sábado, 9 de mayo de 2015

FC St.Pauli / "You'll Never Walk Alone!"




El Equipo Más Progre Del Mundo.

St.Pauli es un club alemán de culto: para sus hinchas, perder no es dramático, tienen una calavera como símbolo, idolatran al Che y defienden postulados antirracistas. Y hasta tuvieron un jugador que pidió anular un gol...propio.

Por Leonardo Torresi
15/03/15

Hay clubes famosos, millonarios, que salen campeones casi siempre; que ganan con belleza o con aburrimiento; que tienen un dueño jeque, un DT superstar, al futbolista que más cobra, al sponsor que más aporta. Y así. Y después, o antes, o –mejor– en el medio, está el FC St. Pauli.

Quizás exista una de esas palabras alemanas compuestas –de las que aparecen en los libros de filosofía– que sirva para precisar qué virtud o distinción caracteriza a este club de Hamburgo que, por unas cuantas razones, por ejemplo estas, es distinto de los demás:

1) La camiseta marrón, que a lo largo de la historia pasó por diferentes combinaciones, unas veces con rojo, otras con blanco, como ahora. El color menos deportivo predomina en los símbolos y la indumentaria oficial. Encontrar otras camisetas en el tono (más allá de alguna ocasional suplente) es un verdadero esfuerzo de guerra en los buscadores.

2) El club de barrio (intenso). La historia del St. Pauli viró en los años ‘80 cuando se afincó cerca del Reeperbahn, zona roja y también bohemia. Las camadas del activismo okupa empezaron a ir a la cancha y fue cambiando la impronta. La insignia con la calavera –hoy a la par del escudo tradicional– embanderó a los nuevos hinchas: si en 1981 el promedio de público era de 1.600 personas, en los ‘90 pasó a 20.000.

3) Una fidelidad blindada. No me importa si perdés, es en serio. El equipo llegó a la Bundesliga (la Primera alemana) en 1977 y desde entonces fue lo que acá conocemos como subibaja. Esta misma temporada la pasa mal en la Segunda División.“Somos hinchas como todos,   pero nuestra popularidad claramente no está conectada a los éxitos deportivos”, explica Michael Pahl, voluntario comprometido con la comunicación del club.

4) El club activista. St Pauli es mucho más que un club de fútbol gay friendly: fue el primero en Europa (probablemente en el mundo) en tener –entre 2002 y 2010– un presidente abiertamente gay y militante de la causa LGTB, el director de teatro Cory Litmann. Los ultra tienen su rama femenina/feminista y una de las sorpresas visuales en el estadio Millerntor es un mural que muestra a dos hombres en un beso apasionado abajo de la leyenda Lo único que importa es el amor. Otra rama es la participación en la movilizaciones contra los desalojos. Y una bandera que dice “bienvenidos refugiados”, de las más buscadas por la fotos.

5) Ante todo, antifascistas. El puño golpeando la esvástica es póster oficial para los fans, que los 27 de enero, aniversario de la liberación de Auschwitz, llenan la cancha para conmemorarlo. St. Pauli fue el primer club en incorporar los postulados antirracistas y antihomofóbicos a sus estatutos y, en 1991, también el primero en prohibir los cantos intolerantes en los partidos. En la platea hay un cartel de punta a punta que dice: “No hay fútbol para los fascistas”. Se hizo famoso por un blooper un poco siniestro que ocurrió el año pasado antes del Mundial. La selección se entrenaba en el Millerntor para un partido contra Polonia y como había fotógrafos y cámaras la Federación Alemana de Fútbol mandó a tapar la frase con una lona.

6) El día del amor al fair play debería celebrarse el 12 de abril, en reconocimiento a Marius Ebbers, delantero del St. Pauli que en esa fecha, hace tres años. convenció al árbitro para que anulara su propio gol. En un partido contra el Union de Berlín (iban 1 a 1) quiso cabecear una pelota y por reflejo físico terminó empujándola con la mano. Entonces fue y pidió que no lo cobraran. El fútbol colaboró con la leyenda perfecta y le devolvió el gesto a Ebbers: el equipo del puerto ganó en el minuto 92.

