viernes, 25 de noviembre de 2011

Jacobo Urso / El Héroe Azulgrana de Boedo

“No lo lamento por mi, sino por mi club" Jacobo Urso (Primer jugador del Club Atlético San Lorenzo de Almagro en vestir la insignia de la Selección Nacional Argentina de Fútbol.)


Jacobo Urso: Morir por los colores de San Lorenzo de Almagro

Por Augusto Baldi


Cuando uno habla del fútbol amateur en Argentina, pocos nombres son más representativos para los amantes de este deporte que el de Jacobo Urso. Nacido el 17 de abril de 1899 en Dolores, Provincia de Buenos Aires, fue uno de los doce hijos que tuvieron los inmigrantes italianos Jaboco Urso y Rosa Florio.

Su niñez estuvo rápidamente identificada al fútbol, un deporte que comenzaba a hacerse popular en el país a comienzos del siglo pasado, y que le atrapó conforme la vieja pelota de trapo que utilizaba rodaba, en los baldíos que circuncidaban su barrio. Cuando tenía apenas nueve años, algún diario había anunciado la creación del Club Atlético San Lorenzo de Almagro, al que se uniría en 1914, con edad de sexta categoría.

Luego de un año de haber jugado para el equipo junto a su hermano Antonio; Jacobo comenzó a destacar entre sus compañeros de división, y fue ascendido a la tercera, algo totalmente inusual para una época en la que los procedimientos de selección de juveniles se hacían de forma totalmente metódica.

Gracias a sus grandes actuaciones, llegó al primer equipo de San Lorenzo de Almagro pocos meses después, y eso le valió ser el primer futbolista de esta institución en ser convocado a la Selección Argentina en 1919 y 1920, e incluso tuvo el honor de ser uno de los titulares en la inauguración del viejo estadio “Gasómetro”, el 7 de mayo de 1916 ante Estudiantes de La Plata, en un partido que ganó 2 a 1 con goles de Moggio y Fernández el conjunto local.

Ya afianzado como un referente del equipo a pesar de su juventud, Jaboco se había instalado en el prominente fútbol argentino como uno de los mejores “half izquierdo” a nivel nacional, en momentos en los que aún se utilizaba una formación con dos zagueros, tres “halfs” y cinco atacantes; y a pesar de haber comenzado su carrera como “centro half”.

Pasó el tiempo y nos encontramos con la tarde que marcaría no sólo su carrera, sino también la vida de nuestro protagonista. Era el domingo 30 de Julio de 1922, y por la 13° fecha del torneo organizado por la Asociación Amateurs de Football enfrentaba al Club Atlético Estudiantes de Buenos Aires en cancha del Club Palermo.

En este partido jugaría en su vieja posición de “centro half”, ya que sustituía al lesionado Luis Vaccaro. Era un encuentro cerrado, con pocas situaciones de gol y muy luchado en la mitad de cancha... a los diez minutos del segundo tiempo, surge una pelota dividida, Jacobo entiende que si apura el paso puede llegar antes que sus rivales Comolli y Van Kammenade y de hecho lo hace. Llega a tiempo y la pelota le queda a uno de sus compañeros, pero él, tarda en levantarse del suelo.

Tenía dos costillas fisuradas, y una de ellas había atravesado uno de sus pulmones. Claro que el no lo sabía, a pesar de que las crónicas cuentan que escupió sangre antes de poder incorporarse por sus propios medios. Como en aquel momento no había cambios, tampoco había suplentes que pudieran reemplazarle, Jacobo no dejaría a su equipo con un jugador menos.

Por eso se acercó a sus compañeros que no habían tenido la oportunidad de jugar aquel día, y a pesar de los ruegos para que abandonara la cancha, sólo aceptó un pañuelo que le permitía limpiarse la sangre que le brotaba por la boca, y morderlo, para apaciguar el dolor que le provocaban las heridas.

Pasaron los minutos, y ya nadie se preocupó por la situación de Urso, aunque él sabía que le costaba respirar. Cerca de la media hora del complemento, tomó la pelota por el lado izquierdo, y logró generar un centro que le llegaría ni más ni menos que a su hermano Antonio, quien anotó el único gol del encuentro.

Ya con la llegada de los últimos segundos de partido, y la relajación lógica del final del encuentro, el mediocampista no pudo evitar desmayarse, abatido por el dolor. Cuando despertó, el panorama era desolador, se encontraba internado en el Hospital Ramos Mejía, y le esperaban dos operaciones en las siguientes horas, para intentar salvar su vida.

Consciente de la situación, y lejos de los flashes masivos, Jacobo sólo accedió a charlar con un cronista del diario “El Telégrafo”, al que conocía y le dijo: “No lo lamento por mi, sino por mi Club que necesita de mis esfuerzos para escalar los puestos que faltan para colocar a San Lorenzo a la cabeza del Campeonato, con las Tribunas que hemos construido San Lorenzo es el mejor Club de Buenos Aires”.

Tras las dos intervenciones quirúrgicas, el estado de salud de Urso empeoró, terminaría falleciendo, ante la conmoción del deporte en Argentina, el 6 de agosto de 1922, a las 18:05, y con sólo 23 años. Fue velado en su casa de calle Beauchef 811, donde le acompañó una multitud de siete mil hinchas de San Lorenzo y fanáticos del fútbol, hasta su entierro en el cementerio del Oeste, conocido hoy como “Cementerio de la Chacarita”.

Atrás quedaba una corta carrera, que en números podemos resumir con sus 107 encuentros disputados y seis goles; y por delante los innumerables homenajes recibidos, como por ejemplo el de la Selección Nacional de Chescoslovaquia, una de las mejores de aquella época, que se encontraba justamente de gira por Sudamérica, y que aprovechó para recordar al malogrado futbolista. Incluso, otros equipos se sumaron al luto, como por ejemplo Atlanta, que aportó una bandera gigante con los colores de ambos clubes.

Posteriormente, se ha homenajeado a Urso al otorgarle su nombre a la Sala de Trofeos del Club San Lorenzo de Almagro, por una iniciativa de los directivos Carlos Carullo y Alberto Barja, mientras que la “Subcomisión del Hincha” de la institución entrega cada año los premios con su denominación a los deportistas de todas las disciplinas que más entrega hayan demostrado en la institución del barrio de Boedo.

También hubo en algún momento, en las puertas del aquel “Viejo Gasómetro”, un busto de bronce y una placa con su nombre, su fecha de nacimiento, la de su muerte y la de su hazaña, placa que fue derribada junto con el estadio. Si pensamos en la vigencia de su mito, es lo único que han podido derribar.




En memoria de Jacobo Urso (quien será recordado eternamente por su gente) - "La Gloriosa" Hinchada del Club Atlético San Lorenzo de Almagro (2011)

"La vida por los colores" Cortometraje Balcánica Films (2014)
(Entrada actualizada en 2014 a 100 años de la llegada de Jacobo Urso a San Lorenzo de Almagro)