martes, 16 de junio de 2009

Tango Argentino / Al Rescate del Patrimonio Cultural


Mañana se presenta el Archivo Digital, un proyecto que se propone digitalizar la discografía entera.

Carrera contra el reloj para rescatar la herencia del tango


Con buenas chances de ser designado patrimonio cultural de la humanidad por UNESCO, el tango tiene, paradójicamente, su historia desperdigada en formatos obsoletos. Sólo el 20% se digitalizó. Una iniciativa privada quiere recuperar ese material.


Andrés Casak - 16/06/09

Cuenta la leyenda que un grupo de fervorosos seguidores de Agustín Magaldi cumplía incansable un rito: se reunía con el fin de escuchar un disco de muestra –es decir, una impresión no comercial que se solía entregar al artista para su aprobación– con la voz del ídolo santafesino cantando “Su última noche”. Las cosas funcionaron así hasta que fatalmente se rompió el disco y ya no hubo más motivos para el encuentro. Nadie había tomado la precaución de hacer una copia de la grabación única.

Historias como ésta –aunque con un aura menos romántica– se multiplican geométricamente en la historia del tango. Registros que se pierden, archivos privados que se dispersan, matrices que se tiran a la basura. Podría pensarse que no es extraño que sucedan este tipo de cosas en un país con muy poca tendencia a la memoria y a resguardar su patrimonio. Tampoco sonaría exagerado ponerlo en un contexto de políticas culturales inexistentes al respecto.

Los números son concretos: en el tango hay más de 100 mil grabaciones realizadas entre 1902 y 1995 en formato analógico (que comprende cintas, discos de pasta, vinilos y casetes), de las cuales sólo el 20% alcanzó el formato digital del CD y otro 3% ya se perdió, entre el misterio y la incertidumbre. Si se ubican estas cifras en relación a los artistas, alrededor de 1.700 intérpretes grabaron tangos, pero en compacto sólo hay registros de no más de 300 de ellos. El resto del material está disperso y con riesgo grave de desaparecer.

Éste es el cálculo al que arribó el equipo multidisciplinario del Archivo Digital del Tango, un proyecto que empezó hace tres años una tarea para nada sencilla, prácticamente detectivesca: recuperar íntegramente el patrimonio discográfico del tango y digitalizarlo en formato de alta calidad, además de recopilar fotografías, partituras, arreglos musicales y archivos fílmicos, para ofrecer el material catalogado al público. Este miércoles se presentará la versión piloto, con la totalidad de las grabaciones de tres notables del tango: Ignacio Corsini, Alfredo Gobbi y Horacio Salgán. Luego, con cita previa, se podrá consultar y escuchar este material en La Casa del Tango. Pero la batalla contra el olvido recién comienza.

Según el músico Ignacio Varchausky, contrabajista de El Arranque y mentor de la Orquesta Escuela de Tango Emilio Balcarce y de este proyecto, el Archivo Digital del Tango se financió hasta ahora con aportes privados. “Aspiramos a que a partir de la presentación generemos conciencia para que entidades públicas o empresas nos ayuden. La cuenta es fácil: con los recursos necesarios, la iniciativa se completa en cuatro o cinco años, pero sin ellos se hará, con suerte, en veinte años”.

Ciertamente, el descuido en el tango asume características singulares. Los archivos más importantes pertenecen a particulares, no se pueden consultar y, como están contenidos en soportes obsoletos, corren riesgo de romperse o aparecer un día en un volquete.

DÓNDE ESTARÁ MI ARRABAL. De todas las historias que circulan acerca de las pérdidas masivas de grabaciones y sus responsables, la figura emblemática es la de Ricardo Mejía. Demonizado como el enemigo número uno del tango, el productor ecuatoriano, fundador del Club del Clan y ex gerente de la compañía RCA Victor, es señalado como el responsable de destruir los masters de tango de ese sello en pleno furor nuevaolero. Una leyenda que ya supera los 40 años, pero que se recuerda, entre los tangueros, como si hubiera ocurrido ayer.


