viernes, 28 de octubre de 2016

Patricio Rey y Sus Redonditos de Ricota / Oktubre: 30 Años (1986 - 2016)




A 30 años del disco Oktubre, el rock como todo llanto.


Uno de los discos emblemáticos, celebra treinta años desde su aparición.Momento cumbre de la historia ricotera, que a partir de entonces ya no volverá a ser como antes.

Martes 4 de Octubre 2016

Por Ricardo Farías (Docente)

Si hay algo que caracteriza a Los Redondos, es ese halo de misterio que rodea su trayectoria, desde sus comienzos más parecido a un colectivo artístico que a un grupo de rock, pasando por sus discos, las letras de sus canciones y la relación con sus seguidores y la prensa.

La banda que postuló la independencia artística absoluta a través de toda su carrera, tuvo en Oktubre un disco bisagra, que a 30 años de haberse publicado sigue siendo un objeto atesorado en el corazón de cientos de miles de personas que nunca más verán en vivo a la banda que junto con Sumo (está por otras características); supo partir al medio el rock nacional. Este mes se realizarán todo tipo de homenajes y recordatorios al disco clave de Los Redonditos, por ese motivo nos atrevemos a meter mano en la obra de la banda más querida por el público argento.

Los pasos previos a Oktubre

Lejos de ser una banda que salió al ruedo con la oleada post-Malvinas (como fue el caso de Soda Stereo, Sumo), Los Redondos venían abriéndose camino a fuerza de actuaciones desde 1976. A pesar de tener un importante recorrido por pubs, bares y teatros, grabaran su primer disco recién en 1985, “Gulp”. La banda se había propuesto trazar un camino independiente desde el momento mismo de su formación, incluso la única vez que tocaron en un festival en la cancha de Gimnasia (acuerdo que llevó adelante la "Negra" Poly sin el consentimiento del Indio), esa noche el cantante debió ser reemplazado por Luca Prodan, al negarse a compartir escenario con otras bandas.

La popularidad de los Redondos no se cimentará en "pegarla" con algún disco o canción, tocar en festivales para muchas personas, ni ser pasados por radios o difundidos en medios gráficos (todo lo que ocurre con las bandas de rock de ahora, incluso las que se reclaman independientes), sino que la banda "deberá untarse las mantecas" de la cultura rock, eufemismo que utilizó el Indio siempre para dar a entender que debieron hacerse de un camino solos, sin recibir favores de nadie.

Un disco en honor a todas las revoluciones

Oktubre sale en el año 1986, presentado por la banda en un show vivo en el mítico Paladium el 18 y 25 de octubre de ese año.

Oktubre será se atreverá homenajear a esas masas explotadas que protagonizaron los levantamientos revolucionarios en distintas partes del mundo, pero sobre todo será un recordatorio a la gran Revolución Rusa de 1917, dirigida por Lenin y Trotsky, que dará nacimiento al primer Estado Obrero de la historia, más allá de que luego, el gobierno obrero y campesino que tuvo como dirigente al Partido Bolchevique, fue traicionado por la camarilla de Stalin, quien usurpó el poder, traicionando sus objetivos.

Hoy nos puede parecer lo más común del mundo, pero hacerlo en 1986 (otra genialidad de la banda, tres años antes de la caída del muro de Berlín y la caída de la Unión Soviética). Es decir, en plena Guerra Fría. Cuando el mundo capitalista pretendía por todos los medios eliminar la idea de la revolución y el socialismo de la imaginación de millones de personas.

Imaginemos en ese momento (o inclusive ahora mismo ¿porque no?), una persona de algún país de Europa, que lógicamente no conociera Los Redondos, de paseo por la Argentina y cruzarse por la calle con alguien que lleva la remera de Oktubre, encontrarse con cientos de banderas, pintadas en la paredes, etc., lo menos que pensaría es que la juventud argentina es muy politizada y todavía cree en esas ideas.

Incluso la propia obra ricotera obligaría a muchos jóvenes seguidores en ese momento o posteriormente averiguar el significado de muchos tópicos del disco: "internacional", "estandarte", "soviéticas" y hasta cuál fue la importancia del mes de Oktubre en los movimientos revolucionarios. Sacar este disco en ese contexto fue un gran riesgo y un acierto de la banda. Lo paradójico de este hecho, es que la banda nunca se asumió como sujetos políticos comprometidos con alguna causa social, ni mucho menos política o ideológica. De hecho, su papel más cuestionable fue no haber emitido nunca una crítica, ni siquiera velada, al asesinato de Walter Bulacio a manos de la policía a la salida de un recital de Obras en el año 1991. Aunque sí tuvo, el Indio Solari fundamentalmente, un acercamiento al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, que lejos estuvo de las ideas de Oktubre. 

Pero aun con esta contradicción a cuesta, el disco Oktubre es único en lo que transmitió para nuestro rock.

Si hay algo que caracterizó siempre a Los Redondos y la hizo distintiva de cualquier otra banda, fue la poesía de sus letras. Los temas que cantan cientos de miles (¿quizá millones?) son los más complejos de analizar.

Sin embargo, este disco tiene un concepto más comprensible que los otros discos. El Indio despliega su lírica de una forma brillante. Es increíble su poder de síntesis. "Fuegos de Octubre", tema que abre el disco, solo tiene tres estrofas, poniendo de relieve una de las ideas principales de cualquier revolución social, el carácter internacional. En esta misma línea podemos ubicar a "Música para pastillas", donde la crítica a la sociedad de ese entonces ("sus flacas gimnastas de América secas austeras soviéticas”) y al rol de las bandas de rock, que empezarían a verse confirmadas por los acontecimientos que se suceden luego, ¿que otra cosa refiere el "emboquen el tiro libre, que los buenos volvieron y están rodando cine de terror"?. 

"Preso en mi ciudad" también contiene una crítica certera a la cultura rock local que se encontraba "atrapada en libertad", después de tener un rol más de "esclavo sensible y chillón y fácil para el gatillo".

La clave de Oktubre, y en esto creemos que el papel del Indio como letrista es superior al de muchos cantantes en la Argentina, es su anticipación para pensar y hablar de nuevos fenómenos que con el tiempo terminaran gestándose.

