sábado, 19 de diciembre de 2009

Horacio Salgan / Prócer de la Cultura


Festejo y premio en el Día del Tango

Un milagro llamado Horacio Salgán

A los 93 años, el pianista recibió un premio y sorprendió con un tango inédito

Por Gabriel Plaza

"Ahí viene el maestro; vamos a sacarnos una foto con él", le decía el cantorazo Horacio Molina a otro maestro del tango, Raúl Garello, como si fuera un adolescente persiguiendo a su ídolo de rock. Entre los flashes, el andar chaplinesco de Horacio Salgán, el pelo mota como electrizado y la media sonrisa que lleva como estampa en el rostro resaltaban del resto de los mortales. Colegas del tango, del jazz y del folklore, lo rodeaban y tocaban, para ver si por ósmosis se les contagiaba algo de su inspiración y magia.

La contribución de Horacio Salgán al tango, como director, arreglador y compositor, es equiparable al descubrimiento de la rueda para la historia de la humanidad. Pero esa historia que escribió con su piano como autor de obras como "A fuego lento´´, como creador vanguardista de la orquesta, con el dúo legendario que formó junto al guitarrista Ubaldo De Lio y con los arreglos que escribió para el Quinteto Real, no modificaron para nada esa personalidad afable, sobria y espontánea que sigue manteniendo a los 93 años.

El clima que se vivió anteanoche en la Casa Defensa (un edificio del siglo XVIII, recuperado por el gobierno nacional) era lo más parecido a un cumpleaños. "A lo largo de 75 años de trayectoria he recibido muchos reconocimientos, pero nunca pensé que iba a recibir una distinción con mi nombre", dijo el maestro, entre ruborizado y emocionado al recibir su regalo, el Premio Nacional de Tango Horacio Salgán, instaurado por el Consejo Federal de la Música y la Agencia Télam, que a partir de ahora llevará su nombre y se entregará todos los años en el Día Nacional del Tango. "Toda mi historia fue jalonada por los miles de músicos que conocí en distintos géneros, desde el folklore, la clásica, el jazz y el tango, que me estimularon extraordinariamente a través del tiempo", completó el artista, que comenzó a tocar el piano a los 6 años.

Más música que palabras

La ceremonia tuvo momentos solemnes con palabras "oficiales", que, por suerte, duraron poco, y hubo mucha música con el Nuevo Quinteto Real, que dirige su hijo César Salgán en piano, Carlos Corrales en bandoneón, Julio Peresini en violín, Juan Pablo Navarro en contrabajo y Ubaldo De Lio en guitarra, que le rindió tributo al autor de "A don Agustín Bardi". Con el mismo gesto de su padre, posando la mano izquierda sobre la esquina del piano, en aquellas temporadas memorables del Club del Vino, César agradeció: "En todo este tiempo, fue muy lindo ver el cariño que mi padre recibió de todos los músicos´´. Acto seguido, el quinteto tocó los arreglos de Salgán, con Ubaldo De Lio sumándose a la guitarra para recrear con estilo y mugre tanguera clásicos como "La llamó silbando", "La puñalada", "Hotel Victoria" y "El amanecer".

Fue un anticipo de lo que vendría. Muchos amigos músicos de distintas generaciones, estudiantes, dirigentes sindicales, funcionarios del gobierno nacional y representantes de las Madres de Plaza de Mayo, que asistieron a rendirle tributo a Salgán, terminaron recibiendo un regalo sorpresa. En el final de la ceremonia, el pianista volvió a tocar nuevamente en un escenario (como lo hace habitualmente en su casa desde que se retiró silenciosamente en 2003) y deslumbró con un inédito "Tango de la madrugada". Apenas unos largos minutos para entrar en su paraíso tanguero. Las dos manos fluían sobre las teclas y creaban ese clima orquestal y onírico más cercano a una sinfonía y a la rítmica acentuación tanguera que forman parte de su sello permitieron disfrutar nuevamente del milagro de su música, su swing y su inspiración.

El premio fue la excusa. Los organizadores soñaban con ese momento. Y el resto del público encontró la mejor manera de celebrar al tango en su día. Al bajar del escenario, la gente se abalanzaba sobre el tótem sagrado. Y, otra vez, con ese aire juguetón, Horacio Salgán desacralizó la situación: "No sé si toqué bien, pero toqué fuerte, ¿eh?", le repetía travieso a su compinche ocasional, el bandoneonista Ernesto Baffa.