jueves, 28 de mayo de 2009

Christopher Walken / Lo que sé


Por Christopher Walken

La mañana es el mejor momento para ver películas. En una ocasión, hace muchos años, yo me estaba yendo de un lugar; había estado conversando y, justo cuando salía por la puerta, un tipo me dijo: “Chris”. Me detuve, me di vuelta, y me dijo: “Tené cuidado”. Y nunca lo olvidé. Y me vuelve a la cabeza a menudo: Tené cuidado. Ese fue un buen consejo.


Se supone que el signo de interrogación proviene de un jeroglífico egipcio que significaba “un gato yéndose”. Y se sabe, el signo es la cola. Y significaba, bueno, lo que sea que signifique cuando te están ignorando.


Cuando era chico, había alguien en mi familia, un adulto, que cada vez que me veía, me decía: “Sos un sinvergüenza”. Desde chico fue siempre: “Je, je; sos un sinvergüenza.” Y siempre me pregunté: ¿qué significa eso? Pero con los años se me ocurrió que era una forma de instrucción. Las cosas que uno le dice a un chico se le pegan. Y creo que sí, soy un sinvergüenza. Pero tal vez lo sea por aquella persona que me lo dijo hace muchos años.


Mi padre era una lección. Tenía su propia panadería, y aunque cerraba un día a la semana, de todas maneras él iba ese día. Lo hacía porque realmente amaba su panadería. No era un trabajo.


Me encantaban los bollos glaseados a la danesa. Y mi padre hacía un pastel de crema Boston. Son cosas que ya no se ven. Muy bueno.


La mayoría de los papeles que obtengo son básicamente de gente muy desagradable. Siempre hay algo que anda mal con el personaje, y a veces terriblemente mal. Estoy cansado de eso. Le digo a mi agente que quiero un personaje tipo Fred MacMurray. Quiero un personaje que tenga esposa e hijos, y un perro y una casa, y que mis hijos me digan: “¿Qué te parece que debo hacer, papá?”; y yo les diga: “Tengan cuidado.”


Siempre pensé que si iba a interpretar a tipos así, debe haber una relación con el público que es muy clara. “Ese es Chris, y miren a Chris pasándola bien, queriendo apoderarse del mundo y hundir California y matar a tiros a todos en esa habitación”; siempre y cuando entendieran que ese es Chris divirtiéndose en el set. Y que el verdadero Chris no haría nada de eso.


Golf. Por Dios, es una actividad misteriosa. Conozco gente, buenos amigos, que están absolutamente obsesionados, practicando su swing y hablando del tema. Puedo entender un deporte en el que tu cuerpo obtiene un beneficio, como correr maratones o andar en bicicleta. Pero el golf no es eso. Y no sólo eso: está el tema de estar parado al sol. Por Dios, es como una tortura.


Me encantan los tallarines. Y me gusta cocinar tallarines. Solía comer tallarines todos los días. Pesaba quince kilos más que ahora. El helado... me encanta ver televisión y comer helado. Pero eso es como ser un nene de diez años. Ya no puedo hacer eso. Cerveza. Cerveza, tallarines, helado.


Los bailarines profesionales no van a bailar.


Cuando estás sobre el escenario y sabés que te está yendo muy mal, es una situación muy, muy aterradora. Porque sabés que tenés que seguir adelante: estás fracasando, pero no podés parar. Y sabés que dentro de media hora todavía te va a estar yendo muy mal. Hay que tener la piel gruesa.


Yo tenía un agente que cuando recién empezaba en el cine me dijo: “Vas a estar en Los Angeles una vez cada tanto. Si alguien te invita a una fiesta, no vayas. Quedate en tu habitación, andá al cine”. Y creo que sé a qué se refería: No muestres tu cara demasiado. Dejá que se pongan un poco contentos de verte.


Todo ocurrió cuando hice El francotirador. De pronto... Yo ha había estado en el mundo del espectáculo por unos treinta años, y no había pasado demasiado. Quiero decir, estaba trabajando en la oscuridad, y de pronto esta película. Fue infeccioso, de cierta forma, y realmente me volví bastante social. Gregario. Y eso duró, no sé, diez años.


Los guiones de cine son bastante laxos: las cosas normalmente cambian mucho. Pero no con Quentin. Sus guiones son enormes. Todo diálogo. Todo está escrito. Uno solamente se aprende los diálogos. Es más como una obra de teatro.


A veces miro este reloj y pienso: ¿Hay un tipo que pone todos estos pequeños tornillos ahí dentro? Hay algo ahí. No me interesan mucho los autos, tampoco, pero un auto realmente magnífico tiene lo suyo.


Fue divertidísimo cuando Dennis [Hopper] y yo hicimos esa escena en Escape salvaje (True Romance). En serio, incluso dispararle. Todas las risas son verdaderas. Fue un día demencial.


Me gusta escuchar entrevistas radiales. Tengo una lista de cosas que haría si no fuera tan vago, pero la idea de tener un programa radial... dos personas hablando en la radio es una cosa fascinante. Te apuesto a que hay alguna universidad por acá, todas tienen estaciones radiales. Ahora sé que no me gusta ir a ningún lado, así que si hubiera algún lugar por acá cerca, a veinte minutos en auto...


No me gustan los zoológicos. Horrible.


Dicen que la sonrisa humana es una de esas cosas primordiales; que consiste, de hecho, en mostrar los dientes, que es una advertencia. Que cuando sonreímos, de algún modo primitivo tiene que ver con el miedo.


Hay algo peligroso en lo que es gracioso. Algo que es discordante y desconcertante. Hay una conexión entre gracioso y temible.


(Estas son las respuestas de Christopher Walken a la gran sección
“Lo que sé” de la revista norteamericana Esquire.)