuencia de doce compases. Hay canciones y cantantes que lo demuestran: Billie Holiday, Ray Charles, y Edith Piaf, son sólo algunos ejemplos. Edith Piaf nunca cantó un blues sobre doce compases, pero en el momento que escuché su voz, incluso cuando ella estaba cantando una canción de amor popular, siempre hacía blues. Es una expresión del alma y no tiene porqué limitarse al concepto de blues en su modo más ortodoxo. Como artista, no quiero que se restrinja en modo alguno.

¿Crees que el blues de Howlin’ Wolf, el sonido de Chicago, Mississippi, las grandes bandas, etc., era más auténtico que lo que hay en la actualidad?



No estoy seguro de lo que hay en la actualidad. Hay un par de personas por ahí hoy en día que yo respeto, pero todo quedó en la buena música de los sesenta, donde se te presentaban todos los diferentes caminos y alternativas a seguir. Radios pirata, bandas de garaje, y los clubes… ¿Dónde ha ido a parar todo eso?

Me gustaría que me hablaras de los Blues Knights, una banda que se formó para aumentar el interés por el blues entre los seguidores de The Animals.


Los Blue Knights tuvieron una vida muy corta. Hicimos un pequeño tour en Europa con el fin de promover mi autobiografía y no se consiguió hacer más que eso. La idea comenzó en Australia. Estaba allí para promover mi libro y un amigo mío, que es un poco de cambios radicales, sugirió que me juntara con un pequeño grupo de músicos en los pubs y hacer algunas actuaciones. Más tarde, cuando salió la edición griega del libro, me puse en contacto con Christopher Steinbach, que es un brillante teclista, y trajimos a Peter York, baterista de Inglaterra. Hicimos algunos clubes y después tuvimos una rueda de preguntas con el público, disfruté mucho. ¿Lo volvería a hacer? Sólo el tiempo lo dirá.

Alexis Korner, aunque nacido en Francia es prácticamente considerado británico, de hecho es reconocido como uno de los pioneros del rythmn and blues británico junto con John Mayall, Cyril Davies, entre otros muchos. Es cierto que odias la definición “invasión británica”, pero ¿qué crees que pudo haber conseguido aquel movimiento entre el Reino Unido y los EE.UU.?


Me encanta Alexis Korner. Efectivamente fue uno de los máximos artífices para que los ingleses apreciaran a los músicos y también formó parte de este movimiento británico. Creo que el término “invasión británica” fue idea de los hombres de negocios norteamericanos. ¡Siempre necesitan poner una etiqueta a todo! He tenido un problema con esto toda mi vida, porque no me gusta estar clasificado. Como cantante, puedo cantar cualquier cosa que sienta que es adecuada, y esto me ha metido en problemas dentro del negocio, incluso hasta el día de hoy.

¿Y qué hay de tu nuevo material?


Para mi próximo álbum, me encontraba en Nueva Orleans con los miembros de la antigua banda de Fats Domino. Imagínate, ¡estaba en el cielo! Llegamos a tocar material que nunca habría soñado con tocar antes, metiendo mi voz en las típicas y tradicionales jam sessions de Nueva Orleans. No sé a dónde irá la historia a partir de ahí, sin embargo, y debido al derrame de petróleo en el Golfo de México, estoy esperando a que todo esto pase, gracias al clima del verano, y después deseo poder volver a terminar el álbum.


Pacifísmo. Hendrix y California




Siendo un pacifista confeso, con una juventud hippie… Al ver el escenario actual, ¿sobre que podrías escribir y contra quién?

No es que sea un pacifista, es el hecho de que la caballerosidad y la humildad es ya una cosa del pasado. Creo que siempre habrá violencia. Las armas que hay y que se están utilizando son diabólicas y a lo largo de los años se está yendo de las manos. Ya se fue de las manos cuando yo era un niño, y tomé la decisión justa para tratar de pararlo y formar parte de aquellos que no querían más bombas atómicas sobre la población civil. ¿Cómo nos dispusimos a cambiarlo? No lo sé, pero como artista, nunca voy a dejar de utilizar mi voz como arma y para predicar por la paz.

Otra figura importante para fue Jimi Hendrix. Compartistes noches, jam sessions, chicas, experiencias con las drogas… ¿qué significó el hecho de su muerte y hasta qué punto eso influyó en su carrera?

La muerte de Jimi fue un shock para mí. Reconozco que si algo así sucede, uno tiende a perder un poco de sí mismo. Tengo que decir, sin embargo, que no fue inesperada. La forma en que todos vivimos nuestras vidas en aquella época era algo que no volvería a vivir pasada la treintena. Nos lo pasamos muy bien, pero es algo que no puedes hacer para siempre. Ese tren de vida llevaba a la frustración y a la autodestrucción.

Y tenían a Bryan “Chas” Chandler como un amigo en común.

Nunca esperé que Chas pasara de su juventud, aunque yo sabía que tenía algunos problemas de salud.


Anteriormente hemos hablado de la “invasión británica”, pero ahora me interesa hablar de eso desde tu punto de vista. ¿Cómo viviste esa experiencia y el viaje?

