domingo, 14 de febrero de 2010

Jim Hall / Maestro de Maestros

Jim Hall, la leyenda viva.

Por Eduardo Hojman

Pat Metheny lo llamó una vez «el mejor guitarrista vivo». Otros grandes guitarristas de jazz, como John Abercrombie, Bill Frisell o Jordi Bonell lo consideran su maestro. Jim Hall, se ha convertido, casi sin quererlo, en la máxima referencia de la guitarra en el jazz. Con 79 años, dueño de un sonido sutil, imaginativo, muy expresivo y avanzado armónicamente (que a él le gusta asimilar al obtenido por los grandes saxofonistas tenores líricos, como Ben Webster o Paul Desmond), el nombre de Jim Hall resuena a través de toda la Historia del jazz y en algunos de sus discos más importantes

Jim Hall recuerda sus orígenes. «Crecí en el medio oeste norteamericano, justamente la zona que votó al espantoso presidente que tenemos ahora en Estados Unidos. Mi madre me compró una guitarra, además tenía un tío que tocaba música country y cantaba. Pero cuando tenía trece años escuché a Charlie Christian con el sexteto de Benny Goodman y eso fue, para mí, como un despertar espiritual. Él fue mi primera influencia, cambió mi vida para siempre. El tema se llamaba Grand Slam y todavía recuerdo su solo nota por nota».

Hall fue uno de los miembros del Chico Hamilton Quintet. Más tarde, formó parte del legendario Jimmy Giuffre 3, cuyo sonido cool, introspectivo y avanzado, caracterizaría, más tarde, al propio Hall. «Con Giuffre aprendí la importancia de la escucha y la reacción, y además me ayudó a lograr que mi guitarra sonara como un saxo. También con él tuve oportunidad de aprender sobre composición y arreglos». En 1962, y después de participar en la gira suramericana de Ella Fitzgerald, el saxofonista Sonny Rollins invitó a Hall a incorporarse a su agrupación. El resultado, The Bridge, es uno de los discos indispensables de la historia del jazz, en especial por la comunicación sutil y profunda del saxo y la guitarra. El año siguiente, Hall, un hombre que se haría famoso por sus colaboraciones, grabó Undercurrent, un disco fundamental en la Historia del jazz. La asombrosa interacción entre Bill Evans y Jim Hall volvería a repetirse en Interplay (grabado un mes más tarde con más músicos) y en el dúo Intermodulation.


«Bill Evans me pareció un pianista asombroso desde que lo escuché por primera vez, en 1956. Yo vi cómo evolucionaba, lo escuché en la maravillosa formación con Miles Davis y John Coltrane. En esa época la mayoría de los pianistas tocaban be-bop con una técnica machista, casi aporreando el piano. Y había que ser muy valiente para tocar como Bill, que usaba los pedales, usaba dinámicas. Él me llamó para hacer un dúo y fue una experiencia única. Parecía que estaba dentro de mi cerebro. Le gustaba especialmente que yo tocara la guitarra rítmica, porque estaba muy interesado en la textura del sonido. Es cierto que la combinación del piano y la guitarra puede ser muy difícil, pero con Bill funcionaba».

Más tarde, Hall grabó con otros grandes pianistas como Michel Petrucciani, Enrico Pieranunzi y Red Mitchell. También tocó con Pat Metheny, con quien hizo un dúo en 1999, Bill Frisell («Me encanta Frisell, porque nunca sé con qué va a salir») o el brasileño Oscar Castro-Neves. Otro de sus dúos más memorables, que se prolongó a lo largo de varios discos, como Telephone y Alone Together, fue con el contrabajista Ron Carter. «Como yo, durante un tiempo, también toqué contrabajo, tiendo a oírlo como una extensión de la guitarra hacia los graves. Ron posee un inmenso sentido de la armonía, y cuando toco con él siento que esa cuestión ya está cubierta». Jim Hall & Basses (2001), una serie de sesiones en estudio, lo encuentra midiéndose con los contrabajos de George Mraz, Dave Holland, Christian McBride, Charlie Haden y Scott Colley. «También me encantó tocar con el saxofonista Joe Lovano, y con otros guitarristas de quien aprendo mucho escuchando, como Frisell, Abercrombie o Mike Stern. El jazz, en cierta manera, es como una gran familia, y más que el instrumento lo que me importa de los músicos con los que toco es la persona. Me hubiera encantado tocar con Miles Davis, pero nunca pude hacerlo, y lo lamento muchísimo.


Jim Hall grabó dos versiones del Concierto de Aranjuez. Una de ellas, Concierto (1975), considerada su obra maestra, contaba con la presencia de Chet Baker, Paul Desmond y Ron Carter, entre otros. «En realidad, yo no quería hacerla, porque me encanta cómo la orquestó Rodrigo», dice Hall. «Pero estaban todos esos grandes músicos, y los arreglos de Don Sebesky nunca asfixiaban el sonido de la guitarra, de modo que accedí. Pero en realidad no me gusta meterme con la música clásica. Lo siento un poco como un insulto de mi parte. Miles Davis y Gil Evans hicieron una versión bellísima, pero en el fondo la música de Rodrigo no la necesitaba. Lo mismo me ocurre con la música brasileña, o el tango. En cuanto al flamenco, adoro escucharlo, me recuerda mucho al blues pero no creo que yo pudiera tocar algo así». En 1996, Hall lanzó Textures, un disco con una orquesta de cuerdas, fuertemente basado en la tradición de unir música clásica y jazz que se llamó Third Stream, y en el que el guitarrista revelaba su faceta como compositor. “A mí me encanta cometer errores y experimentar, porque eso, como decía Bill Evans, tiene mucho que ver con la creación en el jazz. Además, estos se escuchan de una manera hermosa. Y eso es tan importante como tocar bien”.

http://www.jimhallmusic.com/
Bill Evans & Jim Hall (1962 Undercurrent) Dream Gypsy /Skating in Central Park