Janis Lyn Joplin, considerada un símbolo femenino de la contracultura de los 60, nació el 19 de enero de 1943 en Port Arthur, Texas, y murió de una sobredosis el 4 de octubre de 1970.
Su padre, Seth, trabajaba en una refinería y su madre, Doroty, había destacado a través del canto en su escuela. Ambos querían que su hija fuera maestra, sin embargo, a los 16 años comenzó a manifestar su amor por la música y su rebeldía.
Se pintó el pelo de naranja y se unió a una pandilla de jóvenes radicales, además rechazaba el racismo y era acusada de ser amiga de los negros.
A los 17 años comenzó a cantar en los bares de Louisiana, donde interpretaba y escuchaba "música de negros", grabó su primer disco cuando estudiaba bellas artes en la Universidad de Texas.
En 1963, la ciudad de San Francisco fue testigo del talento de la denominada "Dama Blanca del Blues". Fue en ese periodo cuando comenzó su contacto con las drogas, se sumió en un estado de abandono y aumentó mucho su peso.
No obstante, anunció a su familia que retomaría sus estudios universitarios y que se casaría con un hombre que conoció en San Francisco, llamado J.P., pero el enlace no tuvo lugar pues éste la abandonó y eso marcó más su inseguridad afectiva y sentimiento de soledad.
Regresó a San Francisco y a la música, se unió a la banda Big Brother and The Holding Company, logrando una combinación perfecta. Joplin amaba la libertad creativa de la escena musical en aquel lugar.
La banda obtuvo buenas críticas, cada vez más centradas en ella y menos en todo el grupo, esto reforzó su autoestima y carrera, por lo que pronto fue conocida en el resto de Estados Unidos.
Actuó con su banda en el Festival de Monterrey en 1967, junto con Jimi Hendrix, Jefferson Airplane, Canned Heat, The Who, The Mamas and the Papas, The Byrds y Otis Redding. Para entonces aspiraba a ser algo más que "La Reina de los Hippies".
Dos veces participó en dicho festival, y para su segunda intervención, cambió su ropa hippie por un traje dorado. A partir de entonces el grupo fue contratado por el productor de Bob Dylan, Albert Grossmael.
Joplin eclipsaba a los Big Brother, pero durante su gira por todo el país comenzó a consumir heroína para huir del agobio de la fama. Decía que nada que se sintiera tan bien podía ser malo y sólo quería algo de paz.
En la primavera de 1968, se trasladaron a Nueva York para grabar su primer disco. Aunque Janis no congeniaba en la agrupación, aquella combinación de música repetitiva de estilo psicodélico de los 60, con su voz era prodigiosa. Su éxito fue notable en discos como "Bola y cadenas" y "Pedazo de mi corazón", ambos en 1968.
Las críticas fueron muy buenas para Joplin, aunque no tanto para el grupo. Albert Grossmael le propuso un cambio de banda, pues el Cosmic Blues Band sonaba distinto; con trompetas y coros, entre otros. La fusión no funcionó.
Janis comenzó a prodigarse en entrevistas, en las que terminaba hablando de su vida y sentimientos. Decía que hacía el amor con 25 mil personas en el escenario y luego volvía sola a casa.
Cada vez dependía más del alcohol y la heroína. Sin embargo se había convertido en un símbolo de fuerza y rebeldía para muchas mujeres de su época.
Quiso entonces volver a su pueblo natal como estrella de rock. Sus padres aprovecharon para marcharse y ella no fue bien recibida por la gente. Este fracaso fue magnificado en los medios de comunicación, y fue un desafío que se volvió contra ella.
En septiembre de 1970 se trasladó con su nuevo grupo a Los Angeles para realizar su último disco "Pearl", siendo el 4 de octubre el día para la grabación. Ese mismo día su cuerpo fue descubierto aproximadamente 18 horas después de su muerte.
La cantante falleció a causa de una sobredosis de heroína y como las jeringas desaparecieron su muerte estuvo rodeada de misterio. Se especuló que pudo haber estado con ella alguien más en la habitación.
Janis, quien fue la primera mujer blanca en ser considerada una gran estrella de rock, ya había pasado por experiencias similares pero había salido con vida, aunque en esta ocasión no pudo evitar ser víctima de los excesos del alcohol y drogas.