En ese momento, la juventud, el entusiasmo y el espíritu de saber que fuimos capaces de llegar a muchas personas en todo el mundo nos mantenía al pie del cañón. Fue muy divertida toda aquella experiencia.

Aquel viaje tenía mucho más de significativo, de hecho se quedaron a vivir en los EEUU. ¿Qué fue lo que te atrajo allí?

Estar con The Animals fue la alfombra roja a los Estados Unidos. Un paso entre bastidores de todo. Los personajes que los EEUU tenían que ofrecer, fue toda una atracción. Todos los músicos que adoraba durante mi adolescencia estaban allí. Era tenerlos cara a cara: Chuck Berry, Jerry Lee Lewis, Ray Charles… Pero lo más importante es el hecho de que cuando me bajé del avión en California, yo podía respirar por primera vez en mi vida. Para alguien como yo, con asma, el aire del sur de California me venía muy bien.


Eric Burdon - House of The Rising Sun - Live At Lugano - Switzerland

sábado, 23 de octubre de 2010

Javier Martínez / Ciudadano Ilustre de Berazategui

Javier Martínez, Ciudadano Ilustre

18/10/2010
Por Elizabeth Ambiamonte


Más de mil personas pudieron disfrutar de una velada desbordante de emoción, talento y sobre todo mucho rock. El ex-Manal, Javier Martínez, flamante Ciudadano Ilustre de Berazategui, brilló en el Centro de Actividades Roberto De Vicenzo en un concierto que recorrió su carrera solista, y no faltaron los clásicos manaleros, que el público pedía a gritos, y Javier supo satisfacer.
El jueves 14 de octubre, junto a Edgardo Palotta y Maxi Delli Carpini, Manal Javier Martínez se mostró muy poderoso y contundente. Tocaron por más de dos horas frente a un auditorio heterogéneo en edades, pero emocionados por igual.

La participación de los invitados especiales, fueron sin dudas el aditivo perfecto para este gran concierto. Gustavo “Chizzo” Nápoli, de La Renga, puso su voz y guitarra a los clásicos Doña Laura y Salgan al sol. Chizzo se mostró muy emocionado porque compartir el escenario con Javier era un sueño pendiente, ¨De chico me decían Manal¨, confesó en el ensayo cuando pudo conocer a su ídolo días previos al show.

También participó -con su bajo y voz- Clavito Actis, de Clavo´s Band, en los temas Blues de Pappo y Juan despierta ya. Y siguiendo la reunión blusera, se sumó la guitarra de Martin Luka, de La Luka Blues Band.

Entre el público también se encontraban amigos y fans que no quisieron perderse este momento histórico de nuestro rock, como el Tete de La Renga, Daniel Buda Giordano de Inazulina, Rafa Daney de Confucionistas, Matias Pompilio de Dos Comodines, y Martiniano Molina que se instaló frente al escenario para no moverse hasta el final.

Todo empezó alrededor de las 20.30, con la proyección de un audiovisual que, además de una breve cronología de la carrera de Martínez, incluía saludos de adhesión de importantes figuras del rock y la cultura. Entre ellos Diego Capusotto, Alfredo Rosso, Pipo Lernoud, Miguel Grinberg, Gustavo ¨Chizzo¨ Napoli, Fabián Matus, Daniel ¨Ruso¨ Beiserman y Billy Bond, entre otros, además del propio Javier que se manifestó emocionado y muy feliz con esa distinción.

A continuación se leyó el Decreto Municipal que declaró Ciudadano Ilustre berazateguense al vecino Javier Martínez, el Secretario de Cultura Ariel López y su equipo entregaron la placa y los obsequios especialmente confeccionados para la ocasión en vidrio, en razón de ser Berazategui la Capital Nacional del Vidrio. Javier subió al escenario, reverenció al público que no paraba de aplaudir y expresar la emoción que finalmente abarcaba todo. Extrañamente, él que trabajó toda su vida con su voz y las palabras, de pronto se encontró con la dificultad de decir más que unas pocas ¨gracias¨ fue una de ellas. Agradeció nuevamente a las autoridades municipales y a todos los que hicieron posible este reconocimiento, que como él mismo comentó en diversas oportunidades lo ¨conecta con lo más hermoso, con su infancia y con su gente, el pueblo de Berazategui¨. Y es que esta ciudad, que en pocos días cumple el primer cincuentenario de su autonomía, ha sido su hogar desde los dos a los siete años de edad, cuando Javier vivía en Ranelagh y su padre trabajaba como contador de una empresa local.

