miércoles, 13 de mayo de 2009

Chet Baker / El ángel maldito.

De que el jazz es tan pródigo en músicos malditos como el rock vienen a dar prueba existencias tan desdichadas como las de Charlie Parker,Billie Holiday o más recientemente Jaco Pastorius, quien en 1987 murió como consecuencia de una paliza propinada por el portero de una discoteca tras una vida breve -35 años- sumida en las más terribles depresiones. A la vista de sus primeras fotografías profesionales, que nos muestran a un joven que bien podría ser el azote de las chicas de su 'high school', el primer destino de Chet Baker, la trompeta de oro del 'cool jazz' y una de sus voces más sugerentes, no era figurar en una nómina tan terrible.

Nadie duda de que Charlie Parker y Billie Holiday tuvieran motivos más que suficientes para darse a la toxicomanía y el alcoholismo. La causa de que Baker se entregara al 'caballo de la muerte', lo que a la postre estigmatizó toda su existencia, ya no está tan clara. De que las drogas eran algo muy común en los ambientes de los amantes del jazz da buena prueba el poema 'Aullido', de Allen Ginsberg. La Generación Beat conoció la toxicomanía en aquellos círculos, los mismos donde el músico se movió en sus primeros años.


Madre agobiante y padre borracho

Cabe pensar que fue su pasión por el jazz -como con el tiempo les ocurriría a tantos amantes del rock- lo que llevó a Baker a la heroína. Sin embargo, James Gavin (Deep in A Dream) sostiene que hubo otra causa. Respondía al nombre de Dick Twardzik, un atormentado heroinómano que tocaba el piano en los clubes de Boston y en quien Baker "conoció al alma gemela de sus sueños" tras una infancia marcada por una "madre agobiante y un padre borracho y maltratador".

No obstante, por aquel entonces, la droga sólo ejercía en Baker esa fascinación previa a la toxicomanía, pura y dura, que ejerce en todos los aprendices de drogadictos.

Saludadas sus primeras grabaciones norteamericanas con un clamoroso aplauso, Baker llegó a Europa convertido en toda una estrella del nuevo jazz. Eran los días en que el jazz conoció su segunda edad de oro en el Viejo Continente -la primera lo fueron los años 20- y Chet Baker fue recibido con el mismo entusiasmo que el resto de sus colegas.


Europa

Sin embargo, fue aquí donde el músico se convirtió en un yonqui. Tocaban a su fin los años 50. A partir de entonces, la heroína se convirtió en el principal motivo de su existencia. Detenido en varias ocasiones, en Italia fue encarcelado por posesión de drogas y falsificación de recetas. "Cara de ángel, corazón de demonio" fue la definición que dio de Baker el fiscal que lo encerró. Al salir, las curas de desintoxicación y las nuevas recaídas se sucedieron como lo hacen en el infierno de cualquier otro heroinómano.

Endeudado con la mafia, sus 'camellos' le dieron una paliza en la que le rompieron la boca. Olvidado y odiado por todos sus compañeros, desde Gerry Mulligan hasta Stan Getz, pasando por Miles Davis e incluso por el intérprete de rock Elvis Costello, todos se refirieron a él con desprecio, mientras la crítica se apresuraba a hacer leña del árbol caído.

Empleado en una gasolinera, Chet Baker fue reconocido por un admirador, quien no escatimó esfuerzos para que el músico volviera a salir a flote.

Aprendió a tocar la trompeta sin dientes, pero no fue capaz de superar su adicción. Un año después de su regreso a los escenarios volvía también a la heroína, pero el lirismo que emanaba de sus interpretación no se veía afectado por su infierno personal.

Llama especialmente la atención la gran cantidad de esposas y amantes que le acompañaron en su infierno. Algunas de ellas, como Halema Alli, fueron acusadas de traficar con drogas para él. En cualquier caso, cuando se desplomó al vacío desde la tercera planta del hotel de Amsterdam, en cuyo suelo habría de hallar la muerte, Chet Baker no tenía más compañía que la heroína, aquélla que más amó de todas sus compañeras.




Chet Baker: Triste y melancólico (Fragmento)
Por: Chistian Grecco

Entre esas palabras y el silencio, prefirió el silencio. Siempre la ausencia de la voz lo llevaba a un mundo oculto, atrapado, interior. Esa noche pudo elegir. Palabras o silencio. Silencio o palabras. Palabras o silencio. Y eligió silencio.Y al rato eligió música. Eligió jazz, porque el jazz recorre el cuerpo. El jazz es la única música que se mete entre los poros de la piel sin invadirla. El jazz produce cosquillas, electricidad, asfixia. Por eso, alejado de las palabras, fue hasta la mesa y escogió un disco de Chet Baker.

Pensó en esos dientes rotos a trompadas, a fierrazos. Pensó en que Chet Baker estaba de su lado. Pensó en Chet Baker sin dientes, sin hablar. Pensó en Chet Baker con su trompeta solamente, soplando sin poder morder el viento que salía de sus pulmones. Chet Baker. Hasta dónde llegar con ese montón de silencio junto. Hasta dónde con tanta música en el ambiente.

Una casa sin teléfono. Un mundo sin puertas. Un destino sin timbres. Un hoy sin un ruido. Un hoy repleto de música. Bronces llorando. Cuerdas silbando. Parches rodando. Voces caminando.

Chet Baker. Los ojos rojos, miedosos, desesperados por el sueño, por el alcohol y por la cocaína. Las palabras no están. Está el silencio. Está la música. Está Chet Baker sin dientes, llorando con la trompeta. Llorando solo. Chet Baker atrapado en su trompeta, sin poder salir, con miedo a salir, con miedo al ruido, a las palabras que no podrá decir, a las mujeres que no verán su sonrisa.

Ahora va del sillón al piso. Al piso duro, inconforme. Para que el jazz se transforme en electricidad pura, monstruosa, azul, es necesario dejar el cuerpo en el piso. Por eso, ahora está ahí, el cuerpo sin ruidos, sin palabras, sólo con el susurro infinito, lejanísimo, del disco girando, del disco desarmándose para ofrecer música. Para ofrecer compañía. Para dar. Solamente para dar silencio. O música. O jazz.


El piso contiene. Desparrama. La electricidad lo envuelve, lo hace levitar, aunque el ojo normal, humano, no lo pueda notar. La electricidad levanta al piso de su lugar, lo hace volar, lo hace girar. Y cuando la electricidad del jazz aturde, el piso, se pierde en un remolino. Ahí están los dientes rotos, astillados de Chet Baker. Ahí están girando. Llenos de sangre. Cubiertos de despedidas. Intoxicados de llanto...(De la edición Nº69 de Sudestada - Junio 2008)

http://chetbakertribute.com/

Se conmemoran hoy, 21 años de aquella trágica noche en el Prins Hendrik.(Man)


My Funny Valentine

Sweet Comic Valentine

You Make Me Smile With My Heart

You're Looks Are Laughable,

Unphotographable

Yet You're My Favorite Work Of Art

Is Your FigureLess Than Greek

Is Your Mouth A Little Weak

When You Open It To Speak

Are You Smart

Don't Change A Hair For Me

Not If You Care For Me

Stay Little Valentine

Stay Each Day Is Valentine's Day

Thanks Chet.

Chet Baker / Tokyo-Japan - My funny Valentine- 1987