El técnico Luis Herman, que ingresó a RCA en diciembre de 1976 y es el empleado con mayor antigüedad del área (hoy forma parte de Sony Music), sostiene que esa anécdota está alimentada por la fantasía. “Cuando yo llegué a la compañía, los masters estaban cuidados y archivados. También se dijo que él había ordenado grabar encima de las cintas. Técnicamente, eso es imposible. Tal vez tuvo una actitud negativa con el tango, pero no llegó a ese límite”.


Para Herman la cuestión se resume en un problema, si se quiere, más trivial: las mudanzas. Recuerda que en los 70 la compañía ocupaba una manzana completa de Paroissien y Estomba y el archivo se extendía en el subsuelo. Con la crisis y la híper de 1989, el sello debió achicarse. Pasó a ocupar tres pisos en Córdoba y Talcahuano. “Las mudanzas implicaron perdidas”, suspira.

El ejemplo es sintomático de una situación generalizada: la mezcla de falta de conciencia, vacío legal y crisis económicas fue un poderoso explosivo que raleó los estantes de las discográficas. También es cierto que, en los últimos quince años, las compañías modificaron radicalmente su postura. Los archivos se transformaron en una buena opción: con bajo costo se relanzó material de enorme prestigio en todos los géneros. Dentro de la órbita del tango, se reeditó –en mayor o menor medida, dependiendo del caso– la discografía de varios “tanques”: Juan D’Arienzo, Julio Sosa, Roberto Goyeneche, Aníbal Troilo, Astor Piazzolla u Osvaldo Pugliese. Pero el cambio de política no funcionó en forma retroactiva: las cintas que se perdieron, se perdieron para siempre.

En el Estado, hay dos instituciones que almacenan una gran cantidad de grabaciones en formato analógico, pero por ahora no son de consulta abierta. Una es el Instituto Nacional de Musicología, que atesora 80 mil discos de diferentes géneros cedidos por el Archivo General de la Nación con el fin de crear una fonoteca. Dos personas se ocupan se catalogar el inventario, una tarea que empezó hace más de 20 años y que ni siquiera está realizada en un 50%. “Es una patriada, porque a veces hubo una sola persona a cargo y, como mucho, fueron tres”, dicen. La otra institución que alberga un gran patrimonio es la Biblioteca Nacional. Si bien el acento, en los últimos tres años, estuvo colocado en el programa Inventario Partituras –que rescató 200 mil de las 350 mil partituras de sus archivos y las está digitalizando para que se puedan consultar en la web–, los audios todavía aguardan su turno: hay cerca de 50 mil discos en distintos formatos, de los cuales 6 mil son de pasta.

“Estamos armando el proyecto para hacer un inventario de discos”, asegura Estela Escalada, jefa de la División Audioteca-Mediateca de la Biblioteca Nacional. “Cuidamos cada cosa que tenemos e intentamos recuperar lo que nos falta, porque este material pasó por muchas instancias desde que estaba en la antigua sede de la Biblioteca”.

TODOS LOS CAMINOS LLEVAN A LOS COLECCIONISTAS. Raza única dentro del tango, celoso guardián del patrimonio, la figura del coleccionista se convirtió en un eslabón decisivo de esta cadena, tal vez más por desdén ajeno que por búsqueda personal. Con su casa atestada de discos, catedrático del tango, es la fuente a la que recurren las discográficas o las instituciones toda vez que necesitan un dato o una grabación inhallable. Hay coleccionistas especializados en discos en distintos soportes, épocas, autores o intérpretes y también los hay de diferente generosidad: están aquellos que se engolosinan tanto con el material que prefieren no compartirlo y hay otros más receptivos hacia una sociedad que quiere recuperar su memoria musical.

A los 40 años, Fabio Cernuda lleva la mayor parte de su vida recopilando discos de tango. Una pasión que se condensa en 6 mil discos de pasta, mil de vinilo y 2 mil casetes. Junto a Fernando Vicente, viene trabajando día a día en darle cuerpo al Archivo Digital del Tango con la provisión de discos e información.