El acto ceremonial quedó atrás, y el resto de la formación manalera tomó sus puestos: un concierto increíble, memorable y poderoso. Javier demostró destreza, excelencia técnica y experiencia, en un repertorio notable. Su carisma y la respuesta del público se sumaron para hacer de esa noche única un evento para recordar. Delli Carpini y Palota precisos, aportaron sus magistrales ejecuciones y demostraron un profesionalismo destacable.
Muchos jóvenes cantando las canciones, que luego de haber estado Chizzo en el escenario se quedaron agolpados frente a las vallas de contención disfrutando del arte de Javier y pidiendo temas de todas la épocas. Una noche soñada. Generaciones unidas por la música, la poesía y el rock de un enorme artista que, desde hace 23 años, ha elegido volver a vivir en Berazategui.


http://www.rock.com.ar/blog/20108396/javier-martinez-ciudadano-ilustre-y-show-con-chizzo/

Manal - Nos Veremos Mañana

viernes, 22 de octubre de 2010

Sonny Rollins / Saxophone Colossus


Maestro del Saxófono Tenor en el Jazz

Aclamado internacionalmente y multipremiado como saxo tenor y mejor músico de jazz, Sonny Rollins cumplió ochenta años. El influyente músico continúa hoy actuando en público y aumentando su fabulosa discografía, en la que hay un alto porcentaje de grabaciones que son obras maestras.

Sábado, 09 de octubre, 2010

Thomas Werner


En seis décadas de intensa trayectoria, se le reconoce a Rollins una técnica instrumental espléndida, un feeling apasionado, una sonoridad cálida y robusta y un insuperable talento para la improvisación y el swing.

"Estoy constantemente pensando en la música", declaró hace poco este coloso del saxo. "Siempre he mantenido mi mente abierta. Mis oídos están alertas a todos los sonidos que vibran a mi alrededor. Practico todos los días por lo menos un par de horas, tocando canciones, ejercicios y cualquier modelo, sin fijarme límites".

Sin embargo Rollins ha sido muy intransigente con su estilo, cuidando de mantenerse dentro de los terrenos del auténtico jazz y evitando las ramificaciones electrónico-fusionistas contemporáneas. Su creativo lenguaje discurre invariablemente por las sendas de la tradición armónica, melódica y rítmica del "mainstream".

Hace uno días celebraron su aniversario con un monumental concierto en el Bacon Theatre, donde presentó su nuevo quinteto formando con Russell Malone (guitarra), Bob Cranshaw (contrabajo), Kobie Watkins (batería) y Sammy Figueroa (percusión). Actuó también una serie de visitantes de la talla de Roy Haynes, Ornette Coleman, Jim Hall, Roy Hargrove y Christian McBride.

Theodore Walter Rollins empezó con el saxo alto pero cambió al tenor cuando tenía 16 años. Hizo sus primeras grabaciones en 1949 junto a Jay Jay Johnson y Bud Powell, y en los cinco años siguientes tocó con Charlie Parker, Thelonious Monk y Miles Davis, haciendo gala de un tono sólido y un fraseo intenso y autoritario.

Por esa época compuso varios temas que ingresaron en el repertorio común de los jazzistas ("Doxy", "Oleo", "Airegin", entre otros) y en 1955 fue importante figura del célebre quinteto de Clifford Brown y Max Roach. En los dos años siguientes lideró sesiones de grabación que se tradujeron en discos que -para muchos especialistas- contienen lo más sustancioso de la historia del saxófono: "Tenor madness", "Saxophone colossus" y "Tour de force" (para el sello Prestige), "Sonny Rollins quintet", "Newk's time" y "A night at the Village Vanguard" (para Blue Note).

Luego de dos años sabáticos, en los que no tocó en público, volvió a los escenarios y a los estudios de la RCA en 1962. Hizo algunos discos con Don Cherry, Coleman Hawkins y Herbie Hancock, grabó varios en vivo durante sus giras europeas, compuso la banda sonora del film "Alfie" (1965, editada en sello Impulse) y nuevamente tomó otros tres años de descanso entre 1969 y 1971, en vista de la popularidad que había adquirido el jazz-rock.

Las décadas siguientes mostraron que Rollins seguía en primer plano de la atención de los aficionados. Sus giras y actuaciones públicas despertaron admiración y entusiasmo y su actividad discográfica para el sello Milestone gozó del reconocimiento artístico y económico de los directivos de la empresa. Su saxo tenor ocupó varias veces el primer puesto en la preferencia de las encuestas internacionales.

Entre otros galardones, "Sonny Rollins' next album" ganó el premio de la Guggenheim Fellowship en 1972 y "The cutting edge" el Grand Prix du Disque en 1974. Sus álbumes han sido reeditados con frecuencia y las clases maestras que dictó en colegios de música y universidades estadounidenses consolidaron la fuerte influencia que ejerció en las nuevas generaciones.

http://www.larepublica.com.uy/cultura/427205-maestro-del-saxofono-tenor-en-el-jazz

Sonny Rollins Trío - "Weaver of Dreams" (1959)

jueves, 21 de octubre de 2010

Marion Brown / Avant-Garde Jazz Saxophonist & Ethnomusicologist




Two Blues For Marion Brown

El saxofonista de jazz Marion Brown quien naciera en Atlanta Georgia, murió este lunes en Hollywood, Florida, de acuerdo han dejado trascender múltiples fuentes. Brown tenía 79 años (aunque algunos están debatiendo aun su fecha de nacimiento real).

Extraordinario ejecutante de saxofón alto, Brown es muy conocido por su trabajo de vanguardia en la escena del free jazz de Nueva York durante los años 60. Trabajó con grandes como John Coltrane, Archie Shepp, Sun Ra y John Tchicai. También fue parte del legendario disco de Coltrane de 1965, Ascensión.