7) St. Pauli es un club rebelde, en una franja que va desde la corrección política hasta las posturas antisistema. En las instalaciones iban a poner un destacamento policial y los hinchas pelearon –y lograron– que se abriera un museo. La conexión cubana excede la pasión por las banderas del Che, que se ven a montones. En 2005 el equipo se entrenó en la isla, una experiencia fue la inspiración y punto de partida para Benjamin Adrion –ex jugador ahora–, quien organizó el proyecto Viva con Agua para instalar dispensers en los jardines de infantes. “Es un club especial porque la gente se involucra en la pelea por cosas que considera importantes. Se dice que es un club de gente de izquierda y es posible que lo sea para  un número de fans. Pero hay mucho de sentido común. También la FIFA hace campañas contra el racismo. La diferencia es que para nosotros es una forma de vivir”, define Michael Pahl, autor del libro oficial del centenario del club, en 2010. Otro hito fue en 2006, cuando en el estadio de St. Pauli se jugó la primera edición de la FIFI Wild Cup, un mundial con las selecciones no reconocidas por la FIFA. El equipo local participó con el nombre de República de St. Pauli y ahí estuvieron Groenlandia, Gibraltar, Tíbet, Zanzíbar y la República Turca del Norte de Chipre, que salió campeón.

8) No todo es plata en la vida (y el fútbol). En el puerto viven una fiesta genuina, con la publicidad bajo control popular. En la cancha de St. Pauli hay rocanrol –pasan Hell Bells, de AC/DC cuando sale el equipo–, banderas, papelitos, algo parecido a la escena común en la Argentina. Pero más coreografiada y de una mayor sofisticación técnica con unas puestas espectaculares de luces que proyectan contra la fachada de la sede del club, pegada al estadio. El club define las “líneas de marketing” con los hinchas, que a través de su organización –el Fanladen– vigilan que la publicidad no sea invasiva ni contraria al ideal. Por ejemplo, no se auspician los corners, como pasa en otras canchas alemanas. Y todos recuerdan el logro de 2002, cuando presionaron para que se retirara, por sexista, una publicidad de la revista Maxim.

9) Y por todo esto St. Pauli es un club “de culto”, con alcance nacional y también global, con más de 200 clubes de fans en el mundo. En la Argentina existe uno, motivado en una camaradería marrón. El corazón es Hernán José García, fan calamar que trabaja en informática. “Como hincha de Platense, hace unos cuantos años empecé a buscar equipos con camiseta marrón, y el primero que surgió era el St. Pauli”, cuenta. Con Piratas del Sur (en Facebook) es un “agitador” permanente del equipo y las novedades que genera. Pero llevó mucho más allá su metejón cuando le salió una oportunidad laboral en Wraclaw, Polonia, donde vive ahora. “Te juro que una de las cosas que evalué para ver si me venía era saber si la ciudad estaba más o menos cerca de Hamburgo”, cuenta a Viva desde allá. Bien: 650 kilómetros no son nada. Y Hernán viaja a ver los partidos cada vez que puede. La forma de vivir el fútbol de sus íntimos alemanes lo tiene encantado y a la vez no deja de asombrarlo: “No se hacen drama. Si gana el St. Pauli, van al bar, toman cerveza y festejan. Si pierde, van al bar, toman cerveza y se olvidan”.




Le Fly - We Love FC St. Pauli



Otro gesto de Sankt Pauli: El club alemán más "rebelde" ayuda a los refugiados en el Mediterráneo.



La institución, que milita en segunda división, junta fondos para colaborar con el rescate de inmigrantes ilegales en alta mar

Miércoles 22 de abril de 2015 | 23:59

Pregonan ideas socialistas, se multiplican las banderas con la imagen del Che Guevara, sus jugadores salen al campo de juego con música de AC/DC y en la platea hay un cartel con un mensaje que pega directo en la historia alemana. "No hay fútbol para los fascistas", dice. Por algo, cada 27 de enero conmemoran la liberación de Auschwitz. Sankt Pauli, ahora en segunda división, es conocido por su "rebeldía" y por su apoyo a diferentes causas, por lo que no sorprende la última noticia que llega desde Hamburgo: el club empezó a juntar fondos para la organización "Seawatch", que colabora en el rescate de refugiados en peligro en el Mar Mediterráneo.

En días donde nuevos naufragios aumentan la lista de fallecidos africanos que mueren intentando llegar a Europa, desde St. Pauli prefirieron ayudar y responder a lo que califican como "una catástrofe humanitaria". Según anunciaron en el sitio oficial, las donaciones para "Seawatch" se pueden hacer en Kiezhelden.com, una página de crowdfunding (se utiliza para hacer pequeños aportes para diferentes proyectos) y eso asegura que el cien por ciento de lo donado vaya directo al proyecto. La embarcación de la organización proporcionará asistencia humanitaria a los refugiados en la zona marítima entre Malta y la costa de Libia.




FC St Pauli - You´ll Never Walk Alone