A esto debemos agregarle el arte de tapa del disco, a cargo de Rocambole, donde ilustrara esas masas movilizadas con banderas rojas en busca de un futuro mejor (hasta en este aspecto, ¿que otra banda de rock argentino hizo algo parecido?). ¿Se puede comparar el papel de Oktubre para describir una época donde el imperialismo intentará borrar de la memoria de millones de jóvenes, la trascendencia que tuvieron los movimientos revolucionarios de todo el siglo XX, desterrando la idea de toda transformación social e imponiendo "el fin de la historia" con el "Guernica" de Picasso, cuadro que logra retratar los bombardeos del franquismo para aplastar la Guerra Civil Española?

Para algunos podrá ser una exageración, sin embargo, creemos que Oktubre ha pasado a la historia porque describió una época que pocos años más tarde parecía extinguirse, pero lejos de abonar a esos nuevos aires, Los Redondos seguirán forjando a través de su obra una crítica al sistema capitalista de opresión y explotación "ladren lo que ladren los demás".


http://www.laizquierdadiario.com/A-30-anos-del-disco-Oktubre-el-rock-como-todo-llanto


Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota - Oktubre (1986)




viernes, 14 de octubre de 2016

Bob Dylan / Dylan’s Powerful Narration "Pistol Shots Ring Out In The Barroom Night"




"Hurricane":El éxito de Bob Dylan


El flamante Nobel de Literatura escribió una de sus canciones más emblemáticas basada en el injusto caso del boxeador Robin “Huracán” Carter, acusado de un homicidio que no cometió

14 de Octubre de 2016


'Hurricane' es una de las canciones más exitosas de Bob Dylan, quien acaba de ser elegido por la Academia sueca como ganador del Nobel de Literatura 2016. La misma estaba inspirada en el injusto caso del boxeador Rubin Huracán Carter, quien fue a prisión acusado de un homicidio que no cometió.

"Aquí llega la historia del Huracán
El hombre al que las autoridades culparon de algo que nunca hizo
Lo pusieron en una celda de prisión
pero él pudo haber sido el campeón del mundo".

Esta es parte de la letra de uno de los éxitos que unió a Bob Dylan con el deporte. Rubin Carter fue un boxeador estadounidense que compitió en la categoría mediano entre 1961 y 1966. Tuvo un inicio de carrera muy alentador, con 27 triunfos, 19 antes del límite, de un total de 40 combates.

Sin embargo, todo se desmoronó cuando Carter y su amigo John Artis fueron detenidos como sospechosos de un triple asesinato. Esto ocurrió el 17 de junio de 1966, en el Lafayette Bar and Grill de New Jersey. Desde un inicio, la investigación estuvo llena de irregularidades. Tras el juicio, la dura condena: Carter y Artis recibieron tres cadenas perpetuas.

Este caso conmovió a Bob Dylan, quien no sólo se interesó sino que también lo fue a visitar a Carter en varias oportunidades a la cárcel. Así llegó a la conclusión que de que el juicio contó con prejuicios raciales y fue condenado injustamente.

A partir de ahí, tomando la versión de inocencia de Carter, a modo de protesta, Bob Dylan escribió 'Hurricane', canción que abre su disco Desire de 1976. Pero la solidaridad del músico no terminó allí, ya que además realizó varios shows benéficos que fueron de gran ayuda para que Carter costeara las nuevas demandas judiciales.

Pese a que recibieron un nuevo revés judicial, Rubin Carter nunca bajó los brazos en la lucha por demostrar su inocencia. Así fue como estando detenido estudio derecho y filosofía.

Finalmente, en 1985, tras la presentación de nuevas pruebas, la justicia comprobó que hubo corrupción policial con testigos que declararon contra su voluntad y pruebas falsas.

Luego de cobrar su libertad, Rubin Carter se convirtió en el director de la fundación AIDWYC, dedicada a la defensa de los derechos de los prisioneros injustamente condenados.

En 2014, a los 76 años, perdió la vida por un cáncer de próstata. Desde ese entonces, Bob Dylan decidió no volver a tocar 'Hurricane'.

"Cuando un policía te para a una lado de la carretera
Igual que la vez anterior y la vez anterior a esa
Así es cómo funcionan las cosas en Paterson
Si eres negro
Mejor ni te asomes a la calle
A no ser que quieras llamar la atención".


http://www.infobae.com/deportes-2/2016/10/14/hurricane-el-exito-de-bob-dylan-inspirado-en-el-deporte/



Bob Dylan - Hurricane - Desire (1976)



jueves, 13 de octubre de 2016

Bob Dylan / Wins Nobel Prize in Literature 2016




Bob Dylan, Premio Nobel de Literatura 2016

La Academia Sueca otorga el galardón al músico "por haber creado una nueva expresión poética dentro de la gran tradición americana de la canción"

Por Fernando Navarro
Madrid 13 OCT 2016 - 15:20 CEST

El ganador del premio Nobel de Literatura de 2016 es Bob Dylan, "por haber creado una nueva expresión poética dentro de la gran tradición americana de la canción". La secretaria permanente de la Academia Sueca, Sara Danius, ha sido la encargada de anunciar a las 13.00 el nombre del estadounidense de 75 años, un mito universal de la canción. "Si miramos miles de años atrás, descubrimos a Homero y a Safo. Escribieron textos poéticos para ser escuchados e interpretados con instrumentos. Sucede lo mismo con Bob Dylan. Puede y debe ser leído", ha declarado Danius minutos después del anuncio del galardón en la sede de la Academia en Estocolmo. Dylan es "un gran poeta en la tradición en lengua inglesa, muy original" y que durante 54 años "ha seguido actuando y reinventándose a sí mismo, creando una nueva identidad", ha agregado a la web de la Fundación Nobel.

Bob Dylan fue precisamente uno de los protagonistas del festival Desert Trip, celebrado el pasado fin de semana en California, junto a otras viejas glorias del rock como Neil Young, Paul McCartney o The Rolling Stones. El anuncio de la concesión del Nobel de Literatura a un cantante resucita la controversia sobre si un músico, pese a su incontestable influencia, es digno de este galardón.

Sin embargo, solo los que alguna vez se han sumergido en el revelador universo de este cantante, nacido en un pueblo de Minnesota, reconocerán que Bob Dylan es un poeta en toda regla. Por eso, no es de extrañar que este reconocimiento a su música, entendida como un organismo vivo donde las letras son el cuerpo sobre lo que se apoya el resto, sea algo histórico.