En los años 70, Brown dividió su tiempo entre el jazz y la enseñanza. Se convirtió en profesor adjunto de música en el Bowdoin College en Maine, y también enseñó en la facultad de la Universidad de Brandeis, Colby College y el Colegio Amherst. En 1976, obtuvo su título de maestría en etnomusicología de la Universidad Wesleyan.

Brown gran influencia para la mayoría de los músicos de free jazz de las últimas tres décadas, se ha ganado los homenajes de artistas de jazz y de rock.

La banda Superchunk grabó en honor al saxofonista "Song for Marion Brown" en su álbum de 1997,Indoor Living. Además, el grupo experimental His Name Is Alive realizó un concierto tributo a Marion Brown en 2004, tocando sólo su música.


Marion Brown Quartet - Live in Lugano - Italia (1967)

miércoles, 20 de octubre de 2010

NYC's Chelsea Hotel/ Icono & Leyenda




Bohemio e histórico Hotel Chelsea de New York se vende

Por Karen Matthews
The Associated Press


NUEVA YORK -- El Hotel Chelsea de la ciudad de Nueva York en el que el poeta Dylan Thomas quedó en coma antes de morir en 1953 y donde la novia de Sid Vicious fue asesinada en 1978 está a la venta, anunciaron el martes sus propietarios.

El hotel quedó inmortalizado en canciones como "Chelsea Morning" de Joni Mitchell y "Chelsea Girls" de Nico. Fue construido en 1883 y ha albergado por periodos cortos, y largos también, a generaciones de artistas y músicos. Entre sus huéspedes ilustres están Bob Dylan, Andy Warhol, Arthur Miller, Eugene O'Neill, Patti Smith, Jimi Hendrix y Jim Morrison.

Pero el futuro del hotel como terreno fértil para los creadores podría estar en duda después de que el grupo de familias al que ha pertenecido durante 65 años decidiera venderlo. Por ahora no han dicho cuál es la cantidad que piden.

"El hotel seguirá siendo un destino para la creatividad y el arte por siempre, eso es lo que lo hace tan especial", dijo el accionista Paul Brounstein en un comunicado. "Nada puede cambiar esto".

Pero los residentes dijeron que no saben nada sobre el futuro del hotel.

"No tenemos idea", dijo Zev Greenfield, un fotógrafo que ha vivido en el Chelsea desde 1974, cuando era adolescente. "La carta que nos enviaron no decía nada de lo que va a pasar a corto plazo".

El edificio de 12 pisos forma parte del Registro Nacional de Sitios Históricos. Lo caracterizan sus impresionantes balcones de acero y la escalera que recorre todos sus pisos. Fue construido como un edificio de apartamentos, pero ha sido un hotel desde 1905.
En la actualidad cuenta con 125 habitaciones de hotel donde las tarifas comienzan en 189 dólares la noche y 101 unidades residenciales.

"Es una comunidad maravillosa", dijo Brian Bothwell, un editor de películas que ha vivido en el hotel por 16 años.

Bothwell contó que su apartamento en el segundo piso fue la casa del músico Leonard Cohen en la década de 1960 y de la actriz y cantante Grace Jones en la de 1980.

"Los seguidores de Leonard Cohen tocan a mi puerta y me piden ver el apartamento", dijo. "Quieren ver la habitación".

Bothwell dijo que los residentes suelen llevarse bien con los huéspedes del hotel, como el caricaturista R. Crumb, que suele vistarlo con regularidad.

"La mayoría de la gente que se queda aquí por una noche o dos realmente respeta las artes", agregó Bothwell.

El cantante y compositor Alejandro Escovedo vivía en el Chelsea en el momento más obscuro del hotel, cuando Vicious, el bajista de Sex Pistols, fue acusado de haber matado a su novia Nancy Spungen.

Vicious, cuyo nombre verdadero era John Simon Ritchie, murió de una sobredosis de heroína meses después cuando estaba libre bajo fianza.

"Realmente cambió toda la atmósfera", dijo Escovedo por teléfono desde Kentucky, donde se encuentra de gira. "Había mucha más paranoia".

Escovedo recordó un momento en el que compartió el elevador del Chelsea con Vicious, Spungen, el escritor Quentin Crisp y el diseñador de modas Charles James.

"Sólo pido que no se convierta en un Starbucks o algo por el estilo", dijo.

http://www.elnuevoherald.com/2010/10/19/822789/bohemio-e-historico-hotel-chelsea.html

Leonard Cohen - Chelsea Hotel No.2

martes, 19 de octubre de 2010

Henderson-Chambers-Berlin/ND Ateneo Buenos Aires


Henderson-Chambers-Berlin en Argentina

07 de octubre de 2010 • 13:15

El notable guitarrista norteamericano Scott Henderson vuelve a la Argentina para presentarse en formato de trío junto al baterista Dennis Chambers y el bajista Jeff Berlin.

