Por Jesús Lillo
Fundador del sello XL y procedente del ámbito de la música de baile, al que de forma muy esporádica y sin compromiso suele regresar para darse un respiro, Richard Russell ejerce de pigmalión en el redescubrimiento público de Gil Scott-Heron, a cuyas palabras, quizá las últimas que grabe el veterano intérprete norteamericano, le pone música. La caza de talentos, ejercicio habitual en el negocio discográfico, se convierte aquí en uno de esos recurrentes episodios -devocionales y de rescate- que músicos y productores actuales tributan a sus maestros para sacarlos del olvido y actuar como notarios de su presunto testamento.
Scott-Heron firma con su voz, deteriorada y hermosa, un documento pasado a máquina y a limpio por quien se aproxima a una de tantas páginas traspapeladas de la historia del pop con la intención de cambiarle la tipografía y hasta el interlineado impuesto por el ritmo. Fue en junio de 2006 cuando Russell estableció contacto con el autor de The Bottle, entonces encarcelado en una prisión de Nueva York, y le contó sus planes. Casi cuatro años después, samples y distorsiones sintéticas envuelven el recital de Gil Scott-Heron en un álbum que recupera la voz de una de esas leyendas que malviven, mortales, en el extrarradio musical.
I´m New Here toma el título de la canción homónima de Smog e incluye versiones de Bobby Bland (I´ll Take Care Of You) y del pionero Robert Johnson (Me And The Devil). La poesía de Scott-Heron también está presente a través de breves composiciones que, en muy pocos segundos y a veces sin acompañamiento musical, representan trazos aislados y profundos de su enésimo autorretrato, fragmentos de un monólogo deslavazado que muestran la grandeza y también la vulnerabilidad de un autor empeñado en registrar su talento como intérprete, pero también su condición humana.
Añoranza del medio rural. Con sus cuatro minutos largos, metraje que sobresale dentro de un trabajo que no llega a la media hora de duración, es New York Is Killing Me la pieza que mejor aúna el discurso lírico de Scott-Heron y la materialidad impuesta por Richard Russell a sus quejidos. La añoranza del medio rural y sureño en el que el autor de Pieces Of Man pasó parte de su infancia es plasmada en un blues cogido con alfileres, manoseado y sudado con palmas y trazado en el ordenador para que manifieste un tribalismo orgánico, casi tangible.
Russell reutiliza un fragmento de Flashing Lights -una de las canciones más conocidas del repertorio de Kanye West- para armar On Coming From A Broken Home, en la que Gil Scott-Heron rebobina su pena y con la que a través de un juego retroactivo de samples devuelve el cumplido al último geniecillo del hip-hop, que hace unos años reivindicó la obra de su veterano maestro con una maniobra similar. Sin embargo, no es I´m New Here un disco de rap. «Soy nuevo aquí», repite una y otra vez Scott-Heron para hacer borrón y cuenta nueva con un pasado al que, después de más de una década de puntos suspensivos, añade una sombría coda de naturaleza electrónica.
Denunciar la frivolidad. A sus sesenta años, el escritor estadounidense está de vuelta de una vida de sermones. En 1994, en su último disco hasta el regreso que supone este I´m New Here, incluyó Message To The Messengers, canción en la que tergiversaba el clásico de los Furious Five para denunciar la frivolidad de unos raperos que de forma progresiva habían ido dándole la espalda al conflicto social para acomodarse en las rutinas de la industria del ocio.
Gil Scott-Heron renuncia al título honorífico de precursor del rap en un trabajo en el que, a través de un salto en el tiempo, se reencuentra con sus raíces sociales y personales, impuras en ambos casos: el blues, por un lado, y el spoken word, género que cultivó en sus comienzos y que de la mano de Russell vuelve a utilizar como soporte. El free jazz de los setenta da paso a una electrónica seca e igualmente abstracta que subraya el latido humano de quien, después de ajustarle las cuentas al mundo, se dispone a hacer penitencia.
Gil Scott-Heron - "Me And The Devil"