Pero la literatura apoyada por la música, o viceversa, era el camino para ese tal Zimmerman, que cambió su nombre por el de Bob Dylan, inspirándose en el poeta Dylan Thomas y tras devorar todo libro que caía por sus manos. El salto a Nueva York, impulsado por conocer al irrepetible cantante-activista Woody Guthrie, sería la introducción definitiva del músico en el género literario.

Desde el mismo corazón urbano de la Gran Manzana vehiculó su revolucionario estilo empapándose de los sermones del blues y el folk y la corriente desinhibida y subterránea de la generación beat, con Jack Kerouac, Neal Cassady o Allen Gingsberg. También tuvo buena parte de culpa su novia de los sesenta, Suze Rotolo, que le introdujo en el poeta francés Arthur Rimbaud, un haz de luz para la futura obra dylaniana.

En la historia del premio Nobel de Literatura, la mayoría de los galardones ha recaído sobre autores de habla inglesa (27), que ahora engrosa la lista con Dylan; seguidos de literatos franceses (14) y alemanes (13). Otros 11 Nobel de Literatura se han concedido a autores que escribían en castellano.

http://cultura.elpais.com/cultura/2016/10/13/actualidad/1476344926_683109.html



Announcement of the Nobel Prize in Literature 2016



miércoles, 12 de octubre de 2016

Robert De Niro / What Do You Care About?




Robert De Niro contra Donald Trump


Por Juan Luis Caviaro


Se acabaron las bromas. Hollywood se ha puesto las pilas ante la proximidad de las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Hace poco vimos a un montón de famosos reunidos por Joss Whedon recordar la importancia del voto y cargar contra Donald Trump. Ahora triunfa en Internet otro vídeo donde Robert De Niro va un paso más allá.

El actor se muestra harto del candidato republicano y le insulta en repetidas ocasiones. Le llama "estúpido" y "cerdo", lo considera una "vergüenza", y ya que a Trump le gusta amenazar físicamente, De Niro confiesa que desea darle un puñetazo en la cara. Pero esto es lo más lejos que va a llegar, claro. Si fuese una película, veríamos a cámara lenta cómo golpea con todas sus fuerzas al político, que caería al suelo con algún diente roto, entre risas y aplausos del público...


El vídeo ha sido realizado por Tom McCarthy ('Spotlight') para Anonymous Content y la campaña Vote Your Future, cuyo objetivo es animar a la ciudadanía a ejercer su derecho al voto. En noviembre, Obama dejará el mando de su país y parece que Hollywood quiere a Hillary Clinton en la Casa Blanca,


Limitándonos a estrellas con influencia, creo que sólo Clint Eastwood ha tenido la valentía de declarar públicamente que votaría a Trump aunque se ha negado a darle su apoyo y da la sensación de que lo dijo por su rechazo a la candidata demócrata, no porque realmente piense que el republicano debe ser presidente.

http://www.blogdecine.com/otros/robert-de-niro-contra-donald-trump-la-imagen-de-la-semana



Robert De Niro - Vote Your Future - Anonymous Content (2016)


martes, 11 de octubre de 2016

Indio Solari / Tsunami. Un Océano de Gente




Furor por Tsunami! 


El documental del Indio Solari realizado por Mario Pergolini en menos de un día, fue visto por cientos de miles de personas e hizo colapsar el sitio web de Vórterix.

11 de octubre de 2016


Tsunami, el documental sobre la vida del Indio Solari realizado por Mario Pergolini, se estrenó el lunes por la mañana. El film está disponible para ver a través de la página web de Vórterix, pero tal fue el furor de los fanáticos del ex líder de Los redonditos de ricota que se colapsó el sitio.

Con dirección de Julio Leiva y Maximiliano Rodríguez, el documental de 90 minutos cuenta con el testimonio del Indio que, vaso de whisky en mano, habla de todo: su enfermedad, la música, su temor a la vejez y su época con los Redonditos, entre otros temas.

En la entrevista, no sólo hay tiempo para las anécdotas, sino también para los silencios y las lágrimas: "¿Qué te emociona?", le preguntó Pergolini en un momento, a lo que el Indio respondió, casi quebrado: "Es una oportunidad muy especial la muerte, para liberarte de tus compromisos y hacer lo que quieras".

Además, Tsunami muestra el detrás de escena del último show que el músico realizó en Tandil, contado por sus protagonistas.

"Por primera vez en un mano a mano en cámara con Mario Pergolini. Una producción original de Vorterix grabada el 12 de marzo en su último show histórico de Tandil, donde convocó a más de 200 mil personas. Además de la entrevista, el documental mostrará imágenes nunca vistas de cómo es su show por dentro", reza la sinopsis.

La película, que se estrenó vía streaming el lunes feriado a las 10, hacia el mediodía ya había sido vista por más de cien mil personas, según dijeron desde la emisora. Además, explicaron que Tsunami  estará disponible en la página hasta la última hora del miércoles.





Indio Solari - Tsunami - Documental Vorterix 2016 






Solari: “La decrepitud es una cosa espantosa”



Con gran éxito se estrenó “Tsunami”, documental donde el Indio habla de su enfermedad.

11 de Octubre de 2016 | 01:08


La primera exhibición de “Tsunami. Un océano de gente”, documental que combina fragmentos de un recital del Indio Solari con una entrevista al músico y que desde las 10 de ayer está en la página vorterix.com, fue tan exitosa que no se pude visualizar durante horas porque el sitio de la emisora está colapsado.

“#Tsunami es un éxito total, tengan paciencia hasta que cargue el player. Y sino, pueden verla hasta el miércoles a las 23.59”, se anunció desde la cuenta de Twitter de la emisora. El material combina fragmentos del concierto que el ex líder de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota ofreció en Tandil en marzo de 2016 con una entrevista exclusiva con Mario Pergolini, el valor agregado del documento.

“Lo único que tengo que hacer es no ser fantasma”, disparó frente a la cámara Solari, hombre reacio a las entrevistas, quien se explayó sobre su enfermedad de Parkinson con contundentes frases.

“Es una oportunidad muy especial la muerte. Para liberarte de tus compromisos y hacer lo que quieras”, dijo Solari entregado y abierto, entre sollozos, al ser consultado acerca de su enfermedad.

En esa línea emotiva, añadió que “estoy dejando de fumar para no darle una mano a la bella señora. Ya tengo 67 pirulos. Tengo facilidad para dejar todo tipo de sustancias, pero el alcohol me gusta, me sigue gustando”.