El trío Henderson-Chambers-Berlin tocará el próximo sábado 20 de noviembre a las 22 en el ND Ateneo (Paraguay 918) y llega al país en el marco del World Jazz Circuit, que ya trajo a Buenos Aires a John Patittucci, Alex Acuña y el Peter Erskine trío.

El trío, que privilegia el acercamiento al jazz eléctrico, ofrecerá temas de Wayne Shorter y Joe Zawinul, y otros de Henderson y de Berlin, que son la carta de presentación de su primer disco juntos, grabado en mayo pasado.

Scott Henderson - Dennis Chambers - Jeff Berlin Live

lunes, 18 de octubre de 2010

New York Philharmonic / Magnus Lindberg "Kraft"



Chatarra para un sonido melodioso

Christopher Lamb, el principal percusionista de la Filarmónica de Nueva York, se unió a otros colegas para tocar en las presentaciones de "Kraft" de Lindberg.

Por DANIEL J. WAKIN

Un hombre alto y prolijo con pantalones anchos y una camisa escocesa verde avanzaba rápidamente entre carrocerías de auto rotas, contenedores y pedazos de metal imposibles de identificar.

En su mano sostenía unos mazos y en su mirada un destello asomaba cada vez que descubría los pedazos de chatarra que podían transformarse en sonidos dignos de un concierto. Se detuvo frente a una pequeña pila de tambores de nafta y produjo un solo virtuoso de batería.

El hombre, Christopher Lamb, es el principal percusionista de la Filarmónica de Nueva York, y en este día caluroso de fines del mes pasado se unió a otros colegas de la orquesta y al compositor Magnus Lindberg en la búsqueda de pedazos de metal en un depósito de chatarra para tocar en las presentaciones de "Kraft" de Lindberg.

Se trata de una obra gigantesca y complicada para orquesta, instrumentos solistas amplificados y percusión ­mucha percusión. Los solistas, que incluyen a un violonchelista, un clarinetista y un pianista, también deben tocar los instrumentos de percusión, muchos de éstos diseminados por la sala.

Lindberg pide a los integrantes de la orquesta que vayan a un depósito de chatarra en la zona de la función y que recojan instrumentos encontrados. "Forma parte de la tradición de la obra", dijo. "Debe tener un sonido local".

La obra, terminada en 1985, se ha ejecutado dos docenas de veces. Sus intérpretes y el propio Lindberg han ido a ver pilas de basura en lugares como la zona de Waterloo en Londres; Saint-Denis en las afueras de París; y Porto en Portugal. "Siempre me asombró la cantidad de presentaciones que ha tenido, considerando lo compleja que es", dijo Lindberg.

Lindberg, finlandés y compositor residente en la Filarmónica, dijo que su idea era inyectar un nivel de sonidos en su mayoría secos y metálicos a la batería de instrumentos de percusión convencionales, debido a su mayor resonancia. "

Es simplemente como agregar una especia, claro que una especia fuerte, como el chili".

Lindberg dijo que para escribir "Kraft" se inspiró en los compositores Edgard Varèse y Iannis Xenakis; en la música rock industrial que escuchaba cuando vivía en Berlín; y en los sonidos de la ciudad: el tránsito, las demoliciones, las construcciones.

La utilización de instrumentos de percusión encontrados no es nueva. Tiene una saludable tradición en el siglo XX, en las obras de Lou Harrison, Henry Cowell y otros.

Recientemente, un compositor de Beacon, Nueva York, Joseph Bertolozzi, creó una obra que consiste en sonidos de percusión obtenidos en un puente del río Hudson.

Lou Mannarino, el ingeniero de sonido para la presentación de "Kraft", condujo a la orquesta hasta el depósito de chatarra que estaba organizada sin rigor. Lamb se movía de un lado a otro, pasando rápidamente de una pila a otra.

Mannarino levantó un resorte.

Lamb deslizó sobre él su mazo produciendo un sonido melodioso.

"Necesito cuatro", dijo.

Blandiendo una tuerca oxidada, Lindberg aporreó un trozo de metal, que respondió como esperaba.

"Éste es un buen sonido", dijo.

Los músicos también recogieron grandes tambores cilíndricos, de aproximadamente 1,5 metro de alto, con válvulas en la parte superior, con la idea de cortarlos de diferentes tamaños para obtener distintos tonos. "Los quiero para más adelante", dijo Lamb.

Después de alrededor de una hora, los músicos volvieron a los autos. Un cliente de auto-partes se detuvo y preguntó qué estaba pasando. Cuando le dijeron que los ocupantes eran músicos, preguntó, "¿Qué cantamos?" Son de la Orquesta Filarmónica de Nueva York, le informaron. "Ah, fantástico", dijo, y se fue, velozmente y sin decir ni una palabra más.

http://www.revistaenie.clarin.com/escenarios/musica/Chatarra-sonido-melodioso_0_355764578.html

Lou Mannarino- Engineer for the New York Philharmonic

domingo, 17 de octubre de 2010

Tony Curtis / An American Playboy


Lo que sé

Por Tony Curtis

¿Cuántas personas en el mundo son Van Gogh? Imagínense a un pintor abstracto que está rematadamente loco, que se corta la oreja, que vive con comedores de papas cuando podría estar viviendo mejor. Vende una pintura en toda su vida. Imagínense encontrando a un chiflado como él en el Bronx. No sería tan difícil.

