viernes, 21 de enero de 2011

Gato Barbieri / New York Meeting


Gato Barbieri : “No soy argentino, soy internacional”



Entrevista Gato Barbieri. Se acaba de editar un disco que el saxofonista grabó con Néstor Astarita en Nueva York.



21.01.2011 Por Pablo S. Alonso .



Junto con Carlos Gardel, Astor Piazzolla, Mercedes Sosa, Atahualpa Yupanqui, Lalo Schifrin y Dino Saluzzi, el rosarino Leandro “Gato” Barbieri es uno de los pocos músicos argentinos que lograron trascendencia internacional por encima de los territorios hispanoparlantes. El caso de Barbieri es doblemente particular: no sólo, al igual que Schifrin, alcanzó prestigio dentro de un género norteamericano, sino que su nombre quizás sea el que más circuló después del de Gardel. A esto último se deben dos factores: su participación como autor e intérprete de la música de Ultimo tango en París, de Bertolucci, y sus exitosos discos de la segunda mitad de los setenta. .




Las últimas tres décadas no sumaron muchos pergaminos. Una pérdida de rumbo en los ochenta, en medio de cambios en el mercado musical y adicciones. La muerte en 1995 de su esposa Michelle, una presencia fundamental en su vida y en su carrera, lo sumió en una depresión, uno de los factores que desembocaron en un triple bypass. Volvió a grabar en 1997, Pero qué pasa, che corazón (1999) y The Shadow Of The Cat (2002) son una versión desdibujada de sus trabajos más comerciales de finales de los setenta.




Desde entonces, Barbieri se mantuvo alejado de los estudios, paseando su leyenda en lucrativos shows en vivo, como sus apariciones en el Blue Note de New York, ciudad en la que vive hace más de 40 años. Pero una idea de Néstor Astarita, viejo compañero suyo en la escena musical porteña, germinó, tras la intervención de Litto Nebbia como productor, en un nuevo disco, New York Meeting.



El estilo, parte del material y la intención de los productores sugieren una vuelta a los días y el espíritu del Jamaica, uno de los legendarios locales musicales de Buenos Aires, donde el Gato y Astarita tocaban juntos. Pero la mención de esto a Barbieri, en una entrevista telefónica, lo hará ofuscar: “No tiene nada que ver.”



El Gato no es un entrevistado fácil. A veces es impredecible como sus solos más salvajes. “Yo nunca hablé de mis discos”, dice. No se pone el casete para promocionar un nuevo trabajo: “Astarita quería hacer la reunión de los argentinos y salió bien. Es un disco bastante lindo. Podría haber sido mucho mejor. Se hizo muy rápido. Yo soy famoso en todo el mundo, entonces puede agarrar acá como en Europa, en Rusia. Yo tampoco soy argentino, soy internacional.” Aún no había escuchado la versión definitiva del álbum, mezclado y masterizado en Buenos Aires.Barbieri sólo puede ver a una distancia muy cercana, consecuencia de su diabetes, por eso ya no puede leer partituras. Esa y otras cuestiones de salud han cambiado su manera de encarar su trabajo: “Preparo un esquema y meto la música como si fuera un filme. Me tengo que hacer los dientes. Toco con dos dientes abajo. Me hizo muy bien (risas). Cada uno inventa, hay que saber inventar porque si no, siempre hay un problema. Chet Baker tenía un diente salido, y él tiraba por ahí.”




Recorrer ciertos momentos claves de su carrera comienza con un joven Gato cambiando el saxo alto por el tenor, y a Charlie Parker y Lee Konitz por John Coltrane: “Nunca pienso que toqué el alto (risas), porque el tenor es mucho más difícil. En Uruguay escuché Round About Midnight (Miles Davis, 1957, en un quinteto que incluía a Coltrane). Y cuando lo oí a Coltrane dije ‘Mi Dios’. Pero no lo copié porque era imposible.”




En 1962, a instancia de Michelle, Gato viajó a Italia. Allí conoció al cornetista Don Cherry, con quien comenzó a hacerse un nombre en las ligas mayores: “Aprendí a escuchar, estaba atento a lo que dice el director. Era muy difícil porque en cuarenta y cinco minutos tocábamos quince temas; estábamos en un tiempo lento y se iba a un tiempo rápido.” Sus característicos sobreagudos en el tenor eran particularmente notables por entonces: “Viene del free jazz, pero cada uno grita distinto. Cuando yo grito es como cuando ves un partido y hacemos un gol.”Barbieri estuvo muy activo a finales de esa década como líder y como ladero en proyectos de músicos como Carla Bley, Michael Mantler y Charlie Haden, quien a su vez fue el bajista del Gato en The Third World (1969), donde Barbieri abrazó su herencia latina; el comienzo de una serie de trabajos muy distintos de lo que hoy se conoce como Latin Jazz.



La inflexión fue una sugerencia del director de cine brasilero Glauber Rocha. “Me dijo: Andate para Latinoamérica y formá tu banda”. Barbieri recuerda como un hito su vuelta a Buenos Aires en 1970 para un ciclo en el Teatro Regina, con una banda que incluía a Nana Vasconcelos en berimbao, Domingo Cura en percusión y Adalberto Cevasco en bajo: “Toqué de todo: tangos, boleros, chacareras, bailecitos (risas), fue increíble.”



Eran años politizados. “Yo era de izquierda desde que estaba en Buenos Aires; repartía papeles y éramos diez gatos. Uno trata, pero... no sucede nada”, lamenta, antes de volver sobre su país de residencia. “Obama quiere cambiar un país que no está preparado. Acá lo único que saben es business, dinero y robar. El pueblo americano no tiene educación política. Eso te lo digo porque mi señora (Laura, su actual esposa, con quien tuvo a su hijo Christian), que es americana, no se da cuenta de cómo son las cosas.”




El lado jazzman del Gato



New York Meeting (Melopea) reúne a Barbieri con Astarita, Carlos Franzetti (piano) y David Finck (contrabajo). No solo es fácilmente más interesante que sus últimos albumes sino que presenta un lado del Gato jazzman del cual casi no había constancias en disco. El repertorio fue elegido entre Barbieri y Astarita. Estandards de los cincuenta y primeros sesenta: Straight no chaser (Thelonious Monk), Someday My Prince Will Come (tema de Blancanieves, luego introducido en el jazz), So What, Blue In Green (ambas de Miles Davis), Equinox (John Coltrane), más It’s Over (de Ultimo tango en París) y Prepárense, de Astor Piazzolla. El único elemento sudamericano en la ejecución viene de detalles como el ritmo de milonga en Equinox, percibido en la mano izquierda de Franzetti. Barbieri nunca había tocado con él ni con Finck, convocado por el pianista. ¿Hablaron del approach? “No. El (Franzetti) tiene un estilo billeviano (por Bill Evans). Hay una tendencia a folclorizarlo. Yo traté de no folclorizarlo. Lo que pasa es que hemos hablado muy poco. No de música sino de fútbol”, dice el Gato, apasionado hincha de Newell’s.



http://www.clarin.com/espectaculos/musica/argentino-internacional_0_412758852.html



Gato Barbieri - Prepárense (A. Piazzolla) "New York Meeting" Álbum