La mirada promiscua
'The New York Times' recopila en un libro las mejores fotografías publicadas durante 30 años en su revista dominical
JUAN PECES - París - 13/11/2011
¿Merece la pena dedicar cinco años y medio de preparación, revisar 1.700 ejemplares de una revista dominical y movilizar a un amplio equipo de colaboradores para dar a conocer el fruto de 30 años de fotografía de prensa?
La respuesta a ese interrogante se encuentra en el libro The New York Times Magazine Photographs, el magno proyecto editado por la directora de fotografía de la revista, Kathy Ryan, y publicado en castellano por Blume en colaboración con Aperture.
En lo que constituye un catálogo contextualizado -más que razonado- de la mejor fotografía publicada en el suplemento dominical neoyorquino, Ryan ofrece una lección impagable de edición gráfica y una humilde profesión de fe en la excelencia y el trabajo en equipo en un medio de comunicación.
Este no es un libro para las mesillas. Es una incitación descarada al voyeurismo, ya que permite conocer cómo se planifican, realizan y exhiben las imágenes cuya misión es simplemente informar, o bien ilustrar y complementar un texto periodístico.
Es, al mismo tiempo, una propuesta sin pretensiones para ojos hambrientos y mentes curiosas dispuestas a leer por qué Ryan estalló en lágrimas al recibir la foto de Abelardo Morell (realizada con la técnica de camera obscura) de Times Square, por qué algunos lectores se quejaron de un reportaje de Damon Winters sobre mujeres soldados o por qué Paolo Pellegrin intuyó que la única fotografía que tomó en un escenario concreto de Darfur le había bastado para captar la desolación.
Junto a los comentarios de Kathy Ryan se encuentran también los de muchos de los 140 fotógrafos incluidos en este volumen, entre los que están subrayados los de Susan Meiselas, Gilles Peress, James Nachtwey, Paolo Pellegrin, Gueorgui Pinkassov, Reza, Andrés Serrano, Philip-Lorca diCorcia, Cindy Sherman, Mary Ellen Mark, Nan Goldin, Lee Friedlander y Rineke Dijkstra.
La vocación pedagógica de la editora, inmersa en la producción del especial de la revista sobre los Oscar en California, se transparenta en una entrevista telefónica en la que explica la esencia de su trabajo y que permite al interlocutor entender por qué su predecesor en el cargo, Gerald Marzorati, elogió "el discernimiento de su mirada promiscua, juguetona y exigente".
Su labor, afirma, "es un acto de equilibrio, como en un columpio, en el que debemos saber conjugar el criterio para elegir qué tipo de fotografía será la más atractiva desde el punto de vista visual o artístico y la necesidad de contar una historia, de transmitir la información".
Su labor es también la de un director de casting que se somete a un "tira y afloja mental" cada vez que debe apostar por uno u otro fotógrafo para realizar un encargo. Ryan pone como ejemplo a Pellegrini, un autor que "comprende absolutamente todas las capas de significado que se acumulan en una escena, ya sea Afganistán, Darfur o la frontera libio-tunecina". Su cámara, asegura, "documenta la realidad, pero también es capaz de hacer poesía visual y crear una fotografía impresionista".
Por eso se puede calificar su función también como de psicóloga, puesto que para no errar en su elección debe "conocer los puntos débiles y fuertes" de cada fotógrafo. Y adoptar riesgos, como cuando encarga un reportaje de moda a un fotoperiodista o cuando elige a un fotógrafo de estudio para un reportaje predominantemente documental.
Su última apuesta heterodoxa es la elección de una fotógrafa de 16 años, Olivia Bee, para ilustrar un número dedicado a la adolescencia: un ejercicio de mimetización entre autor y realidad fotografiada.
"Obviamente, parte de mi trabajo es contratar a fotógrafos legendarios, pero también nos gusta hacer encargos a fotógrafos desconocidos, y probar con encargos cruzados", señala Ryan. "Se produce una especie de chispa en estos casos, porque a veces ver una realidad a través de unos ojos no familiarizados con ella puede producir una reacción química". Otras veces, dice, "necesitas contratar al fotógrafo más obvio [para un tema específico], porque una persona muy experimentada puede aportar matices valiosos por su radar emocional y su bagaje vital".