De chico, nunca sentí que tuviera nada o que yo fuera nadie. Esa era mi ignorancia. Nunca me sentí talentoso. No prestaba atención en la escuela. Una vez escribí mal cada una de las palabras en una prueba de ortografía. La maestra me puso un menos cero porque escribí mal hasta mi nombre. Me olvidé de poner la t en Schwartz.

Si no conocés tu talento, no irás en ascenso.

Se ha dicho que es imposible entender a nadie a menos que entiendas su vida sexual. A mucha gente la asusta eso. A mí no.

No es difícil entender la fascinación de Norteamérica con Marilyn Monroe. Fue la primera chica que usó blusas transparentes. Yo la conocí en el ‘49 en la Universal. Yo ya estaba bajo contrato. Ella estaba tratando de que la contrataran. Yo debía tener 23 o 24. Nos conocimos en el estudio y empezamos a salir. Anduvimos juntos por seis o siete meses. Una relación estable. Cogimos como conejos; sabrán disculpar la expresión. En su momento nadie sabía lo grande que ella se volvería más tarde. Nunca me pareció que su figura fuera tan apropiada; sentía que era un poco abultada en algunos lugares. En ese tiempo entonces era pelirroja, y no parecía muy distinta de todas esas chicas que estaban fuertes y tratando de entrar al mundo del cine. Pero luego desarrolló esa mujer estúpida –no, no quiero llamarla así–, esa cualidad de niña pequeña e inocente. En las películas empezó a hablar lento, como si estuviera pensando las palabras que iba a decir, y eso se convirtió en su magia. Eso y su blusa transparente encajaron a la perfección.

El sexo es algo en lo que te podés volver bueno, como en esgrima. Uno puede aprender esgrima. Uno puede aprender a coger.

Cuando salí de la Marina usé el pase para veteranos de guerra para entrar al Dramatic Workshop, que quedaba en el President Theatre sobre la calle 43. Walter Matthau y Harry Belafonte estudiaban ahí también. Todos estábamos tratando de pegarla. Más tarde me fui a California, y empezaron a pasarme cosas buenas. Cuando volví a Nueva York para promocionar Dime con quién andas (City Across the River), me dieron una suite en el Sherry-Netherland y una enorme limusina negra. Me la llevé para mostrársela a mis amigos del Bronx y ellos se pasaron por el Dramatic Workshop. Era una tarde terrible y lluviosa, ¿y a quién veo en la entrada? A Walter Matthau. Tiene un largo y pesado abrigo con un boleto de apuestas de las carreras asomando del bolsillo, y está mirando la alcantarilla. Acá estoy yo en esta linda, cálida limusina. Y ahí está él, este gruñón rodeado de un mundo frío y miserable. La expresión en su rostro decía: “¿Qué cosa buena va a pasarme a mí jamás? ¡Ninguna!”. Entonces le digo al chofer que se detenga a su lado. Ahora Walter está mirando la limusina. Bajo la ventanilla, lo miro y le digo: “¡Me cogí a Yvonne De Carlo!”. Subo la ventanilla y le digo al chofer que nos vayamos enseguida de ahí.

No, no, no, ¡no se enojó! Durante años, a Walter le encantó contar esa historia en las fiestas. La hacía durar veinte minutos.

Yo estuve en Palm Beach con Joe Kennedy justo antes de la asunción de su hijo. No sé por qué, pero el viejo me amaba. Se debía divertir mucho con mis películas. Estábamos sentados en este estudio tomando un trago cuando el teléfono suena. Atiende y es su hijo. Se queda escuchando por un rato y luego me hace un gesto para que me acerque y me siente junto a él, y me acerca el teléfono para que pueda escuchar. Jack está leyendo el discurso inaugural en el que está trabajando: “No preguntes qué puede hacer tu país por ti. Pregunta qué puedes hacer tú por tu país”. No me di cuenta de la importancia de esas palabras en ese momento. ¿Pero no fue cool? ¡Yo escuché eso! Antes que todos. Amo haber tenido esas experiencias.

A veces doy vueltas por ahí como Cristo. Voy a una fiesta –nadie sabe que lo soy, pero soy Cristo–. Esa es una experiencia de clase de actuación. Te mandan fuera del aula, y el profesor dice: “Cuando vuelva, es Jesucristo. Trátenlo como tal”. Así que yo entro en la clase de nuevo y todo el mundo se detiene, mira y se levanta por mí. Y yo me pregunto: ¿Qué carajo pasa? Quien sea que soy, me gusta.

Mis primeros cuatro matrimonios me enseñaron cómo llevar el quinto. Vean la suerte que tengo. Tengo una esposa de treinta y pico. Es dulce, y tenemos una relación maravillosa, y todavía miro chicas. Tengo que tener cuidado.

Nunca estuve cerca mientras mis hijos crecían. Estaba divorciado de sus madres, así que no llegué a conocerlos muy bien. Lo siento. Bueno, no lo siento. Simplemente no lo hice. A unos pocos de mis hijos los quiero mucho. Con un par no tengo relación. La estoy pasando bien con mis nietos. Vienen y dibujan y hacen cajas conmigo y todas esas cosas que les encanta hacer a los chicos.

