miércoles, 4 de mayo de 2011

Dizzy Gillespie / A 20th Century Jazz Master





Majestuoso y alocado


Biografía de Dizzy Gillespie (1917-1993)

Carlos María Domínguez



WOODY`N YOU procedía de un acorde menor sexta hacia la séptima de dominante. Una influencia de Monk. Si bemol menor sexta con la sexta en el bajo hacia do. Es una progresión natural de cuartas". Si algún lector no comprendió, puede probar con esto: "Dii-da-pa-dan-de-bop…" Si tampoco resulta, puede hacer como los periodistas neoyorquinos de los años cuarenta: llamarle bebop.

Cuando el público del Minton`s no se sabía el título de los temas raros que hacía Gillespie, le gritaba: "Vamos, Dizzy, toca bebop". Otra leyenda dice que era el ruido que hacía la cabeza de un negro cuando recibía un bastonazo de la policía. Como quiera que haya nacido, la onomatopeya llevaba un mensaje: cualquier cosa que hagas, hacela con inteligencia. Y marcó un paso decisivo en la evolución del jazz.

Su nombre completo era John Birks Gillespie. Como su padre lo golpeaba todos los domingos, cuando creció utilizó el apellido materno, Gillespie, y lo apodaron Dizzy, el loco. Cuenta su historia en una autobiografía escrita en 1979, que acaba de llegar traducida al español por la editorial Global Rhythm Press. Si se trata de un gran libro es porque al relato del nacimiento del bebop suma el testimonio de muchos músicos legendarios, un retrato del racismo norteamericano, la épica de una conquista siempre al borde de naufragar y un anecdotario que reúne el humor, la sensibilidad y la inteligencia en insólitos escenarios.


Cheraw.


"Fui el último de nueve hermanos y probablemente mi llegada no entusiasmara a nadie, porque en mi casa ya había nacido mucha gente", dice Gillespie al recordar su infancia en el pequeño pueblo de Cheraw, Carolina del Sur. Su padre trabajaba de albañil y los fines de semana tocaba el piano en una pequeña banda, salvo los domingos de mañana, cuando llamaba a cada uno de sus hijos y les pegaba por lo que habrían hecho a sus espaldas. El hombre murió cuando Dizzy tenía nueve años, decepcionado porque ninguno de sus hijos había heredado el gusto por la música. Lo embalsamaron y enterraron sus tripas en el fondo de la casa. Los pocos ahorros que había juntado se los llevó una estafa bancaria, la madre comenzó a trabajar de lavandera y Dizzy conoció el hambre, el odio y un trombón de vara que le dio su maestra de escuela, Alice Wilson.

El retrato de su niñez es el de un pequeño vándalo, lo bastante despierto para seducir a los mayores, sobrevivir a peleas con chicos más fuertes, y buscar la comida y la música donde se la ofrecieran. A los doce años tocaba la trompeta en una pequeña banda de blues que había alentado Alice Wilson, a veces actuaban en las fiestas de los blancos y Dizzy bailaba, ganándose las monedas que caían a sus pies. Un día el compañero que tocaba el trombón desapareció sin dejar rastro. Se corrió la voz de que un grupo de blancos lo había puesto sobre las vías al paso de un tren. Entonces Dizzy y sus amigos comprendieron que debían irse de Cheraw en la primera oportunidad que se les presentara.

Presbiterianos, metodistas, baptistas y pentecostales competían por el alma de los negros y Dizzy los recorría para aprenderse los ritmos de los cantos litúrgicos. Los más desacreditados eran los pentecostales, porque la congregación gritaba en estado de trance, pero sus cantos tenían más ritmo, y allí los aprendió Dizzy, igual que otras grandes figuras del jazz. A los quince años era el trompetista del pueblo, había cavado zanjas en una carretera y concluido que su mejor opción era la música. Le ofrecieron integrarse a la banda del Instituto Laurinburg de Carolina del Norte, una escuela montada para negros pobres, y continuar sus estudios. Beneficiado por una beca, aprendió a leer música, a tocar el piano, y se integró al equipo de fútbol después de descubrir que a los deportistas les servían el doble de comida. Lo dejó cuando le advirtieron que si le partían un diente tendría problemas con la trompeta.