Tras su deceso, salió el disco "Pearl" que fue un éxito, manteniéndose en el número uno de ventas durante 14 semanas. Janis dejó un testamento de 600 dólares a sus amigos para que celebraran su muerte con una fiesta salvaje.
En 2007, la vida de la intérprete se contempló para un filme, al igual que la de otros famosos como Jimi Hendrix, James Brown y Kurt Cobain, luego del éxito de las "biopics" de Ray Charles y Johnny Cash.
Un año más tarde, figuró en una exposición que realizó Paul McCartney en honor a su esposa, quien falleció en abril de 1998, en la galería James Hyman del 24 de abril al 7 de junio.
En 2009 se presentó un documental, como uno de los trabajos más destacados del realizador Howard Alk, en la ciudad de Chicago, además de una muestra cinematográfica del director, editor y cinematógrafo Howark Alk, en el centro Filmico Gene Siskel.
En junio pasado, salió a la venta "The Woodstock experience", álbum que reúne temas presentados en vivo en el festival Woodstock de 1969, además de una grabaciones de estudio. En este material aparecen 10 temas de Joplin, como "Raise your hand", "To love somebody", "Summertime", "Piece of my heart", entre otros.
Janis Joplin - Kosmic Blues 1970
Elis Regina / La Más Grande Cantante del Brasil.
(A 28 años de su partida)
Elis Regina - La Voz de la Vehemencia
Enero, 19 de 1982: Daban casi las diez de la mañana, cuando el abogado paulista Samuel MCDawell De Figuereido, corría para salvar a su prometida ,Escucho su voz en el teléfono. Luego el silencio.
Cuando por fin llegó al departamento., encontró que las niñas jugaban a la espera de que mamá acabara de despertar, tras las puertas cerradas de la alcoba. Dejó jugando a Pedro y María Rita y fue tras el más grande, Joao Marcelo. Forzaron ambas puertas y la encontraron tendida en el suelo. No. respiraba, tenía las manos frías y el cuerpo caliente. McDawell llamó al médico, a la ambulancia, pero nadie llegaba. La cargó hasta la calle, detuvo un taxi, vio llegar al doctor de la familia... Poco tiempo más tarde, ya en la clínica, el novio confirmaba sus temores: Elis ya nunca más despertaría. Antes del mediodía, todo Sao Paulo y más de medio Brasil estaba al tanto: la reina se había ido. Un día después, tendida en el cajón can sus 36 añas definitivos, vestiría una camiseta can la bandera del Brasil y su nombre en lugar del Orden y Progreso. El motiva -insólita, increíble- sería pesar aparte: una dosis letal de Cinzano y cocaína.
La primera mañana que se vio ante un micrófono, Elis Regina Carvalho Costa no despegó los labios. Padecía, a sus siete años, un vértigo invencible: no era la misma canturrear en casa que debutar en un programa de radio. Hija de una pareja sin fortuna - don Romeo fracasada, doña Ercy dominante-, Elis reunió la fuerza para un día volver a aquel programa y dejar a sus anfitriones de una pieza. Tenía 11 añas de edad y de pronto un contrato entre manos. Era cuestión de tiempo para que Porto Alegre, con sus modos pacatos y sus prejuicios anchos, comenzara a quedarle chico.
No tenia la pinta de una estrella: estrábica, rechoncha, cobardona. Pero en el escenario se transfiguraba. Jugaba al bossa nova -o lo enterraba, según los escépticos- girando los brazos como un helicóptero, aunque igual se imponía un perfeccionismo extremo. No bien desembarcó en Río de Janeiro, ya con 19 años, la niñita obediente se transformó en rebelde autoritaria: desde los 13 sostenía al padre, la madre y el hermano. Unos meses después sus afamados promotores, Luiz Carlos Miele y Ronaldo Bóscoli, la vieron irse a hacer carrera en Sao Paulo.