Directo para abordar el mal que lo aqueja, el vocalista contó: “Tengo Parkinson que no es de ahora. No se me manifiesta temblando sino con la rigidez” y enseguida informó que “confundí los síntomas de esta enfermedad con la claustrofobia”.

Para ambientar esa visita a la salud quebrantanda, apuntó que “soy adorador de la juventud y es una cosa que se te escapa de las manos. Me doy cuenta que no sirvo para viejo. No es una sobrevida agradable. El ser humano tiene estos 30 años a costa de una cosa espantosa que para mí es la decrepitud. Uno empieza a ver menos, a escuchar menos, un buen día se cag... encima. La decrepitud no es una sobrevida agradable, te duele todo, qué sé yo. Y yo debo estar entrando en eso, evidentemente”.

Además, Solari deslizó que a pesar de transitar sus últimos recitales, no habrá reencuentro con Los Redondos: “Ya no es tan frecuente (que nos pidan volver)”, afirmó, y disparó que “entiendo (el pedido) pero no han sido testigos de la intimidad de lo que yo he sido testigo. Es una palabra dura, pero es la única que me sale a mí: traición”. Y desde esa certeza fue tajante: “No hay manera, no. A mí me podés cag... con guita, pero no me podés traicionar. Son dos cosas diferentes”.



Indio Solar - Tsunami. Un Océano de Gente - Vorterix 2016




miércoles, 5 de octubre de 2016

Irvine Welsh / Trainspotting Writer



“Me sigue interesando la vida de mis personajes”

El autor de Trainspotting admite que no puede escapar del universo de ficciones que van desplegando, según pasan los años, los personajes de su novela emblemática. “Yo sobreviví, pero perdí muchos amigos a lo largo de los años por la heroína y el sida”, dice.


Por Silvina Friera
Viernes 30 de Septiembre de 2016


La política de los gestos ofrenda un guiño legítimo para la hinchada. La tribuna –imaginaria o real– sonríe cuando mira al pelado escocés, un gigante de brazos tatuados, caminar por las calles de Buenos Aires, gambeteando el polen y los minúsculos objetos voladores que le producen alergia, una anécdota simpática al pie de la biografía de un sobreviviente de la heroína, hijo de un trabajador portuario y una camarera que fue cantante y guitarrista de una banda punk. Sabe que podría haber muerto, como muchos de sus compañeros de escuela, por ese combo letal que fueron las drogas, el alcohol y el virus del Sida para los jóvenes de la década del 80. Irvine Welsh se puso la camiseta de la selección argentina, regalo que recibió el martes pasado, cuando cumplió 58 años. El autor de Trainspotting, la historia de un grupo de amigos –los inolvidables Renton, Sick Boy, Spud y Begbie– que necesita su pinchazo cotidiano de heroína para fugarse de la ferocidad y las miserias de la vida en la Inglaterra neoliberal de Margaret Thatcher, se presentó ayer en el Malba en la octava edición del Filba (Festival Internacional de Literatura). Su mitología como narrador se inicia con una “mentira piadosa” a principios de los años 90. Su amigo Duncan Mc Lean le preguntó si tenía una novela escrita para ofrecer al editor de Secker & Warburg. La lengua elástica de Welsh midió la oportunidad y soltó un “sí”, como si lanzara un cross a su propia mandíbula creativa. Un desafío que lo podría sacar del abismo. Pronto transformaría un puñado de historias escritas, cuentos, algunas notas y esbozos, en su debut literario, Trainspotting, esa galaxia integrada por el “cuarteto” de amigos adictos de la que se desprenderían otros libros.

Aunque hace años que vive en Chicago (Estados Unidos), si estuviera por las calles de Edimburgo, Welsh se pondría la camiseta verde del Hibernian, club escocés fundado por inmigrantes irlandeses del que es hincha. Este año salió campeón después de 64 años de espera. La última vez, allá lejos y hace tiempo, fue en 1952. No es un detalle menor que el escritor nació en 1958 y esta es la primera vez que puede ver campeón a su equipo. En Montevideo, donde estuvo la semana pasada en la versión uruguaya del Filba, se hizo hincha de Peñarol. Acá lo hicieron de Racing, también por otro regalo: la camiseta de la Academia. Pero aquí y ahora, en el hotel de Palermo Hollywood donde se alojan los escritores invitados al Filba, tiene la camiseta de la selección nacional y pide un té verde, no porque sea vegetariano o naturista militante y ande por el mundo predicando las bondades de una alimentación saludable. Reconoce que precisa algo “sano” después de comer “mucha carne roja” en el asado que le organizaron para festejar su cumpleaños. Trainspotting fue publicada en 1993 y llevada al cine por Danny Boyle en 1996. El mismo director filmó la “segunda parte” de la novela –se basó parcialmente en Porno con el título de Trainspotting 2–, que se estrenará en enero de 2017 con el mismo elenco emblemático de actores, veinte años después: Ewan Mc Gregor (Renton), Ewen Bremner (Spud), Jonny Lee Miller (Sick Boy) y Robert Carlyle (Begbie). No hay dudas de que es mucho más que el autor de una “única” novela que pronto se transformó en un clásico de la literatura en lengua inglesa. Desde entonces ha publicado Skagboys, Escoria, Porno, Acid House y La vida sexual de las gemelas siamesas, entre otros títulos. El narrador escocés admite que no puede escapar del universo de ficciones que van desplegando, según pasan los años, Renton, Spud, Sick Boy y Begbie. “Me interesa la vida de mis personajes. Cuando escribía sobre ellos, quería saber qué les iba a pasar en distintos momentos. Esos personajes son para mí como una herramienta en el interior de una caja: yo los voy forjando y a veces los puedo utilizar para distintos trabajos”, dice en la entrevista con Página/12.

–¿Los personajes de Trainspotting se podrían pensar como la prolongación juvenil, en los años ’90, de la consigna punk “no future”?

