domingo, 2 de agosto de 2009

Ron Carter / Su Majestad


Su majestad Ronald Levin Carter

El contrabajista ofreció una lección de clasicismo y etiqueta, de elegancia sonora de raya impecable, en el parque de El Majuelo

JUAN JESÚS GARCÍA ALMUÑÉCAR

Ron Carter volvió a llenar hasta arriba el parque de El Majuelo para su visita al festival Jazz en la Costa; una cifra establecida en millar y medio de personas razonablemente silenciosas habida cuenta de que una actuación de Carter requiere la complicidad callada y expectante del oyente como si fuera un acto religioso. Lo suyo fue, como es siempre, una lección de clasicismo y etiqueta, de elegancia sonora de raya impecable, pañuelo en el bolsillo y doble windsor sin la más mínima altisonancia, ni estética ni musical. Todo majestuosidad y saber estar, con apenas alguna que otra licencia para romper la convención permitida al ratonero percusionista puertorriqueño Rolando Morales, algo que, por exceso, no siempre fue buena idea.

Carter llegó a Almuñécar con un planteamiento de concierto muy parecido al que diera hace varios años en Granada. Sus Foursight de entonces son los mismos de ahora con el refuerzo del guitarrista carioca Guillerme Monteiro, la ausencia del saxofonista Javon Jackson (sí efectivamente, el que vino con Jimmy Coob en la función inaugural) y su artillero de confianza Payton Crossley en lugar del baqueteado Portinho.
Hombre de pocas palabras y mucha música, el guión oficial contemplaba un 'largo' de casi una hora nada más llegar a modo de exposición temática de temporada, y luego algunos añadidos. En la actuación les salió una hermosísima 'My bloody valentine' tan delicada que le entra a uno la paranoia del móvil encendido que suena en el peor momento. Tan sublime, por cierto, que hubo hasta quien se desmayó y tuvo que ser atendido por algún espectador experto en reanimaciones.

Alrededor del bajista

A lo largo de esa 'medley' de bienvenida, el grupo giró alrededor del bajista, que con leves movimientos de barbilla fue ordenando los turnos y aprobando con cariñosas sonrisas si lo que escucha le gustaba. En esta larga masa sonora fueron entrado y saliendo, por turnos e individualmente. No hubo temas netos, sino más bien apuntes, esbozos de diferente longitud, guiños y alguna melodía más desarrollada (de 'Chega de saudade', 'Seven Steps to heaven' o 'My Bow tye'. y visitando con más detalle al Jobim de 'Orpheo' y 'Wave'). Nada que añadir a lo ya escrito sobre la majestuosidad tocando del maestro, su afinación exacta y ese sonido esférico de graves tan sólidos como si fuesen de piedra milenaria. Como siempre, a su lado estuvo inmenso el pianista Stephen Scout, brillante, seguro, ocurrente y, frente a la sumisa disciplina de guitarrista y baterista (excelente el gaseoso solo de escobillas de Croosley, por cierto), con mayor margen de maniobra creativa como corresponde a la principal voz solista y a un señor que se forjó al lado de leyendas como Sonny Rollins.

'You & The Night & the Music', casi al final, sirvió para ir cogiendo temperatura en las palmas de la mano, pero el educadísimo Carter no concedió un muy pedido segundo bis. Una lástima porque conciertos con semejante señorío ya no se hacen. Dios salve a su majestad.

http://www.ideal.es/granada/20090726/cultura/majestad-ronald-levin-carter-20090726.html