Su diagnóstico no es muy alentador. Considera que la etapa de las grabaciones acústicas (que llega a 1926) es la más difícil de reconstruir. “Sacando a Gardel, no hubo prácticamente ninguna reedición”, dice. Otro problema significativo es que, en la década del 50, aparecieron muchos sellos pequeños que fueron cerrando con los años. Y con su desaparición, también se perdieron las cintas y las planillas. Hoy, rastrear su destino es un trabajo de dedicación absoluta sin recompensa.

Para completar el panorama, se sumó otra cuestión. El mundo del coleccionismo –en general integrado por gente mayor– sufrió la pérdida de algunos de sus representantes más notables, como Hamlet Peluso, Osvaldo Firpo y Ángel Olivieri. “Cuando un coleccionista muere, sus discos tienen tres destinos posibles: que lo adquiera algún extranjero, que se disperse entre muchos coleccionistas o que termine en un mercado de pulgas”, advierte Cernuda.

En definitiva, el resguardo del patrimonio en el tango respondió más a esfuerzos individuales y aislados que a políticas colectivas de largo plazo. Por eso, mucho material ya se ha perdido. Hay otro que espera ser rescatado.

Mañana, desde Salgán hasta Julio Pane, todos los audios todos

El Archivo Digital del Tango –un proyecto de la fundación TangoVia Buenos Aires– empezó a desarrollarse en 2006 y mañana miércoles, a las 19, en la Alianza Francesa (Córdoba 946) se presentarán las conclusiones de la etapa piloto, con la presencia de los padrinos de la iniciativa: Horacio Salgán –de quien, precisamente, se reunieron todos sus registros–, Liliana Herrero, Sergio Renán y Magdalena Ruiz Guiñazú.

Durante el acto se mostrará cómo se realiza la digitalización de grabaciones. “No es un proceso sencillo. En cada caso hay que establecer qué tipo de púa se usa, elegir la velocidad y muchas otras cuestiones técnicas”, detalla el propulsor de la idea, Ignacio Varchausky. Ya se hizo con la discografía de Ignacio Corsini, Alfredo Gobbi y el mencionado Salgán y también se trabajó con el catálogo completo de artistas que hoy hacen tango como Julio Pane, Sonia Possetti y Quinteto Ventarrón. También está muy avanzada la digitalización de todos los audios de grandes directores de orquestas como Aníbal Troilo, Carlos Di Sarli, Ricardo Tanturi, Ángel D’Agostino y Osvaldo Fresedo y la larguísima historia en disco de Astor Piazzolla.

El equipo del archivo está integrado por coleccionistas, digitalizadores, restauradores y un área informática para ordenar y presentar todo este material. Con cita previa, cualquier curioso podrá escuchar en La Casa del Tango (Guardia Vieja 4049) los audios, mientras consulta el número de matriz, fecha de grabación, autores, curiosidades y, en algunos casos, los nombres de los arregladores y los músicos que participaron de la sesión.

En una segunda etapa, se subirá toda esta información a un sitio web para que a través de una membresía los usuarios puedan escucharlos ingresando una clave. “El objetivo es conseguir la mayor cantidad de información posible de tango, ya sean grabaciones, partituras, fotos, material audiovisual o revistas de época. Porque cuanto más se sepa del objeto de análisis, más elaboración de pensamiento se logrará”, considera Varchausky.

Grabaciones raras y aparecidas

Durante la etapa piloto del Archivo Digital del Tango, los coleccionistas aportaron material que son verdaderas joyas nunca editadas comercialmente.

- Aníbal Troilo y Roberto Grela en una reunión de amigos de los años 50. Troilo canta “Una cantina”.
- Horacio Salgán en piano solo. Grabado en el Club de la Guardia Nueva de Montevideo, a mediados de los años 50.
- Astor Piazzolla haciendo solos de bandoneón en una iglesia en Grecia. Circa 1980.
- Orquesta Francini-Pontier con la voz de Raúl Berón. Canta “Usted”, que nunca grabó oficialmente. - José Berón –cantor extraordinario que apenas grabó unas pocas tomas– acompañado por guitarras y por las orquestas de Eduardo Rovira y Enrique Alessio.-