–Yo creo que cuando empezó el punk los que éramos jóvenes entonces todavía gozábamos de un buen estilo de vida, aunque nos rebeláramos contra lo burgués. Pero después vino (Margaret) Thatcher y la situación social y política cambió radicalmente y no se podía seguir con la postura del punk. Me refiero a que el punk no podía ser una protesta vacía cuando estallaron las huelgas mineras, el desempleo creció a un ritmo enloquecido y muchos se empezaron a preguntar qué demonios estaba pasando en el país. Lo que sucedió fue que se destruyó el trabajo sindicalizado con la introducción de las nuevas tecnologías. Thatcher intentó quebrar a los sindicatos, armó a los militares, le dio a la policía más poder que nunca. Esta “guerra de clases” bastante prolongada culminó en la lucha de los mineros del carbón. La policía reprimió por primera vez una de las manifestaciones y fue una gran derrota del conjunto de la clase trabajadora contra el poder del Estado. Y terminó con la democracia pluralista en Gran Bretaña porque después, todas las instituciones, incluidas las de los partidos de izquierda y el partido laboralista, fueron cooptadas por este nuevo Estado liberal hasta el 2008, cuando estalló la crisis económica mundial.

–¿Qué significó para usted, que viene de la clase trabajadora, que los trabajadores perdieran su lugar en el mundo con las políticas de Thatcher?

–Thatcher destruyó la comunidad en la que yo crecí, donde todos tenían trabajos, dinero y una vida digna. No grandes trabajos ni mucho dinero, pero tenían lo suficiente para poder vivir. Todo eso fue reemplazado por las drogas. Yo sobreviví, pero perdí muchos amigos a lo largo de los años por la heroína y el Sida, pero también por el consumo de cocaína y por el alcoholismo. Muchos de mis amigos no tenían otro horizonte que no fuera abusar de las drogas y del alcohol. Perder amigos muy joven no es algo natural, no resulta “normal”; cambia tu perspectiva acerca de la cuestión moral. La mitad de mis compañeros de la escuela están muertos: murieron en la adolescencia o cuando tenían veinte años. En Muirhouse, el distrito de Edimburgo donde me crié, hubo una epidemia de muertes por consumo de heroína, que tiene que ver con la historia y la dinámica del lugar. Los que vivieron en suburbios más de clase media no perdieron tantos amigos y esas comunidades están más equilibradas. Pero esta experiencia de pérdida, no sólo para el individuo, sino para toda la comunidad, genera un gran estrés postraumático; es una cuestión sin precedentes y la comunidad no tiene mecanismos para lidiar con tantas muertes jóvenes. Este tipo de experiencia, esta transición dramática y violenta, le ha dado forma a mi trabajo y a mi sensibilidad como escritor.

–La mayoría de los escritores británicos son de familias de médicos, profesionales, diplomáticos, son hijos de las clases medias. No hay casi escritores que vengan de la clase obrera o de los sectores populares, ¿no?

–Sí, esto es verdad en Inglaterra. Para ser escritor tenés que haber estudiado en Oxford o en Cambridge y venir de una familia que tenga muchos libros. Pero es muy distinto en Escocia, en Irlanda, en general en la zona oeste, porque la tradición literaria es mucho más oral. En Escocia hay una tradición de educar a la clase trabajadora que empezó con la reforma de John Knox, que estableció las escuelas confesionales donde todos los hombres de la clase trabajadora podían leer y escribir. Y estoy hablando de más de cuatro siglos atrás, del 1600, además siempre hubo más alfabetización en Escocia que Inglaterra. La rabia, la frustración y la bronca de los escoceses se canalizó a través de la escritura, algo que empezó a ser muy importante a partir de los años 70.

–¿Por qué Trainspotting se convirtió tan rápidamente en un clásico de la literatura inglesa?

–Yo creo que es una novela que trata de la transición de un tipo de sociedad a otra: el cambio de un mundo con empleo a un mundo capitalista donde el valor del trabajo ya no existe más. La tecnología está destruyendo el trabajo pago. Eso afecta muchísimo a la clase trabajadora, especialmente los trabajos manuales. De eso trata Trainspotting, la novela continúa impactando en muchos lectores cada vez más jóvenes porque eso que le pasaba a la clase trabajadora en la década del 80 con la tecnología ahora también le está pasando a la clase media, que tampoco puede vivir de su trabajo. La transición del mundo también le ha llegado a la clase media, que antes parecía estar a salvo. Y la gente está muy confundida y enojada y supongo que esta es una de las razones principales por las cuales mi novela sigue interesando y se sigue leyendo.

–¿Por qué después del Brexit tuiteó que “el Reino Unido será en la escena mundial un juguete peculiar, el 51º Estado de la América fascista de Trump”?

–Lamentablemente es algo que podría pasar... El neoliberalismo se está cayendo a pedazos desde 2008. Pero durante su extenso dominio, ha destruido a todos los políticos de izquierda y ha cooptado a los socialdemócratas. Lo más dramático para mí es que la gente piensa que un estado fascista-imperialista es la única opción para el cambio. Pero no es en realidad una opción para el cambio, sino que es más de lo mismo.

–¿Qué hubieran votado los protagonistas de Trainspotting: a favor del Brexit o en contra?

–Ufff… es difícil responder esta pregunta porque eran jóvenes en los 80. Ahora serían tipos de mediana edad. Si los personajes hubieran podido ascender a la clase media, es muy probable que hubieran estado en contra del Brexit. Si pertenecieran todavía a la clase trabajadora, hubieran votado a favor del Brexit. Pero no se puede plantear tan binariamente porque los escoses somos diferentes. Escocia está más investida de una idea de Europa de lo que está Inglaterra. Esto es histórico y cultural. Antes de la unión de Escocia con Inglaterra, Escocia tenía comercio con los países bálticos y con Europa. Escocia siempre tuvo una relación muy cooperativa con el resto de los países europeos, no fue una relación imperialista. Escocia mira más hacia Europa, mientras que la relación de Inglaterra con el resto del mundo ha sido a través del imperialismo. Este modo de vincularse impacta en la mirada que tenemos los escoceses acerca del mundo.


