martes, 14 de febrero de 2012

Luis Alberto Spinetta / La belleza con coherencia total

In memorian (1950-2011)



Luis Alberto Spinetta y el hombre con el pan al hombro

© Cuadernos de Jazz, febrero-2012

Por Marcos Maggi

Jamás habrás escuchado música más literaria ni poesía más musical. En ese ida y vuelta “El Flaco” Spinetta llenó con una lírica reveladora el mismo vacío enorme que ahora deja.

Y es que su poesía, tan humana y visceral, se corresponde con su itinerario vital: de lo corporal a la disolución, de las palabras surgidas de esa proximidad orgánica en relación con el mundo (ojos, carne, sangre, sal, pétalo, cuerpo, barco, puente, golondrinas, mujer, árbol, nave, papel, agua, barro, carozo, montaña, canción) hasta la descripción en tono místico de una irrealidad tan punzante y acercada que siempre excluyó a ésta, la pobre (ánima, ángulo, mortal, ceniza, cruz, cielo, magma, aura, alma, paz, buitre, Dios, final).

"Bocas del aire del mar beban la sal de esta luz, para sí, ya comen en la eternidad, algo se va a ahogar, es este ardor, y es ésta la fiebre del que espera frente al despertar, vámonos de aquí."

Spinetta no fue solo uno de los fundadores y próceres del rock argentino. Abrió los ojos de millones a lo que parecía intocable y lejano: la poesía. A mí me enseñó a descreer de aquellos versos de César Vallejo: “Un hombre pasa con un pan al hombro. ¿Voy a escribir, después, sobre mi doble?”. Spinetta nos vino a hablar de surrealismo en un momento exageradamente realista y fue un puente hacia escritores que le marcaron la palabra, el ritmo, su respiración y escritura. Le debo el descubrimiento de Artaud (título que llevaría uno de sus discos fundacionales, el más vendido del rock argentino, grabado en 1972). El sistema Artaud lo inspiraría a través de dos libros -El ombligo de los limbos y El pesanervios- para escribir Guitarra negra, su poemario -su único libro de poemas sin música- que publicó en 1978.

Temible multitud
hombres avanzando
espacios muertos.
La delicia implacable
atrayendo cuerpos contagiosos.

Sobornados para no protestar
se reducen unos a otros
en la indescifrable grieta.

Pétalos serenos
agitan su temblor aguafuerte,
respirados por ciénagas.
Respirados ellos:
¿Por qué tiemblan?

(En la Feria, de Guitarra negra)

Los nombres de las bandas que formó se parecían a sus letras: Almendra, Pescado Rabioso, Invisible, Jade, Los Socios del Desierto, y su lenguaje persiguió la belleza con una coherencia total, una belleza que Spinetta maquilló y descompuso:

"Suben y bajan, las aguas hacia el fuego voy a buscar los astros, para siempre, las sombras esta vez, se olvidarán. Leve bruma triste de las grietas, se encontrará con vidas, que han quedado, las aguas esta vez no bajarán. Voy al norte de nada, donde sopla el viento mortal, donde las cenizas vuelven al alma."

De su habla -la sola oración que uno dice desde que nace hasta que muere, de acuerdo con un postulado estructuralista- nos queda una fusión coherente. Spinetta abolió la superchería; su corpus textual y musical se ciñó siempre a un canon propio que construyó desde dentro, buscándose para contar a veces la imposibilidad de encontrarse. Según “El Flaco” esta unidad “Es el sentido de qué somos. Nuestro mismo organismo, nuestro cuerpo, es nuestra única forma de delirar o de poner los pies en la tierra”.

Cuando tocó lo externo, también lo hizo iluminándolo. Coherencia, entonces, en la búsqueda de un absoluto que va desde la existencia al cosmos, descifrando, en línea hermenéutica con el profeta Daniel.

"Cuida bien al niño, cuida bien su mente, dale sol de enero, dale un vientre blanco, dale tibia leche de tu cuerpo. Todas las hojas son del viento, ya que él las mueve hasta en la muerte; todas las hojas son del viento, menos la luz del sol. "

"Ahí va el Capitán Beto por el espacio la foto de Carlitos sobre el comando y un banderín de River Plate y la triste estampita de un santo. ¿Dónde está el lugar al que todos llaman cielo? Si nadie viene hasta aquí a cebarme unos amargos como en mi viejo umbral. ¿Por qué habré venido hasta aquí?, si no puedo más de soledad, ya no puedo más de soledad."

"Temprano el durazno, del árbol cayó... su piel era rosa, dorado del sol... y al verse en la suerte, de todo frutal... a orillas de un río, su fe lo hizo llegar... Dicen que en este valle, los duraznos son de los duendes... Pasó cierto tiempo, en el mismo lugar, hasta que un buen día, se puso a escuchar, una melodía muy triste del Sur... que así le lloraba, desde su interior... Quien canta es tu carozo, pues tu cuerpo al fin, tiene un alma... Y si tu ser estalla, será un corazón, el que sangre..."

"Pobre la mujer azul, que ya no es corpórea
con sus dedos hizo cruz y chau.
Solo la mujer azul, era la mas bella, como el brillo de un puñal
oh! no"

Y el hombre que pasaba con el pan al hombro por Arribeños 2853, en el barrio de Nuñez, escuchó a Spinetta, lo entendió y lo veneró.

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