¿Quieren escuchar algo de poesía? Acá hay algo que escribí: “No podés pedirle a un pez que no nade/ Es lo que único que hace de él, él”.

Tengo ochenta años. Ochenta malditos años. No me siento para nada diferente de cuando tenía treinta. Y acá estoy, sentado al lado tuyo, con todas mis facultades. En algunas áreas no soy lo que solía ser. Me duelen los pies. No meo a tiempo. Estoy perdiendo la vista. También el oído. Así que tengo que cuidar esas cosas. Pero tengo suerte. No tengo ninguna enfermedad que vaya a matarme, no todavía. Morirme, todavía no siento que vaya a pasar.

Podría ser un hombre apuesto a los 90.

The Persuaders! - Curtis + Moore (1971 (Intro) TV Serie)

Tony Curtis (June 3, 1925 – September 29, 2010)

Tony Curtis murió hace dos semanas, a los 85 años. Fue un pícaro, un mujeriego y un tipo con una popularidad notable que en su momento trabajó con lo mejor del cine: desde Billy Wilder (Una Eva y dos Adanes) hasta Stanley Kubrick (Espartaco), pasando por Blake Edwards y Stanley Kramer. Después pasó a la televisión con Dos Tipos Audaces. En la Argentina, vino a filmar Taras Bulba, con Yul Brinner, en una visita a principios de los ‘60 que causó el clásico revuelo pueblerino que la mitificó en estas pampas. Como se infiere de estas líneas con las que respondió a la sección “Lo que sé” de la revista norteamericana Esquire, era una cantera inagotable de anécdotas y chismes de esa época del star system en el que todavía imperaban el secreto y la discreción

http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-6540-2010-10-17.html

sábado, 16 de octubre de 2010

Ozzy Osbourne / Everybody Loves Lennon




El músico británico Ozzy Osbourne grabó una versión del tema “How”, de John Lennon.
Nueva York.-
El ex líder de la banda de heavy-metal Black Sabbath grabó una versión del tema “How” de John Lennon para homenajear al ex beatle. Lo recaudado será destinado a beneficio de la organización Amnistía Internacional.

Osbourne dijo que Lennon fue una “fuerza motriz para la humanidad” y que los Beatles fueron una inspiración para su carrera musical.

El ex Beatle hubiese cumplido 70 años el sábado. Fue asesinado en diciembre de 1980.

Por eso, en honor a John y para celebrar su nuevo cumpleaños, Ozzy decidió grabar su propia versión de "How".

La versión original había sido grabada por Lennon en 1971 para su álbum emblema Imagine, y se trataba de una balada tranquila con el legendario piano del creador de Come Together y Lucy in the Sky With Diamonds entre otros clásicos. Ozzy, se encargó de adaptar el tema a los tiempos que corren y darle un enfoque, siempre más oscuro.

John Lennon´s "How" By Ozzy Osbourne




viernes, 15 de octubre de 2010

Alex Lifeson / Rush en GEBA Buenos Aires



“En los shows aparece gente distinta”

ENTREVISTA A ALEX LIFESON, GUITARRISTA DE RUSH, QUE HOY TOCA POR PRIMERA VEZ EN LA ARGENTINA

Tras 36 años y 19 álbumes de estudio esperándolos, al fin el trío canadiense subirá al escenario del GEBA con el Time Machine Tour, en el que tocan completo el clásico Moving Pictures.

Viernes, 15 de octubre de 2010
Por Mario Yannoulas


“Miren que somos gente aburrida”, advirtieron los integrantes de Rush cuando les propusieron filmar un documental. Su apatía no alcanzó, así que la película se rodó y estrenó en abril bajo el nombre Rush: Behind The Lighted Stage y, entre sus atractivos, cuenta con el testimonio de una larga lista de músicos de distintas épocas y géneros –desde las obvias como Mike Portnoy, de Dream Theater, hasta las no tanto como Kirk Hammet de Metallica, Trent Reznor de Nine Inch Nails, Billy Corgan de Smashing Pumpkins o el actor y músico Jack Black, entre muchos otros–, que revelan la enorme influencia que el trío canadiense tuvo en su música y sus vidas. En la película, dirigida por Scot McFadyen y Sam Dunn, compatriota de los músicos y autor de distintos documentales ligados al mundo del heavy metal, se puede ver a los tres desde sus comienzos en los ’70 y comprobar que efectivamente no se trata de historias de alto impacto. Quizás eso sea lo interesante. “Mucha gente se encontró con una banda de rock formada por tipos muy normales, de familias de clase media, dedicados a la música, y se interesó más en nosotros”, explica el guitarrista Alex Lifeson, a horas del show que los trae por primera vez a la Argentina, hoy a las 20.30 (puntual) en la sede Newbery de GEBA, Marcelino Freyre 3381.