Irvine Welsh - Skagboys



martes, 4 de octubre de 2016

César Aira / Der Argentinische Autor Eröffnet Internationales Literaturfestival Berlin 2016



Un Discurso Breve


El pasado 5 de septiembre, correspondió a César Aira (Argentina, 1949), inaugurar el Festival Internacional de Literatura de Berlín. Lo hizo con un magnífico y evocativo texto, que ofrecemos a los lectores del Papel Literario. Aira, además de notable traductor, es reconocido como el prolífico gran maestro de novela breve en nuestra lengua

César Aira

Septiembre 25 2016 - 12:01 AM


De niño, yo atesoraba lo que no entendía, lo que quedaba sin explicación, la gema rara que brillaba en medio de la ganga trivial de lo claro y sabido. No fui el único. Hay un instinto que conduce a los niños a lo inexplicable, supongo que como parte de su proceso evolutivo. Quizás hoy a los niños se les explican demasiadas cosas, se los estimula a entenderlo todo y se les dan los instrumentos para responder al instante a sus preguntas. Esta actitud también puede ser parte de un proceso evolutivo de la sociedad, destinado a impedir la reproducción de soñadores improductivos. Esas salvaguardas no se habían alzado en el tiempo y el lugar donde pasé mis primeros años: un pueblo de gente de campo a la que lo último que se le hubiera ocurrido habría sido estimular a sus hijos al conocimiento, más allá de mandarlos a la escuela y dejar que se las arreglaran solos en ella.

Puedo decir que me dejaron en paz perseguir mis misterios, que no tenían nada de trascendentes. Misterios a mi medida, que no comentaba con nadie por temor a que lo develaran y perdiera su deliciosa oscuridad. Recuerdo que en una revista había una publicidad de un jabón, del que se decía que era el que usaban nueve de cada diez estrellas de Hollywood. Yo empezaba sintiéndome escandalizado de la crueldad de los redactores de esa publicidad, de poner en evidencia a esa pobre mujer, la número diez, denunciarla de un modo tan público a la vez que solapado. Es cierto que no decían su nombre, pero las otras nueve harpías lo sabrían, lo mismo que todo el implacable mundillo de chismorreos de Hollywood. En el cine, trataba de adivinarla en las actrices, trataba de ver más allá del personaje que interpretaba su verdadera personalidad de rebelde. La buscaba entre las actrices secundarias, inclusive entre los extras: la exclusión discriminatoria de la que era objeto por culpa del maldito jabón hacía improbable que le dieran papeles estelares. Pronto me cansé de compadecerla. Razonaba así: si ella tenía la fuerza de carácter para resistirse a usar ese jabón que usaban todas las demás, también podría resistir y vencer la malevolencia que se le dirige al que muestra el valor de ser distinto. Me identificaba con ella, esa rebelde amazona desconocida y sin nombre.

Yo también me creía distinto. En medio de chicos que buscaban desesperadamente certezas; yo buscaba enigmas que no tuvieran respuesta, era un «connaisseur» de lo desconocido. Mucho después me enteré de que no era tan original. Leí en alguna parte que uno de los héroes de mi juventud, John Cage, en su infancia apreciaba solo lo que no entendía, y descartaba lo que entendía como banalidades indignas de un niño inteligente. Yo no era tan radical, porque me di cuenta pronto de que la vía regia a la lejanía y el misterio era lo que tenía más cerca, entregado a mi vista y mi comprensión. Mis investigaciones me llevaron a los libros, y la lectura se volvió mi ocupación favorita, desde entonces y para siempre, hasta hoy. La lectura fue y sigue siendo inagotable en el don de otros mundos, pero también estuvo habitada por una nostalgia. Porque inevitablemente la lectura asidua terminó convirtiéndome en ese personaje banal que es el Hombre Culto, el hombre de las respuestas, siempre al borde de convertirse en el aburrido sabelotodo. Los libros me aclaraban cuestiones que yo habría preferido mantener en un suspenso de oscuridad: progresivamente iban desvaneciéndose los enigmas; eso también les pasó a muchos. Recuerdo que una poeta decía la tristeza que había sentido cuando la palabra «cartílago» dejó de ser lo que ella había creído durante toda su infancia: un caballero con una armadura de acero con la espada desenvainada en lo alto de un acantilado, y a merced de su creciente información se transformó en un pedestre tejido en el cuerpo del hombre y los animales.

Demasiado humano

Fui un lector doble, y me pregunto si no serán dobles todos los lectores, si la disociación de mundos en la que consiste la lectura no es lo normal. Pero mi duplicación fue particular: por un lado buscaba la distancia del hermetismo, para generarme nuevas perplejidades: surrealistas, gongoristas, oscuros filósofos que eran para mis oídos como un rumor disonante de la lengua de los pájaros. Ni siquiera retrocedía ante libros en idiomas que conocía poco y mal, para provocarme el delicioso escalofrío de lo incomprensible. Pero había otra vertiente, en la que el distanciamiento encontraba su límite en la cercanía, o contigüidad, de la identificación masiva con lo humano, demasiado humano, del viejo realismo.

Las novelas de piratas, mosqueteros y buscadores de tesoros se continuaron en Zola, en Dickens. Allí encontraba otro nivel de misterio, refinado, transfigurado, por transfigurador de lo real. Balzac era más misterioso que Mallarmé, porque me devolvía al misterio de mí mismo, a mis deseos y ambiciones y temores. La oscuridad se escondía en la claridad, había que extraerla de los hechos cotidianos, como un malentendido. Por eso cuando la lectura cristalizó en escritura también hubo una duplicidad, inerradicable. El vanguardismo esotérico al que había aspirado oyendo el «Pierrot Lunaire» o a Cecil Taylor se quedó a medio camino, injertado en lo viejo, que es lo que se lee, mientras que lo nuevo está ahí para escribirlo.

Conservé lo viejo por lealtad a la lectura. Lealtad y gratitud, porque algunos tenemos mucho, o casi todo, que agradecerle. Una de mis citas favoritas es una frase de Fontenelle, «No hay pena que se resista a una hora de lectura». En realidad no es siquiera necesario tener una pena para experimentar el poder consolatorio de la lectura. Pero esa hora no se da gratis y sin más, con solo abrir un libro. Hay que hacer un largo aprendizaje para traerla de muy lejos, de las primera lecturas cuando nos parecían un milagro, para efectuar el milagro nuevo de una tregua en el proceso de resolución de problemas y persecución de objetivos en los que consiste la vida adulta. Creo que Fontenelle se refería a la lectura hedónica y sin propósito, la misma de la que se jacta todo buen lector, aunque mienta. Si se lee por placer hay que obedecer a las leyes del placer, la primera de las cuales, y la única, es la ley de la libertad. Libertad de los condicionamientos en que se encierra a la lectura, en sus utilidades: instruir, informar, refinar el gusto, estimular la reflexión.

