Por Eduardo Hojman
27 de abril de 2010Hace cincuenta años Miles Davis sacó a la luz el que quizá fuera el proyecto más ambicioso de su carrera: una reescritura para banda de jazz y orquesta del Concierto de Aranjuez de Joaquín Rodrigo. El resultado, grabado entre noviembre de 1959 y marzo de 1960, se llamó Sketches of Spain. Además del «Adagio» de Rodrigo, el proyecto incluía Will O´ The Wisp («Canción del fuego fatuo», de Manuel de Falla), y dos temas de Gil Evans, el orquestador y director cuya concepción musical ha tenido tanto que ver con el inicio del cool.
Tan vilipendiado como ensalzado (uno de los mejores 500 álbumes de la Historia para la revista Rolling Stone; «música de ascensor» para la guía Penguin de Jazz), Sketches of Spain, la más famosa de las colaboraciones orquestales entre Davis y Evans, es, también, el primero disco de Davis que generaría la pregunta: «¿Esto realmente es jazz?»
Colaboración con Evans. Para finales de 1959, Miles Davis ya había revolucionado la historia de la música con Kind of Blue. A principios de año la revista Esquire le había dedicado un extenso artículo, dándole así carné de paradigma de la sofisticación.
Con sus treinta y tres años, podía hacer prácticamente lo que se le antojara. Y lo que se le antojaba era una colaboración con Evans al estilo de Miles Ahead (1957) y Porgy & Bess (1958). Meses antes había escuchado unos fragmentos del Concierto de Aranjuez y fue ésa la propuesta que le presentó a Evans.
Tintes flamencos. Los dos discos anteriores se basaban en la «tercera corriente» (ese intento de aunar el jazz con la música clásica), ambos tenían amplias dosis de música improvisada y el jazz impregnaba su base compositiva. Poco o nada de eso ocurría con Sketches of Spain: su base era una pieza contemporánea de tintes flamencos; los espacios para la improvisación eran escasos y limitados a la trompeta del líder.
Además de todos esos cambios de rumbo, la grabación en sí fue bastante accidentada. Para las primeras sesiones Davis estaba enfermo y aportó poco más que su presencia. De hecho, gran parte de la responsabilidad del proyecto recayó sobre Teo Macero, productor de Davis desde la segunda mitad de la década anterior y también músico, técnico de grabación, y afín a la tercera corriente. Fue Macero quien convenció a la discográfica de invertir en Sketches. Fue él, también, quien aplicó las técnicas más avanzadas de estereofonía en la grabación. Si algunas de las críticas que recibió este disco tenían que ver con su cualidad atmosférica, eso se debe tanto al trabajo con las texturas de Gil Evans como con la manera en que Davis, impulsado por Macero, empezaba con este disco a utilizar el estudio de grabación como un instrumento más.
La recepción de Sketches of Spain se ha modificado a lo largo del tiempo. Si en su momento sonaba pretencioso (el propio Rodrigo manifestó su desagrado por esa versión del Concierto de Aranjuez), hoy parece haber anticipado muchos desarrollos posteriores, como la ambient music, la fusión orquestal, y hasta ese engendro llamado «flamenco jazz». El comienzo, sutilmente percusivo, sigue siendo magistral. Y si el «Adagio» orquestado por Gil Evans sigue admitiendo reservas, son los dos temas compuestos por el mismo Evans los que convierten a este disco en una maravilla y en un clásico moderno.
Desconstruir la tradición. Mientras en Saeta la trompeta de Davis parece una flecha que deconstruye la tradición musical española para encontrar en su núcleo una purísima raíz árabe y africana, Soleá presenta un diálogo entre la trompeta y el conjunto que es, tal vez, lo mejor de este disco y probablemente uno de los puntos más elevados de todas las colaboraciones entre Davis y Evans, así como uno de los principales ejemplos del cool como música orquestal.
Después de haber conocido una reedición con nuevos materiales en 1997, la nueva edición de Sketches of Spain en dos CDs que ahora se publica con motivo de los cincuenta años aporta poco y nada a esta obra, ya que consta de tomas alternativas y descartadas, temas ya publicados en otros discos y nominalmente relacionados con este proyecto (Teo, dedicado a Teo Macero, perteneciente al álbum Someday My Prince Will Come; y Maids of Cadiz, procedente de Miles Ahead).
«¿Esto es jazz?», le preguntaron a Davis cuando presentó el disco. «Es música y me gusta», respondió.
"The Pan Piper" by Miles Davis & Gil Evans