Durante un viaje de autostop a Cheraw, un blanco le gritó: "Negro de mierda, ¿sabes bailar?", y comenzó a dispararle con un revolver a los pies, así que no tuvo más remedio que hacerle sus pasos de buck y prometerse escapar del Sur cuanto antes. Poco después de que su familia se mudara a Filadelfia, se juntó con ella.

El camino a Nueva York.


En Filadelfia Dizzy comenzó a tocar en locales nocturnos y pronto integró distintas big band en las que destacaba por sus solos de trompeta, favorecido por su dominio del piano, saber leer música, y un sonido que intentaba imitar al de Roy Eldridge, que lo había tomado de Louis Armstrong. En los años treinta el jazz circulaba por muchos clubs donde reinaba la mafia, pero para los músicos negros resultaban más seguros que las calles. Las mujeres blancas eran un problema. Se entusiasmaban con los músicos y alguien amanecía con la cabeza rota. Una noche, una periodista llamada Peggy lo abordó en el club y le preguntó si tenía quién lo llevara a casa. Dizzy le dijo que sí, aunque se tomaba el tranvía, pero ella lo esperó en su auto y se lo llevó a un hotel. Confiesa que no lo disfrutó, del terror a que un damnificado lo despellejara. Mientras otra noche regresaba a casa, un auto se le arrimó y los tipos comenzaron a cargosearlo. Como los ignoró, uno de ellos sacó un brazo por la ventanilla para atraparlo. Dizzy era menudo, pero sabía cómo compensarlo. Le seccionó la mano de un navajazo, "como la articulación de un pollo", y salió corriendo. Llevaba esa navaja afilada desde hacía años, no era la primera vez que la usaba y no sería la última.

Llegó a Nueva York con 20 años en 1937, y a poco de mezclarse en el ambiente, Teddy Hill lo contrató para hacer una gira por Europa con su big band. Dizzy ya dominaba el estilo de Eldridge, solo que su velocidad nunca se serenaba. Los viejos músicos de la orquesta lo odiaron, pero regresó con los bolsillos cargados y se vinculó a la banda del antillano Cass Carr, que tocaba para los comunistas de Brooklyn y en varios circuitos de Harlem. Afirma Dizzy que en esos años el dinero que circulaba en Harlem estaba en manos de los antillanos. Fue el primer contacto con los ritmos latinos, que luego profundizaría en la orquesta del cubano Alberto Socarrás, y más tarde con Mario Bauzá y Chano Pozo.

Desde entonces su actividad fue frenética, en parte porque Nueva York era un semillero de músicos que pasaban de una banda a otra y si no salían de gira, terminaban la noche en las jam sessions de los clubes nocturnos de Harlem, el Village o la Calle 52. Dizzy lo absorbía todo, tocaba el piano, la batería, los metales, intercambiaba ideas con otros músicos, bailoteaba, hacía el payaso y, sobre todo, investigaba nuevos acordes. Conoció a Lorraine Willis, una bailarina del Apollo con la que se casó dos años más tarde y sería su compañera de toda la vida. Lorraine lo conectó con la banda de Cab Calloway que hacía furor en el Cotton Club. Para Dizzy fue como subir a primera clase. Los músicos de Calloway ganaban bien, vestían ropa glamorosa y tenían una disciplina estricta. Como otros directores, Calloway intentaba retener a sus músicos, pero en ocasiones no tenía más remedio que prestarlos. Permitió que Dizzy participara en una grabación de Lionel Hampton, donde tocó por primera vez con Benny Carter, Chu Berry, Ben Webster y Coleman Hawkins. Se comprende que años después dijera que tocó con los reyes. Pero aún faltaban otros, y fue después de una actuación en Kansas City que el trompetista Buddy Anderson le insistió en que tenía que oír a un saxofonista alto llamado Charlie Parker. Se negó. Ya conocía a los grandes, ¿qué podía sorprenderlo? Anderson llevó a Parker al hotel, se encerraron en la pieza y Parker tocó. "En cuanto escuché a Charlie Parker me dije: este es mi compañero. Nunca había escuchado nada igual. Su forma de concentrar las notas… Íbamos en la misma dirección, pero ninguno de los dos lo sabía".