¿Qué sucede con quien a los 20 años gana 15.000 dólares al mes (en 1965, esa suma basta para comprar una casa), conduce su programa de televisión y no pisa la calle sin causar sensación? Presa de un ego hinchado y titubeante, quien pronto vivirá coronada como La Más Grande Cantante del Brasil no encuentra otra terapia que comprar y comprar. Vestidos, joyas, regalos, y más aún zapatos y pelucas. "Era cursi, vulgar y llena de talento", concluirá Caetano Veloso años más tarde.
Una de sus más caras extravagancias es subir al altar con su peor enemigo: luego de hacerle guerra consistente, su ex aliado, el compositor Ronaldo Bóscoli, vuelve a su esfera y termina a su lado."Yo pagaré los gastos triviales del hogar, ella será quien corra con los lujos", se ufana ante la prensa el bon vivant carioca, en el principio de un matrimonio borrascoso, dañino y uf, ardiente. Entre gritos, abrazos, hematomas y desmesuras varias, la espiral de amor-odio hace saltar las ansias de antagonismo de la mujer que solamente alcanza la plenitud total bajo el embrujo de los reflectores. "El escenario está tan conectado a mi manera de ser, a mi evolución, a mis traumas, que separarme de él equivaldría a castrar a un semental", confía Elis a Clarice Lispector.
Celosa, movediza, paranoica, pero también intensa, fascinante, magnética. Elis teje eslabones fuertes e intrincados; defiende sus verdades a golpes de mentira para prevalecer. Es una peleonera natural -la bizquera le crece con cada rabieta-, manipula su entorno minuciosamente y explota igual de fácil que logra serenarse: tiene la mecha corta y las antenas largas, encuentra de inmediato el lado flaco ajeno. Persona y profesión apenas se distinguen: "Yo comparto mi ropa, mis amigos, cualquier cosa menos el escenario".
Del matrimonio con Boscoli -infiel vocacional, celoso categórico- queda Joao Marcelo, nacido un par de años antes de la separación final. Para entonces, ya Elis alimenta un romance con su pianista, César Camargo Mariano, quien desde siempre la ha codiciado en secreto. Hasta la tarde en que Elis le desliza un papel en la bolsa del saco y le pide leerlo en el baño: "Me gustas como el carajo. Te deseo como el carajo. Me cago en el mundo". Hombre casado, César se escurre por la ventana del baño, salta tres metros abajo y huye de la mansión...aunque no de su dueña. Algún tiempo después, Elis Regina ya es la señora Camargo.No es muy hábil con las declaraciones. Confía demasiado en su capacidad de aprendizaje y a menudo termina arrepentida. Como en 1972, cuando habla del Gobierno brasileño como una camarilla de gorilas, y luego es obligada a promover las Olimpiadas del Ejército. O como cuando le confiesa a la prensa sus dos grandes pasiones literarias: Sófocles y Walt Disney.
El éxito le sobra, no así el prestigio. Por eso graba un disco junto a Tom Jobim, no exento de tormentas. "El problema", dice ante Elis y César el Gran Jefe del bossa, "es que ustedes están acostumbrados a la ducha, y yo me baño en tina". Algo no muy distinto le sucede en Montreux 79: patética al principio, acaba por robarse el Festival: "Recordé que era hija de una lavandera... ¿qué estaba haciendo en ese escenario?". Luego recorrerá Milán, Roma, París y Barcelona planteando una advertencia terminante: "Europa necesita entender que no somos un simple pueblo de Carnaval; no he venido hasta aquí para hacer concesiones".
Julio de 2005: casi no hay epitafios en el cementerio del Morumbí. Si acaso el de Ayrton Senna -"Nada puede separarme de Dios"-, la otra estrella del panteón elegante de Sao Paulo. En la lápida de Elis, pequeña como todas, se leen también los nombres del padre y el hermano Rogerio, accidentado en 1996. Pienso en alguna de sus frases célebres:
"Entre la espada y la pared, me lanzo hacia la espada". Pero el invierno terco me devuelve al rumor de aquella voz vehemente soltando las saudades de Mucuripe, el vaivén de O barquinho, la cosquilla de Quaquaraquaquá. Nada más ofrendar unas flores solitarias, levanto Huracán Elis -la biografía firmada por su amiga Regina Echeverría- y avivo el ventarrón de la añoranza releyendo las últimas palabras de su última carta de amor: "Te quiero absurdamente mucho”.