domingo, 20 de diciembre de 2009

Roberto Pettinato / Memorias de Sumo


"Los fans saben que cumplo una función en una gran oficina"

20-12-09 José Luis Cavazza /

En 1994 Roberto Pettinato escribió “La jungla del poder”, un libro sobre sus recuerdos junto a Sumo, la banda de Luca Prodan que tras su muerte a fines del 87 elevó al grupo a la categoría de mito del rock argentino. Aquel texto, editado artesanalmente y cuando el mediático Petti aún no existía, desapareció rápidamente de las librerías porteñas.

El periodista y saxofonista devenido en animador de TV acaba    de editar “Sumo”. Se trata de un libro que reedita aquellos textos y añade nuevos capítulos y recuerdos del otrora patilludo del rock delirante de los 80.


—¿Por qué elegiste este momento para completar aquella biografía de los 90?
—Por un lado porque me lo propusieron y por el otro porque estaba cansado de la gente pidiéndome que terminara lo que había comenzado en “La jungla del poder” hace 12 años. Tarde o temprano lo tenía que hacer y no en verano como escriben todos cuando se aburren de hacer ensaladas para el domingo de asado con amigos. Estos proyectos no son comerciales. No se gana dinero con los libros salvo que seas la viuda de Quevedo o Borges; son proyectos que requieren de ganas, voluntad y sentimiento. Los fans disfrutarán de las anécdotas tirados en la loneta alquilada sobre el río Pilcomayo.


—¿Para qué sirven las biografías de rock?
—Son patéticas porque quienes las escriben lo son y porque eligen grupos que a nadie le importa. ¿Leerías hoy por hoy una de Soda o de U2? ¡Claro que no! La gente quiere ver fotos. Son pocos los libros de este género que te tientan a ser leídos por su contenido. Sólo uno de Zappa, Beefheart, Nick Drake y por supuesto el escrito por él mismo de Paul McCartney. ¿Pero a quién e importa la biografía de Clapton?


—Vos que alguna vez lo fuiste, ¿qué significa ser un periodista de rock?
—No sé. ¿Un ex coleccionista que las chicas no le daban pelota porque era feo de cara y carga con una carterita artesanal por la avenida principal? ¿Son músicos que no practicaron lo suficiente? No lo sé. Cuando estuve en Nueva York en el 81 fui a la revista Musician a hablar con Vic Garbarini, el reportero número uno de la publicación. Tenía una banda con sus amigos periodistas y nos fuimos a escucharla. ¿Qué tocaban? ¡Obviamente blues! Y no agregaban nada a la historia de la música; se divertían y nada más. En mi caso siempre fui un músico con cultura, serio y responsable; no iba a tocar unas notitas. Estar en un grupo es algo complejo. Tenemos por otro lado el caso de Crissie Hynde de los Pretenders. Era reportera del Musical Express de Londres y miren lo bien que le fue. Es relativo, pero la mayoría quisiera haber estado en mi lugar.


—¿Cómo hacen los fans para creer en la sinceridad de tu libro si el que escribe es un ex miembro de la banda pero también una estrella de la TV, un medio que no da muchos ejemplos de sinceridad?
—Después de leer lo que ocultó el periodismo escrito en Argentina, lo que editan, sacan, ponen, puedo preguntarme: ¿el periodismo escrito es acaso el mayor ejemplo de sinceridad? Sí puedo decir que un verdadero fan de Sumo no se fijaría en esto. Saben quién soy y que cumplo una función en una gran oficina, la tele, con vista a la calle. Es un trabajo nada más pero no anónimo. Los fans siempre me han respetado, incluso después de cortar la manzana con Sofovich, que algunos consideraron el fin de mi vida. Sumo es y seguirá siendo una familia. No te vas de Sumo como no te vas de los Stones.


—Página 12 publica un comentario que dice que “todos los fans de Sumo darían la vida por oír a Pettinato hablando de la banda y, a la vez, le niegan terminantemente ese derecho”.
—Otra tontería dicha por un periodista y no por la gente. ¿Quién me niega el derecho? Es cierto que los Divididos pueden tocar los temas de Sumo durante 20 años, como lo han hecho, ¿y yo no puedo contar mi historia? Es una tontería.


— Sos como Paul para los fans de Lennon...
—Paul McCarnety, mal que nos pese a muchos incluso a mí, fue los Beatles, aunque no acompañado por tres idiotas, pero reconozco que era una máquina de trabajar. También se dijo que Lennon era el genio y Paul la ama de casa. Si fuera por cinismo e ironías competíamos con Luca a ver quién era más turro, es cierto, pero no tan así. De hecho a nivel solista ninguno de los dos (Paul y John) hicieron obras tan perfectas. Luca sería el Paul, jugando con esta comparación, porque componía a lo loco en tres minutos. Yo hice “Los viejos vinagres”, la letra de “No sé lo que quiero” e influí conceptualmente en algunas cosas. Pero podía, por personalidad, ser una parte fuerte del grupo sin ser tan trabajador.

—Tu libro además nombra a músicos como Van der Graaf, Captain Beefheart, Joy Division... Está bueno que los pibes se enteren de quiénes fueron y entonces quizá se pongan a escucharlos.
—Ojalá sirviera para eso y pudiera romper con la incultura brutal. Calamaro, sin darse cuenta, pobre, creó discípulos, muy a su pesar, que dan ganas de matarlos. ¡Cualquier subnormal compone un tema tipo Calamaro y ya cree que llegó a algo! Y las diferencias son abismales. Salvo Babasónicos y uno que otro más no hay grandes grupos que tengan cultura rock y sepan lo que tendrían que escuchar. Con Luca por eso hablábamos tanto de música y éramos los únicos dos que sabíamos de todo.


—Mucha gente dice “vi a Sumo en tal o cual lado”. ¿No creés que si fuera verdad varios teatros hubieran reventado de tanto público?
—Es cierto, de hecho sólo llegamos a vender no más de 6 mil discos de cada uno en su momento, y 250 mil después de muerto Luca y a lo largo de los últimos 10 años, pero nadie vio un centavo y todo se lo quedó la Sony o la ex CBS. ¡Sí, éramos bárbaros para firmar contratos!


—Y vos como espectador, ¿de qué te jactás?
—De haber visto a Pink Floyd en la gloria, vivir dos días con Zappa en Nueva York y conocer a Miles Davis. Es mejor jactarse de esto y no de haber participado en “Bailando por un sueño”.


—También mencionás en el libro sobre tu aparición con Divididos en Obras. Te cito: “...de superar mi brutal paranoia, mi tendencia a pensar que los fans me iban a bajar a piedrazos”. ¿Por qué pensabas esto?
—Repito: la tele opera en contra del arte siempre, por más que veas un buen documental del cine de Casavettes. El rock no responde a ninguna necesidad de nadie. el rock esta ahí y punto, si querés lo tomás y si no seguís viendo Gourmet.

—¿Qué opinás del regreso de Charly?
—¡No soy médico, ja! Charly es el mejor compositor argentino, el más completo y complejo aunque sin la poética hermética de Spinetta. Cuando nos encontramos hablamos de Van der Graaf o como me dijo ahora balbuceando: “Increíble Procol Harum”