Photographs muestra el fruto de un proceso que, como afirma Kathy Ryan en el prólogo, "comienza a menudo con la pregunta '¿cómo nos reinventamos esta semana?".
http://www.elpais.com/articulo/cultura/mirada/promiscua/elpepucul/20111113elpepicul_3/Tes
'The New York Times' recopila en un libro las mejores fotografías publicadas durante 30 años en su revista dominical
JUAN PECES - París - 13/11/2011
¿Merece la pena dedicar cinco años y medio de preparación, revisar 1.700 ejemplares de una revista dominical y movilizar a un amplio equipo de colaboradores para dar a conocer el fruto de 30 años de fotografía de prensa?
La respuesta a ese interrogante se encuentra en el libro The New York Times Magazine Photographs, el magno proyecto editado por la directora de fotografía de la revista, Kathy Ryan, y publicado en castellano por Blume en colaboración con Aperture.
En lo que constituye un catálogo contextualizado -más que razonado- de la mejor fotografía publicada en el suplemento dominical neoyorquino, Ryan ofrece una lección impagable de edición gráfica y una humilde profesión de fe en la excelencia y el trabajo en equipo en un medio de comunicación.
Este no es un libro para las mesillas. Es una incitación descarada al voyeurismo, ya que permite conocer cómo se planifican, realizan y exhiben las imágenes cuya misión es simplemente informar, o bien ilustrar y complementar un texto periodístico.
Es, al mismo tiempo, una propuesta sin pretensiones para ojos hambrientos y mentes curiosas dispuestas a leer por qué Ryan estalló en lágrimas al recibir la foto de Abelardo Morell (realizada con la técnica de camera obscura) de Times Square, por qué algunos lectores se quejaron de un reportaje de Damon Winters sobre mujeres soldados o por qué Paolo Pellegrin intuyó que la única fotografía que tomó en un escenario concreto de Darfur le había bastado para captar la desolación.
Junto a los comentarios de Kathy Ryan se encuentran también los de muchos de los 140 fotógrafos incluidos en este volumen, entre los que están subrayados los de Susan Meiselas, Gilles Peress, James Nachtwey, Paolo Pellegrin, Gueorgui Pinkassov, Reza, Andrés Serrano, Philip-Lorca diCorcia, Cindy Sherman, Mary Ellen Mark, Nan Goldin, Lee Friedlander y Rineke Dijkstra.
La vocación pedagógica de la editora, inmersa en la producción del especial de la revista sobre los Oscar en California, se transparenta en una entrevista telefónica en la que explica la esencia de su trabajo y que permite al interlocutor entender por qué su predecesor en el cargo, Gerald Marzorati, elogió "el discernimiento de su mirada promiscua, juguetona y exigente".
Su labor, afirma, "es un acto de equilibrio, como en un columpio, en el que debemos saber conjugar el criterio para elegir qué tipo de fotografía será la más atractiva desde el punto de vista visual o artístico y la necesidad de contar una historia, de transmitir la información".
Su labor es también la de un director de casting que se somete a un "tira y afloja mental" cada vez que debe apostar por uno u otro fotógrafo para realizar un encargo. Ryan pone como ejemplo a Pellegrini, un autor que "comprende absolutamente todas las capas de significado que se acumulan en una escena, ya sea Afganistán, Darfur o la frontera libio-tunecina". Su cámara, asegura, "documenta la realidad, pero también es capaz de hacer poesía visual y crear una fotografía impresionista".
Por eso se puede calificar su función también como de psicóloga, puesto que para no errar en su elección debe "conocer los puntos débiles y fuertes" de cada fotógrafo. Y adoptar riesgos, como cuando encarga un reportaje de moda a un fotoperiodista o cuando elige a un fotógrafo de estudio para un reportaje predominantemente documental.
Su última apuesta heterodoxa es la elección de una fotógrafa de 16 años, Olivia Bee, para ilustrar un número dedicado a la adolescencia: un ejercicio de mimetización entre autor y realidad fotografiada.
"Obviamente, parte de mi trabajo es contratar a fotógrafos legendarios, pero también nos gusta hacer encargos a fotógrafos desconocidos, y probar con encargos cruzados", señala Ryan. "Se produce una especie de chispa en estos casos, porque a veces ver una realidad a través de unos ojos no familiarizados con ella puede producir una reacción química". Otras veces, dice, "necesitas contratar al fotógrafo más obvio [para un tema específico], porque una persona muy experimentada puede aportar matices valiosos por su radar emocional y su bagaje vital".
Photographs muestra el fruto de un proceso que, como afirma Kathy Ryan en el prólogo, "comienza a menudo con la pregunta '¿cómo nos reinventamos esta semana?".
http://www.elpais.com/articulo/cultura/mirada/promiscua/elpepucul/20111113elpepicul_3/Tes