Sus caminos se juntaron un poco más tarde. Había estallado la Segunda Guerra y el ejército reclutaba ciudadanos para enviar al frente. Dizzy tenía la esperanza de que no dieran con él, pero cuando llegó la citación debió presentarse. Llevó su trompeta. Como al pedirle que se desvistiera obedeció, pero se quedó desnudo con la trompeta en la mano, lo pasaron al psiquiatra. Le hicieron muchas preguntas y finalmente lo interrogaron por su actitud ante el combate. "Miren -dijo-, en este momento, en esta etapa de mi vida en Estados Unidos, ¿quién me ha estado jodiendo? ¡El hombre blanco es quien me ha estado jodiendo hasta el fondo! Ahora me hablan ustedes del enemigo. Me dicen que son los alemanes. En este momento, no recuerdo haber conocido a un solo alemán. Así que si me sueltan por ahí con un arma en la mano y me dicen que dispare al enemigo, es probable que al disparar me equivoque de objetivo". Lo declararon no apto.

Los comienzos del bebop.


El otro problema lo tuvo con Calloway en 1941. A veces Dizzy hacía bromas a sus espaldas que hacían reír al público. Cuando Cab giraba para ver qué ocurría, encontraba a Dizzy tocando su trompeta. Cierta vez, en Hartford, mientras caía el telón, alguien tiró una bola de papel sobre el escenario en el momento en que Dizzy movía una mano para indicarle al contrabajista que su solo había estado pésimo. Le estaba enseñando acordes modernos y era un código entre ambos, pero Calloway lo acusó de arrojar el papel. Dizzy lo negó, el otro intentó alcanzarlo y cayó sobre los trombones. Lo contuvieron, pero al pasar frente a su camerino, Cab lo tomó del cuello para golpearlo y Dizzy le cortó la pierna con la navaja. "Cuando vio la sangre nadie tuvo que decirle que me soltara". "¡Que lo saquen de aquí!", gritó Cab, y naturalmente, perdió el trabajo.

De regreso a Nueva York, Gillespie alternó entre las bandas de Ella Fitzgerald, Coleman Hawkins, Benny Carter, pero más decisivas fueron las jam sessions de los lunes en el Minton`s Playhouse de Harlem. El batería Kenny Clarke aportaba una nueva base rítmica, Theolonious Monk traía al piano armonías con acordes semidisminuidos, y Dizzy sumaba progresiones que nunca se habían escuchado. Los acompañaban Oscar Pettiford en el contrabajo, Charlie Christian o John Collins en la guitarra, y se entendían hasta el amanecer.

Un conflicto del sindicato de músicos con las compañías discográficas impidió que fueran registradas las primeras experiencias del bebop. Las grabaciones quedaron prohibidas entre los años 1942 y 1944, y el sindicato recorría los locales nocturnos para multar las jam sessions. Si prosperaron en el Minton`s fue porque el dueño era el primer delegado negro del sindicato, y los amparó. Al Minton`s llegaban muchos novatos, pedían subir al escenario y a todos les decían que sí, pero cambiaban las claves de los temas, de modo que si el intruso no tenía un sólido conocimiento musical, se perdía en los primeros compases y se tenía que bajar. La inteligencia del bebop exigía un dominio de la armonía europea, teoría musical y el conocimiento de la tradición afroamericana. Sobre esas dos vertientes, improvisaban, pero sabían por qué notas trepar a una velocidad de vértigo sin perder ritmo, y cómo tomar las innovaciones del otro para sumar las propias.


Cuando Charlie Parker y Dizzy se juntaron en la orquesta de Earl Hines, en 1942, y luego en la de Billy Eckstine, el nuevo sonido del jazz comenzó a abrirse paso. Muchos músicos quedaron fascinados mientras en los locales de baile el público los rechazaba por no poder seguirlos con los pies. Los músicos del Dixieland los acusaron de traicionar el swing, y la prensa, de ser una influencia dañina para la juventud. La polémica se expandió y a partir de 1944, cuando Dizzy formó su quinteto con Parker, Bud Powell, Max Roach y Curley Russell, el bebop consolidó sus acentos rítmicos, sus fraseos, su complejidad armónica, y comenzó a tener éxito comercial.