Con más de tres décadas de historia, Rush logró superar la barrera de los ’70 y su pelotón de bandas de rock progresivo sin que el punk y la new wave los convirtieran en pieza de museo, como les pasó a tantos. Principalmente, por haber hecho de su música materia maleable en el tiempo a nivel sonoro y compositivo, por no haber perdido de vista influencias como las de Led Zeppelin y Blue Cheer, por actualizar sus imponentes puestas en escena y por no haberse recostado en el opio del virtuosismo, pese a que el baterista Neil Peart sea reconocido como uno de los mejores y más habilidosos de todos los tiempos. El trío que cierra el bajista, cantante y tecladista Geddy Lee llega tras 36 años y 19 álbumes de estudio de la mano de su Time Machine Tour, en la que van a tocar un disco completo en vivo: Moving Pictures, de 1981, uno de los más mentados de su historia. Además de otros temas infaltables para una primera visita –“Freewill” y “Closer To The Heart”, por poner algunos–, adelantarán dos canciones nuevas de Clockwork Angels, que se terminará y editará en 2011.

–En 2002 tocaron en Brasil y nada menos que en el Maracaná, ¿por qué tardaron tanto en venir a la Argentina?
–(Risas.) Quedamos shockeados por la recepción que tuvimos en Brasil, porque en Canadá y Estados Unidos no tenemos idea de qué es realmente la popularidad. Cuando usábamos las ventas de discos para medir nuestra popularidad en Sudamérica parecía que no teníamos seguidores, porque eran minúsculas. Cuando finalmente decidimos ir nos dimos cuenta de la cantidad de fans que había, pero esa gira fue muy corta y no tenía sentido volver demasiado rápido, así que la Argentina y Chile quedaron para una próxima vez. Hasta los brasileños nos decían “tienen que ir a la Argentina, están diez veces más locos que nosotros”.


–¿Por qué resolvieron tocar un disco completo en vivo?
–Pensamos que la idea era buena y que Moving Pictures era la opción más lógica por tratarse de la primera vez: es el disco más popular, tocamos muchas veces esas canciones y “The Camera Eye” es la que más nos piden. Teníamos la oportunidad de hacer todo eso en un mismo paquete y creo que está funcionando bien.


–En giras anteriores han usado lavarropas y pollos asándose como escenografía, ¿qué son las máquinas al fondo del escenario esta vez?
–Todas esas son ideas de Geddy. De mi lado sólo espero tener amplificadores enormes y verme muy macho (risas), pero de su lado sí suelen estar estas cosas locas. Esta vez creo que tiene que ver con cómo veían el futuro a fines del siglo XIX.


–¿Se redescubrieron viendo Behing The Lighted Stage?
–Es raro lo que nos pasa, porque vemos toda la vida enfrente nuestro y se hace difícil reconocer a esos muchachos de los comienzos. Yo no redescubrí nada, pero algunos están sintiendo curiosidad, porque desde el estreno está apareciendo gente distinta en nuestros shows, un público más familiar. Están viniendo muchas mujeres, algo que antes nunca pasaba: grupos de tres o cuatro chicas que cantan las letras o madres y padres con sus hijos. El documental le abrió los ojos a mucha gente.


–¿Cree que ese material era necesario para subrayar la importancia de Rush a lo largo de estas décadas?
–Somos felices trabajando como trabajamos: siempre grabamos lo que quisimos y tuvimos un público hermoso que lo aceptó. En este documental no teníamos mucho que hacer. Cuando la productora nos contactó para rodarlo tratamos de disuadirlos porque creíamos que no teníamos nada interesante para decirles, pero no les pareció. Todo lo que hicimos fue prestarnos a entrevistas y proveer material de archivo: posters, videos, fotos. De todas formas, la película es suya y no tenemos nada que decir, excepto que fue un gesto afectuoso incorporar testimonios de otros músicos que hicieran a la banda más interesante.


–No suena muy entusiasmado, ¿está realmente contento con la película?
–Sí. Tratando de ser objetivo, creo que hicieron un muy buen trabajo, el film está atravesado por un gran sentido del humor, que es la manera en que vivimos, porque siempre que nos juntamos estamos haciendo chistes, no estamos serios. Además toca otros asuntos, como las tragedias por las que pasó Neil (N. de la R.: El fallecimiento de su hija en 1997 y de su mujer un año después) interpretadas en sus propias palabras, un tema del que no es fácil hablar para él.


–Es un guitarrista con amplio uso de efectos. ¿Cómo se lleva con la tecnología?
–Muy bien. Siempre fuimos un grupo interesado por las novedades en ese campo. Ahora, la forma en que escuchamos y capturamos la música es diferente a algún tiempo atrás. En lo referido a la guitarra, el mundo es amplísimo: herramientas como Pro Tools o Logic permiten crear cosas interesantes, texturas, sonidos que no parecen guitarras, es muy divertido. Las cosas que hago con Rush buscaban ser más atmosféricas, ahora aspiramos a un sonido más pesado, más duro, pero así y todo sigo usando muchos efectos. No creo que la tecnología haya cambiado nuestra música, pero sí es una parte importante.

http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/3-19612-2010-10-15.html


Rush - Tom Sawyer - Live In Amsterdam -Netherlands