jueves, 19 de julio de 2012

Neil Young & Crazy Horse / Americana



Viaje a una tierra de leyenda

El canadiense y sus viejos secuaces abordan clásicos como “Oh Susannah”, “Clementine” y “This Land Is Your Land”, en versiones ásperas y viscerales, tal como podía esperarse de estos padrinos del grunge. Y el resultado es atrapante.

Jueves, 19 de julio de 2012

Por Roque Casciero

Neil Young se desmarca una vez más y van... Después de un aclamado álbum en el que sólo se escuchaban su voz y su guitarra (Le Noise), el tozudo canadiense convocó a sus viejos compinches de Crazy Horse para grabar, en un clima de sala de ensayo –que incluye los comentarios hechos al final de cada canción– viejos clásicos del folklore estadounidense. “Oh Susannah”, “This Land Is Your Land”, “She’ll Be Coming ‘Round the Mountain” (rebautizada “Jesus’ Chariot”) y “Gallows Pole”, entre otras, reciben el abordaje áspero y visceral que Young únicamente logra cuando comparte escena con el bajista Billy Talbot, el baterista Ralph Molina y el guitarrista Frank “Poncho” Sampedro. NY&CH, los padrinos del grunge, hacen valer su derecho a revitalizar y electrificar melodías del siglo XIX (algunas de autores anónimos), de recuperar letras cuyo significado en el presente no es muy distinto del que tenían cuando fueron compuestas, de mover hacia adelante una vez más la rueda del folklore.

Y los resultados son atrapantes, especialmente vistos a distancia. Si para los norteamericanos se trata de canciones que se cantan desde el jardín de infantes, desde aquí conforman un imaginario que termina de cerrar con la tapa del álbum, la “intervención” de una fotografía del cacique Gerónimo y algunos de sus compañeros. Es el fantasma de unos Estados Unidos de leyenda, que ya no existen salvo en la ilusión de unos pocos, pero que no dejan de tener que ver con el hoy. Ahí está “This Land Is Your Land”, de Woody Guthrie, que pone en cuestión el capitalismo, la propiedad privada y la inequidad que éstos generan. O el crimen de “Tom Dula” y las dudas sobre cómo murió “Clementine”. O los estragos de la desocupación y la desconfianza que genera en las familias, como en el doo-wop “Get a Job”. Y los didácticos comentarios del librito ayudan a acercarse a ese territorio que sobrevive (¿únicamente?) en la mente del canadiense.

En el medio, Crazy Horse destila su antigua magia en el alambique que Young guarda en el patio trasero de su rancho. El cuarteto genera un groove “moroso” único para “High Flyin’ Bird” y revisa “Oh Susannah” más cerca de la versión del olvidado Tim Rose que de la que canturrea cualquier chico. Y hasta se atreve a la “herejía” de cerrar el disco con “God Save the Queen”, en una versión sostenida por el redoblante de marcha, que encuentra algún punto de contacto con aquel “Star Spangled Banner” puesto en combustión por Jimi Hendrix. Neil Young y Crazy Horse se atreven a apropiarse del himno inglés y reclamarlo como parte del folklore norteamericano: ni siquiera los Sex Pistols levantaron tanto el dedo medio.