La política tributaria del gobierno les arrimó un favor: instaló un impuesto de guerra del 20%, que acabó con la mayoría de las big band. El jazz pudo sobrevivir en pequeñas formaciones de cuartetos o quintetos. Si alguien subía a un escenario a bailar, corría otro 20%, y si alguien cantaba, un 20% más. La calle 52 de Manhattan se llenó de locales nocturnos y de instrumentistas virtuosos. A partir de entonces, Dizzy se convirtió en el hombre "con la cabeza llena de música", hizo arreglos para distintas bandas, compuso grandes temas, incorporó polirritmos latinos, tuvo varias formaciones propias, compartió con Charlie Parker una fama que se haría mítica, y aprendió y enseñó tanto que se convirtió en uno de los músicos más queridos y populares de la nueva escena del jazz.

Los íconos.


En 1956 el presidente Eisenhower lo envió al frente de una misión cultural a Medio Oriente y los países europeos del Este, como director de una big band, integrada por músicos blancos y negros. El Departamento de Estado pretendía demostrar la convivencia racial en los EE.UU. Dizzy siempre había integrado a los músicos blancos, estaba en su apogeo y la gira fue un éxito rotundo. A riesgo de molestar a las autoridades, en sus declaraciones públicas Dizzy confirmó el racismo, aunque también su confianza en que el país lo superaría. El gobierno quedó satisfecho, pero al regreso la oposición lo acusó de haber cobrado más que el presidente (dos mil dólares a la semana). "Así…, ¿y cuántas notas a la vez puede dar el presidente?", se defendió Dizzy.

Su interés por los ritmos latinos lo llevó a Cuba, a Brasil y a Buenos Aires. Dice Dizzy que a los esclavos norteamericanos les prohibieron el tambor, y que debieron suplantarlo por las palmas, pero su música quedó monorítmica. Se fascinó con la pluralidad de ritmos en África y en América Latina. No los encontró en Buenos Aires, pero grabó en el Rendez Vous con la orquesta de Osvaldo Fresedo ("Adiós Muchachos", "Vida mía", "Preludio" y "Capricho de amor").

En 1964 fue candidato a Presidente en las elecciones que dieron la victoria a Lyndon Johnson, con una picardía e inteligencia similar a la que consagró a Pinchinatti entre los uruguayos, aunque en clave de jazz. En 1971 se convirtió a la religión Baha`i, que reunía todos los credos en una esperanza común, y en sus últimos años recibió innumerables honores y premios. Falleció a los 75 años de un cáncer de páncreas, el 6 de enero de 1993.

Durante años sus condiciones histriónicas atentaron contra las oportunidades de que lo tomaran en serio -Duke Ellington le reprochó que pusiera a su música el nombre de bebop-, pero Gillespie pudo demostrar que era un gran músico y dejó grabado medio centenar de discos y muchos temas célebres como "Pickin the Cabbage", "Bebop", "Night in Tunisia". Nunca tuvo un buen tono en la trompeta, pero su complejidad rítmica y armónica alcanzó proporciones majestuosas.

Hay dos íconos en su figura que lo distinguen: la trompeta doblada con la bocina a 45 grados y la monstruosa deformación de sus carrillos mientras tocaba. Su trompeta se dobló cuarenta años antes de su muerte, en 1953, cuando celebraban el cumpleaños de su mujer en un club. Dos amigos la tiraron en el escenario sin querer, y en vez de arruinar sus llaves adoptó esa forma. Cuando Dizzy la tocó, se enamoró de su sonido y mandó a fabricarse otra con el ángulo a 45 grados.

Inflar los carrillos se suponía que era un error, porque el órgano esencial para tocar la trompeta es el diafragma, pero la potencia y la extraordinaria velocidad de Dizzy tal vez no hubieran sido posibles si no hubiese contado con esa segunda bolsa de aire que retenía la columna que subía del diafragma y el pecho hasta el momento en que su lengua la liberaba en la boquilla de la trompeta. Un médico de la NASA investigó la expansión de sus carrillos. Le llamó a su afección, "Bolsas de Gillespie". Cuando Dizzy le contó a su mujer que querían tomarle unas radiografías, Lorraine le comentó a una amiga: "¿Sabes? Le van a poner a una enfermedad el nombre de Dizzy". Pero Gillespie abandonó al médico de la NASA. No era una enfermedad. Era su magnífico error.

TO BE OR NOT TO BOP. MEMORIAS DE DIZZY GILLESPIE. de Dizzy Gillespie & Al Fraser




Vida Mía- Osvaldo Fresedo y su Orquesta con Dizzy Gillespie - Night Club Rendez Vous Porteño- Buenos Aires - (1956)





Dizzy Gillespie- Manteca - Denmark (1970)