Viernes, 26 de Junio de 2009
MUSICA › OPINION
Actor y víctima
Por Fernando D´addario
La “gente común” suele distinguir matices y diferencias entre nociones como vida privada y exposición pública, idolatría y enfermedad, inocencia e infantilismo. Michael Jackson, que comenzó su carrera artística a los cinco años y terminó su vida ayer, nunca perteneció a la “gente común”; en función de esa anomalía esencial fue que vivió y murió, sin poder separar al artista del personaje. Sin embargo, más allá de esta incapacidad manifiesta, Jackson fue un músico que atravesó la lógica del show business con una notable claridad conceptual: su aparición modificó para siempre el papel de la música dentro de la comunidad negra, el rol de los afroamericanos en la industria cultural de los Estados Unidos y los vínculos entre los medios audiovisuales y las expectativas de consumo de la sociedad. Michael fue actor y víctima de estos cambios que lo superaban. Por primera vez –después de que los blancos se apropiaran del rhythm’n’blues de los negros para crear el rock and roll–, un artista afroamericano había emprendido una suerte de colonización a la inversa: era él quien iría a dictarles a los blancos cómo debía sonar la música pop. Jackson tenía todos los ingredientes del nuevo cóctel y sabía cómo vender los frutos de su receta. Le faltó equilibrio (pero quién podría haberlo tenido, en sus zapatos) para neutralizar la intoxicación.
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/3-14350-2009-06-26.html
La “gente común” suele distinguir matices y diferencias entre nociones como vida privada y exposición pública, idolatría y enfermedad, inocencia e infantilismo. Michael Jackson, que comenzó su carrera artística a los cinco años y terminó su vida ayer, nunca perteneció a la “gente común”; en función de esa anomalía esencial fue que vivió y murió, sin poder separar al artista del personaje. Sin embargo, más allá de esta incapacidad manifiesta, Jackson fue un músico que atravesó la lógica del show business con una notable claridad conceptual: su aparición modificó para siempre el papel de la música dentro de la comunidad negra, el rol de los afroamericanos en la industria cultural de los Estados Unidos y los vínculos entre los medios audiovisuales y las expectativas de consumo de la sociedad. Michael fue actor y víctima de estos cambios que lo superaban. Por primera vez –después de que los blancos se apropiaran del rhythm’n’blues de los negros para crear el rock and roll–, un artista afroamericano había emprendido una suerte de colonización a la inversa: era él quien iría a dictarles a los blancos cómo debía sonar la música pop. Jackson tenía todos los ingredientes del nuevo cóctel y sabía cómo vender los frutos de su receta. Le faltó equilibrio (pero quién podría haberlo tenido, en sus zapatos) para neutralizar la intoxicación.
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/3-14350-2009-06-26.html
Domingo, 28 de Junio de 2009
LOS ORIGENES: CUANDO LOS JACKSON FIVE REVOLUCIONARON LA MUSICA PARA SIEMPRE
Los 5 magníficos
Por Claudio Kleiman
Es un hecho que quizá muchos olviden, o simplemente desconozcan: antes de la triste parábola que convirtió a Michael Jackson en una suerte de Frankenstein de nuestra época –y que habla tanto de los mecanismos del negocio del espectáculo como del canibalismo de una sociedad enferma–, convirtiéndolo en alimento descartable de los programas de chismes y las crónicas judiciales, hubo un artista brillante. Un joven excepcionalmente dotado que, antes de romper todos los records de ventas y entrar en la historia con Thriller –el disco que, según desde donde se analice, puede verse como su momento más alto o como el comienzo del fin–, transformó primero el entorno del cual había surgido (el legendario sello Motown, de Detroit), luego la música que habitaba con naturalidad desde su más tierna infancia (el soul), y finalmente la música pop en su totalidad, tirando abajo las barreras raciales que aún se levantaban con fuerza en los años ‘80.
Jackson brindó un nuevo aliento de vida a Motown, un sello que había hecho historia en la música negra pero languidecía con el cambio de década, cuando sus principales estrellas y sus hits prolijamente producidos empezaban a lucir anticuados ante las radicales mudanzas –en la moda, en la música, en el estilo de vida– que este cambio traía consigo.
Ya como solista, una vez que consiguió independizarse de Motown (una movida que demandó mucho valor de su parte) y comenzó su alianza con el productor Quincy Jones y el compositor Rod Temperton, revolucionó la música soul con el histórico Off The Wall (1979), su primer álbum como artista adulto, estableciendo el modelo para la moderna música pop negra durante lo que restaba del siglo XX, combinando pop, baladas y música bailable con una lujosa producción de alto impacto. Por supuesto, tres años después llegaría Thriller, que llevaba un poco (o mejor dicho, bastante) más allá las innovaciones de su predecesor, con los cameos de Van Halen, McCartney y Vincent Price, los videos y las cifras que lo convirtieron en el disco más vendido de la historia. Cifras que ahora volverán a multiplicarse.