El placer de leer puede prescindir de todo eso, en un nihilismo feliz. Ahora bien, el nihilismo es un camino sin retorno, y la libertad que se le otorga al placer puede tomar caminos imprevisibles. Uno puede hacer cosas tan blasfemas como cansarse de Shakespeare, de Kafka, de Henry James, y ponerse a leer novelas policiales. Tal cosa es menos infrecuente de lo que se confiesa (doy fe). Tiene sentido que la lectura elegida en ese caso sean las novelas policiales.

Conflicto de lealtades

Quien se ha pasado la vida leyendo a los clásicos, antiguos y modernos, ha vivido bajo el signo de la relectura, que está implícita, se la haga o no, en toda buena literatura. Hay una duplicación del tiempo en la lectura, la necesidad del segundo punto con el que establecer la perspectiva y adjudicar el valor. La novela policial es por excelencia lo que no se relee, ya que es su propio «spoiler», y el lector se saca de encima esa duplicidad temporal que constituye a los clásicos. Pero el juicio de valor, aun sin la perspectiva que le da la relectura, es inevitable. Le pedimos calidad hasta a la lectura menos pretenciosa; de hecho, a esa se la pedimos más que a otras, porque no viene certificada de antemano.

Aficionado como soy a las novelas policiales, y agradecido como estoy al denso olvido que me proporcionan, las juzgo con severidad. A Agatha Christie la encuentro pesada, a Margery Allingham la admiro sin reservas pero por momentos lamento que fuerce la nota moralista. Y con Dorothy Parker tengo un conflicto de lealtades: no comprendo por qué Borges no se cansaba de hablar mal de ella. Edmund Crispin no se esfuerza lo suficiente, John Dickson Carr se esfuerza demasiado. Simenonentra en la categoría de genio, pero tiene el defecto de no ser el seudónimo de un profesor de Oxford. Y cuando algo me gusta en exceso, como me está pasando recientemente con Lee Child, tengo que preguntarme con severidad: ¿es realmente tan bueno como me parece? El juicio tendrá que ser instantáneo, hecho sobre la marcha, con el mismo suspenso y la misma resolución brusca de la que trata el texto.

De todos modos, la apreciación del valor literario es inevitable. Aun extraviado en los absorbentes laberintos del crimen, cuando lo único que me importa es saber quién de los sospechosos resulta ser el asesino, me sigue importando que sea buena literatura. Parece inconsistente pedirle calidad literaria a las lecturas que se hacen por puro placer, después de que uno se ha desprendido de pretensiones culturales, y sin embargo es imposible no pedírselo.

Los libros nunca son libros a secas: siempre son buenos o malos, o algo dentro de la extensa gama intermedia. La literatura, en cualquiera de sus géneros y formatos, está ahí para ser juzgada. La calidad no es un color más que se le aplica cuando los materiales ya están en su lugar, sino uno de los elementos constitutivos, el verdadero argumento del texto, más allá del aparente. Más que un elemento constitutivo, yo diría que es el elemento generador; si no hay una promesa de excelencia no vale la pena empezar siquiera. Eso me ha llevado a pensar que la calidad ya está anticipada en la literatura; en realidad, no podría ser de otro modo, tratándose de una actividad sin ninguna función que la justifique ante la sociedad; necesitada de ser buena para existir, tiene que disponer en sus premisas de los instrumentos para serlo.

Tengo al respecto una teoría, que no creo que nadie vaya a aprobar, pero ya he dejado de buscar consenso. Me la sugirió un viejo libro de una psicoanalista argentina, Isabel Luzuriaga, que propone que la inteligencia puede actuar contra sí misma y sabotearse desde adentro. La autora era una especialista en niños con problemas de aprendizaje, y había notado una situación paradojal en sus pequeños pacientes.

Mecanismos de supervivencia

En los niños el aparato cognoscitivo está preparado y predispuesto a absorber los conocimientos, de un modo natural, se diría biológico. Los niños aprenden sin proponérselo especialmente, les es difícil rechazar el saber que va hacia ellos. De modo que el niño que no aprende debe hacer un esfuerzo especial para no incorporar los conocimientos, debe poner en juego una inteligencia superior a la del niño que aprende, para obstaculizar lo que su constitución física y mental le ofrece irresistiblemente. El motivo por el que hace esto está en traumas o inhibiciones que la psicoanalista estudia y que pueden ser discutibles, pero el mecanismo en sí parece muy plausible. Tanto que se lo podría llevar a otros terrenos, y el de la literatura es un terreno fecundo para esta clase de transportes.

Podría decirse que el escritor está predispuesto naturalmente a escribir bien, porque su oficio, la literatura, necesita de la calidad para existir; la literatura no sirve para nada que no sea ofrecer el placer que produce, y este placer está asociado al juicio de calidad que hará el lector, como antes lo habrá hecho el autor. Luego, el escritor sin hacer ningún esfuerzo especial, dejándose ir naturalmente en el impulso inicial, escribirá bien. Hará algo bueno si se entrega a la literatura, a los mecanismos de supervivencia que tiene la literatura para no extinguirse en un mundo que no la necesita.

En un mundo donde todo debe cumplir una función, la literatura, consciente de su inutilidad, sabe que su única chance de persistir es producir placer y admiración. De ahí que se las haya arreglado para que todos los que la practiquen lo hagan bien. Para escribir mal en cambio el escritor deberá penetrar en esos mecanismos, de modo de poder trabajar en contra de ellos, y si quiere hacerlo necesitará una perspicacia y un empeño heroicos. Pero conociendo la indolencia característica del escritor, su psicología del menor esfuerzo, lo más probable es que seguirá su tendencia natural y escribirá bien. Ese es el motivo de que haya tan pocos escritores malos y llamen tanto la atención cuando aparecen, aunque esos cisnes de gran rareza aparecen poco, porque son expertos en el ocultamiento.

No es que yo esté haciendo el elogio, ni siquiera irónico, del mal escritor. En todo caso haría la defensa del escritor no bueno, en vista de que, como pasaba con las actrices de Hollywood, nueve de cada diez escritores usan la buena literatura, y los libros bien escritos son la marea que inunda las librerías y que es tan eficaz para quitarle a uno las ganas de leer. El automatismo de escribir bien provoca un desaliento al que combatimos de distintos modos.

Por supuesto, nadie quiere escribir mal, porque está mal visto, además de que exigiría un esfuerzo sobrehumano, mal pago. El otro modo, que es el que se acepta en general, es el de escribir «mejor». A eso nos dedicamos en definitiva los escritores, y con esta dedicación introducimos en nuestro trabajo el factor Tiempo. A la «impasse» de lo bueno y lo malo la ponemos en movimiento con la experiencia y el aprendizaje. De ese modo completamos la dualidad clásica de Vida y Obra.

