domingo, 11 de julio de 2010

España Campeón del Mundo / FIFA World Cup South África 2010


Furia, belleza y vuelta

Ganó el fútbol: España campeón por primera vez en su historia. Holanda pegó mucho, el árbitro inglés fue muy permisivo pero el equipo español no se achicó. Con gol de Iniesta en el suplementario, se consagró en Sudáfrica y la Copa tiene nuevo dueño. "La Furia y la belleza son posibles juntas", dijo Del Bosque. Y tiene razón.

11-07-2010

Por Diego Macias
JOHANNESBURGO (ENVIADO ESPECIAL)

Piqué y Puyol aparecen, cerveza en mano, en la conferencia de prensa oficial y formal. Andrés Iniesta no puede terminar de contestar y sonríe. "Campeoooones, olé", es el grito de guerra junto a un "Andresito" burlón. Los jugadores salen del vestuario y se abrazan con los periodistas españoles. Capdevila trae la Copa para compartirla con la prensa. España no quiere terminar la fiesta, y está bien que no lo haga.
Mezcla de emoción y euforia, los jugadores van de un lado para el otro, de un micrófono a otro. Quieren contar su alegría, quieren que la escuche el mundo porque son campeones del mundo por primera vez y uno de los que pinta, ya en la elite de campeones, para quedar en la historia.

"La Furia y la belleza son posibles juntas. Lo uno no quita a la otro", acepta Del Bosque, como para que este nuevo estilo, en realidad de los últimos años, no opaque la mística española de toda la vida. Y si pueden convivir como lo ha conseguido esta España, adelante.

De aquel comienzo espinoso contra Suiza, derrota inmerecida, a esta victoria sufrida, a los golpes, contra Holanda. El favorito, el gran candidato, confirmó en la cancha que tenía argumentos como para soñar con el título. Toque, juego del que le gusta a la gente, juego colectivo y tambíén individualidades.

Sufrió España, y cómo. Contra una Holanda que, lejos de aquellas finalistas del 74 y del 78, pegó de lo lindo. Salió a mostrarle que iba a dejar la vida en cada pelota y se pasó de rosca. Y contó con la ayuda del inglés Webb, quien fue permisivo con los holandeses, como en aquella patada terrible de De Jong a Xabi Alonso en el primer tiempo, para roja directa, sin dudas. Y hubo más palos de un equipo naranja que primero quiso mostrar los dientes y después jugar.

Ojo que la Furia pasó momentos de zozobra, más allá de los golpes. Porque Robben, en el segundo tiempo, se perdió dos mano a mano que tapó Casillas. Y también tuvo un cabezazo más tarde. España llegó más y le falló la puntería (Villa, Fabregas e Iniesta antes del gol), además de encontrarse con un arquero iluminado.

Muchas amarillas en los 120 minutos y una roja a Heitinga (¡cuánto pegó este muchacho!) en el suplementario, que le dio el último empujoncito a España, para creer que se podía realmente, que la Copa estaba ahí. Y al toque llegó el gol de un símbolo de este equipo del toque, del fútbol que mira el arco de enfrente más allá de no descuidarse atrás: la habilitación a Iniesta y la definición cruzada del peladito, con una frialdad de campeón mundial.

Seguro que ésta era la final que querían jugar todos los argentinos, pero no pudo ser por razones obvias, porque es difícil ser campeón sin un equipo con todas las letras, aunque sea que se destaque por un juego defensivo. Habrá que mirar un poco a esta España de Del Bosque que ganó todos los partidos después de perder con Suiza. Que sedujo a todos con el fútbol, que jugó en algunos momentos y con su actitud de buscar el arco de enfrente. Si ganaba Holanda, esta Holanda de juego fuerte y talentos como Robben, iba a haber escándalo. Pero ganó España. Y así, no tengan dudas, ganó el fútbol.


http://www.ole.com.ar/mundial/Iniesta-Espana_campeon_0_296370465.html

Esplendor en la hierba

Una excepcional selección española hace historia en el Mundial de fútbol de Sudáfrica

12/07/2010

Llevábamos mucho tiempo esperándolo. Al menos desde que en 1950 en Río de Janeiro, España quedó entre los cuatro finalistas que lucharon por el triunfo en el campeonato del mundo. Entonces no pudo ser, pese a la pundonorosa prestación española, pero una luz de esperanza se encendió en el ánimo del aficionado que ahora ha vuelto a lucir en Sudáfrica. El deporte español ha vivido 30 años gloriosos. El progreso en tenis, ciclismo, baloncesto, automovilismo o motociclismo ha sido impresionante. El fútbol, sin embargo, parecía condenado al papel de infortunado aspirante, al que todo se le volvía en contra. Los árbitros, los penaltis, las parcas del deporte hacían horas extraordinarias para aplazar cada cuatro años esa esperanza.

El fútbol español de club, aun con los refuerzos que solo el dinero puede comprar, alcanzaba las más altas cotas de la competición y tanto Real Madrid como Barcelona eran envidiados en el mundo entero por sus victorias. Pero, por fin, 11 -o 23- excepcionales pares de botas han puesto fin en Sudáfrica a lo que fuese: maleficio, trauma colectivo, conspiración del zodiaco. España se hallaba donde muchos creían con razón que le correspondía. Un campeonato mundial comenzado con el anticlímax de la derrota ante la modesta Suiza, pero en absoluto con mal juego, se había ido convirtiendo, jornada a jornada, en un modelo para armar de precisión, clase, temperamento y fe en sí mismos de los jugadores, hasta redondear esa andadura de siete partidos -los que ha empleado Rafael Nadal para ganar Wimbledon- con la majestuosa, peleadísima también, pero más que justificada victoria sobre una sólida y dura Holanda, que fue dignísima subcampeona.

Y ese triunfo que nos permite hablar de una España Fútbol Club tiene un indiscutible copyright cuyo origen hay que buscar en los locales de La Masía de Barcelona y del Barcelona. Una inspiración que un día se llamó Cruyff -holandés, precisamente-, hoy Guardiola, y que tiene como fuerza de choque a Iniesta, Puyol, Xavi, Piqué, Busquets, Pedrito y al recién encuadrado, Villa. Y no, no olvidemos a nadie. Sin Casillas, sin Ramos, sin el otro Xabi y sin los 23 que viajaron a Sudáfrica, no habría sido posible esa construcción de belleza, acierto, atlético blindaje ante el adversario y resolución para a la victoria, bien que en ocasiones con alguna concesión al manierismo, que es el fútbol que practica la selección española.

Y el campeonato parece que es mucho más que un éxito solo deportivo. Unas acreditadísimas siglas económicas aseguran que el vencedor puede sumar hasta un 0,25% al PIB por el entusiasmo que el triunfo genere entre los consumidores. Y bien está que así sea, aparte de por la mucha falta que hace, porque la victoria ha sido un empeño colectivo de 23 jugadores que subliman un concepto de equipo. España entera vio anoche cómo se materializaba el sueño de toda una vida.

http://www.elpais.com/articulo/portada/Esplendor/hierba/elpepipor/20100712elpepiopi_1/Tes/


A mis amigos españoles! Salud!