Pero en el principio fueron los Jackson Five. La historia oficial cuenta que fueron descubiertos por Diana Ross, la estrella que lideraba el grupo más exitoso de Motown, The Supremes, en Gary, Indiana, la ciudad natal de los hermanos, durante un recital a beneficio de Richard Hatch, que pronto se iba a convertir en el primer alcalde (es decir, intendente) afroamericano del lugar. Pero como suele pasar con las historias oficiales, no es cierta.
Jackson provenía de una familia de muy bajos recursos. Su padre Joe tuvo nueve hijos –Michael fue el quinto–, 6 varones y 3 mujeres, y como había sido músico en su juventud, cuando descubrió que sus vástagos tenían aptitudes, los educó obsesivamente, con una disciplina casi militar, para que la banda familiar fuera el vehículo que los sacara de la pobreza. Cuando Michael aún no había cumplido los 8 años, el grupo ya sonaba medianamente profesional y hacía sus primeras experiencias en un estudio de grabación, lanzando un par de simples para un sello local. El grupo se completaba con los hermanos Jermaine, Tito, Jackie y Marlon (más adelante se les uniría Randy, el último de los varones).
La verdad es que la primera en descubrir su talento no fue Diana Ross sino Gladys Knight, otra de las estrellas femeninas de Motown, pero su recomendación fue desoída. En dos oportunidades. Quizás el giro que estaba tomando la música hacia fines de la década del ‘60, tornándose crecientemente heavy y pretenciosa, conspiró contra las aspiraciones de los muchachos, cuyo sonido estaba en los antípodas de esa tendencia. El verdadero responsable de que finalmente fueran aceptados en la “fábrica de hits”, como Motown se autodenominaba orgullosamente, fue Bobby Taylor, otro cantante de gran suceso en ese momento –estamos hablando de 1968– que los alojó en su casa, les cocinó y los aconsejó, hasta que finalmente consiguió “vendérselos” al capo supremo del sello, Berry Gordy.
Luego se decidió que los Jackson Five fueran apadrinados por la máxima estrella del sello, Diana Ross, un respaldo que podía abrirles diversas puertas y hacerles más fácil el acceso a los medios de comunicación, especialmente la radio. Tal es así que su primer LP, aparecido a fines de 1969, tenía por título Diana Ross presents The Jackson Five. Pero antes, en agosto de ese año, llegó su primer simple, “I want you back”, que se disparó al Nº 1 de los charts. Una verdadera explosión de alegría juvenil, frescura y excitación que permanece hasta hoy como uno de los grandes momentos de la música pop, aparte de ser la primera evidencia del monumental talento de su precoz cantante líder.
Los siguientes tres simples de los Jackson Five, ABC, The Love You Save y la estupenda balada I’ll Be There, también alcanzaron el Nº 1, lo que los convirtió en el primer grupo de la historia del pop en conseguir esa hazaña con sus cuatro primeros sencillos.
Para Motown, cuya primera etapa de discos cuidadosamente concebidos en la línea de montaje de su fábrica de hits (que tomaba su modus operandi de las fábricas de automóviles que habían hecho famosa su ciudad, Detroit) ya estaba mostrando signos de agotamiento, significó una renovación que iba a asegurar su subsistencia al comenzar una nueva década. Poco después, Marvin Gaye y Stevie Wonder se encargarían de introducir la música negra en otro plano conceptual y artístico, marcando una nueva época de esplendor (probablemente la última) para la compañía durante los primeros años ‘70.
Los Jackson Five, liderados por un Michael que a los 9 años reproducía con asombrosa exactitud todos los movimientos de James Brown en “I Got The Feelin’”, el tema con que el grupo solía cerrar sus actuaciones, produjeron la asombrosa cantidad de cinco LP en alrededor de dos años, dejando un legado que está entre lo más valioso de su discografía. En el reciente álbum triple que conmemora el 50º aniversario de Motown con los 50 temas más votados por la gente a través de Internet, hay nada menos que tres canciones de ese período inicial de los Jackson Five, y otros tres de la etapa inmediatamente posterior de Michael como solista, en 1972 (se dice que los primeros tres LP, Got To Be There, Ben –ambos de 1972– y Music And Me, de 1973, fueron grabados en unas maratónicas sesiones para disponer de tanto material como fuera posible antes que el chico cambiara la voz).
Smokey Robinson, otro de los más grandes cantantes y compositores que surgieron de Motown, recuerda en sus memorias que ese Michael era “un chico extraño y adorable. Yo siempre lo vi como un alma vieja en el cuerpo de un chico... sentías que había vivido otras vidas, parecía demasiado grande para ser tan joven”. Quizá sea precisamente la inversión de esa ecuación la que Jackson no pudo soportar. Aun después de pasar toda su vida en el negocio del espectáculo, la perspectiva de vivir con el alma de un chico en el cuerpo de un viejo estaba más allá de lo que podía soportar.
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/subnotas/5388-937-2009-06-29.html