Esta cuestión de la Vida y Obra la resumió Felisberto Hernández, con melancólico humor uruguayo, en una frase que me persigue hace años: «Cada vez escribo mejor», dijo, «lástima que cada vez me vaya peor». Lo primero era solamente programático, lo segundo sombríamente realista. Es difícil para un escritor ser objetivo cuando se trata de su obra, ya que el juicio no puede hacerlo sino con el mismo instrumento con el que la escribió. Pero es bastante previsible que se pueda escribir mejor, ya que en una actividad que se practica a lo largo de los años sería difícil no adquirir en forma creciente alguna habilidad.

¿Por qué nos torturamos?

Al escritor todo le sirve para aprender, porque la literatura puede aprovechar hasta el menor accidente de la experiencia, incluidos los no experimentados. Y, lo que es más importante, el aprendizaje le sirve, porque siempre está a tiempo de escribir algo más. En la Vida también se aprende, casi no se hace otra cosa que aprender, pero el aprendizaje no sirve porque la oportunidad de poner en práctica lo que se aprendió, oportunidad que no es otra cosa que la juventud, ya quedó atrás. La objetividad que tan raramente asiste al escritor para evaluar su obra, viene servida en bandeja de plata cuando se trata de evaluar su vida.

Felisberto tenía motivos para justificar las dos cláusulas de su afirmación. Su largo y lento aprendizaje de escritor culminó con la muerte y una obra maestra inconclusa. Y por otro lado su vida de músico ambulante, su pobreza, su neurastenia y sus cinco esposas sucesivas explican por qué dijo lo que dijo. Y entre los dos términos también hay una relación causal, porque uno de los elementos que empeoran la vida, aun para los que no son músicos ambulantes o han tenido cinco esposas, está el esfuerzo por escribir mejor, que nos ensombrece la existencia con la insatisfacción, las dudas, el temor a haber tomado un camino equivocado.

¿Por qué nos torturamos así? ¿Por qué no nos conformamos con el simple Escribir Bien que se nos da naturalmente? Los lectores se conformarían con lo que nos sale más fácil. No solo se conformarían sino que lo apreciarían más, porque ese producto entraría en el paradigma de lo esperable y convencional, que es lo que querían leer, y no los textos cada vez más raros que nacen de la intensificación que comporta la busca de lo Mejor.

En cuanto a los críticos, lo más probable es que los irritemos por sacarlos de su rutina y crearles complicaciones. ¿Quién nos mandó a querer escribir mejor? ¿Por qué no escribimos novelas comunes y corrientes, como todas las demás? Nos ponemos a todo el mundo en contra, y sin embargo persistimos en ese trabajo que se hace cada vez más difícil y nos hace más difícil la vida.

Creo que hay una razón para que hagamos algo tan injustificadamente masoquista. La vida va empeorando paulatinamente, las trampas que nos tiende se van haciendo más barrocas, y necesitamos habilidades nuevas y más perfeccionadas para dar cuenta de ella. Es un compromiso creciente que crea un círculo vicioso. Tanto va empeorando la vida que debemos hacer más y más para redimirla en la Obra. Y cuanto mejor escribimos peor nos va, porque en el trabajo perdemos más y más oportunidades de felicidad, y lo Mejor no alcanza nunca a lo Peor, como la carrera de Aquiles y la Tortuga.

El tiempo es el telón de fondo contra el que se representa esta comedia. No puede asombrar que el tiempo, a pesar de ser la más deprimente de las categorías mentales, esté en el centro de los intereses del escritor. Nuestro trabajo, que no necesita capital ni mano de obra, es tiempo-intensivo, no solo por el tiempo que lleva escribir sino porque de un modo u otro el tiempo termina siendo el tema del que se trata. Es en vano negarlo: su triunfo está asegurado de antemano porque cualquier batalla que se libre contra él se hará dentro de él.

Cuando Borges intentó una Refutación del Tiempo, la dio por nula ya desde el título, al calificarla de Nueva. Y no todos, o mejor dicho casi nadie, tiene el virtuosismo de Proust en el manejo del tiempo, que perdió durante toda su vida de snob ocioso, para recuperarlo en su obra, intacto y sin uso, prístino como un buen diamante en el que se reflejaban todos los colores y aromas de los años en los que se lo ignoraba todo y el mundo era un tesoro de enigmas.

Tren en la noche

Cuando el protagonista de su libro ofendió inocentemente a una condesa al decirle que su casa es tan hermosa como una vieja estación de tren, no sabía, que no lo puede saber un niño, que la comparación que estaba haciendo era inadecuada, y que nada podía gustarle menos a una condesa que su casa evocara una vieja estación de provincia. Pero él estaba dejando una señal para cuando lo supiera, como los niños dejan piedritas en el camino del bosque, para orientarse en el camino de regreso en el tiempo, cuando escribiera, por lejos que lo hubiera llevado ese tren en la noche. Opuesto a Proust en su estrategia con el tiempo, el Dr. Johnson escribió en su juventud y dejó de hacerlo cuando empezó a cobrar la pensión que le otorgó el Rey. Lo dijo famosamente: «El que escribe por otro motivo que el dinero es un idiota». Se dedicó entonces a perder el tiempo en las tabernas y en el salón de la señora Thrale, rodeado de un selecto público que registraba todo lo que hace el hombre a lo largo de su vida, la guerra, el amor, el trabajo, el placer, lo hace solo para ocupar el tiempo, y por ningún otro motivo. Pero los motivos así excluidos son todos los motivos por los que hacemos las cosas, y si aplicamos al escritor la exclusión johnsoninana, encontraremos al dandi supremo que se habrá sacado de encima todas las motivaciones tradicionales de su trabajo: el compromiso con su sociedad y su tiempo, el testimonio de su experiencia, la crítica a los males del mundo, la expresión de su ser interior, y todo el resto de la quincalla que tanto ha pesado sobre su paz espiritual. Para él solo existiría un tiempo que sin su trabajo quedaría vacío, un tiempo que hay que ocupar, como se ocupa, después de un largo asedio, la ciudad de los sueños.


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El escritor argentino César Aira abrió el Festival de Literatura de Berlín 2016 (EFE)