martes, 15 de marzo de 2011

John Cale / Wales, London, New York & París 1919 Live in Barcelona




El Lado Oculto de un Gran Músico Galés


Por Alfredo Rosso (09/03/2011)


Hay músicos y hay productores y de tanto en tanto se da el caso de un gran músico que es, a la vez, un productor intuitivo e inteligente. Ese es el caso del personaje que ocupa esta entrada. Me refiero al galés John Cale, al cual estoy seguro que muchos de ustedes admiran por su participación en una de las bandas más influyentes en la escena musical de los últimos cuarenta años: Velvet Underground, grupo que Cale fundó junto a Lou Reed allá por 1965.



Cale nació en 1942, en la ciudad galesa de Garnant, y estudió música clásica en Londres antes de cruzar el Atlántico para meterse de lleno en la escena de avant-garde que se desarrollaba en la ciudad de Nueva York con adelantados como La Monte Young y John Cage. Después de varios experimentos sonoros que tenían la impronta de esos maestros, Cale conoció a Reed y al poco tiempo Velvet Underground era una de las principales atracciones de The Factory, ese conglomerado multi-disciplinario que se había gestado por iniciativa del artista plástico Andy Warhol. Con Velvet Cale grabó dos discos fundamentales como Velvet Underground –conocido como el álbum de la banana- y White Light, White Heat, pero las desinteligencias con Lou Reed pronto lo llevaron a buscar nuevos rumbos.



Es entonces, allá por 1968 en que la carrera de John Cale se divide en dos frentes. Por un lado comienza su trayectoria como solista y por el otro desarrolla una tarea paralela como productor, la cual empieza con la produccion de “The Marble Index”, el segundo álbum solista de la cantante alemana Nico su excompañera de Velvet Underground. Cale volvería a producir a Nico en varias oportunidades, como en el disco de 1970 “Desertshore”, un álbum donde trabajó en sociedad con otro productor de fama internacional, Joe Boyd, el mismo que impulsó las carreras de Incredible String Band, Nick Drake, Sandy Denny, John Martyn y Richard Thompson, entre muchos otros.



A través de Nico, John Cale conoció al capo del sello Elektra, Jac Holzman, quien le pidió que produjera el álbum debut de una banda de Detroit llamada The Stooges con un tal Iggy Pop como cantante. Ese fue el histórico disco que traía el tema “I Wanna Be Your Dog” y “No fun”, sin ir más lejos. No contento con haber producido a uno de los proto-punks por excelencia, Cale estuvo tras la consola para trabajar con Jonathan Richman, respetado compositor y cantante de los inicios de la new wave americana, y también fue el productor, en 1975, de otro de los álbumes básicos de esa era, “Horses”, el primero de Patti Smith, donde también colaboró en calidad de guitarrista el futuro líder de Television, Tom Verlaine.



Cale también produjo discos del otro lado del Atlántico. Estuvo en el estudio de grabación para registrar el debut de uno de los grandes grupos de la new wave inglesa, Squeeze, con el excelente dúo de compositores formado por Chris Difford y Glenn Tilbrook y –en aquel disco inicial- con el ahora famoso conductor televisivo Jools Holland en teclados.



El ex Velvet Underground también se hizo presente en los inicios de ese fenómeno conocido como “Madchester” para participar como productor en el disco de Happy Mondays “Squirrel & G-Man”.



A lo largo de los 90, Cale también se ocupó de producir muchos de sus propios discos, tanto solistas como otros que hizo en colaboración, por ejemplo, el álbum que en 1990 registró con Brian Eno, “Wrong Way Up”, y también el homenaje a Andy Warhol “Song for Drella”, que lo reunió con Lou Reed en ese mismo año. Además, participó en la producción de varios de los mejores temas del álbum de Siouxsie & the Banshees “Rapture”, de 1995.



John Cale "Venus in Furs" (From The Velvet Underground & Nico (1966) Álbum)








Postales de John Cale





IGNACIO JULIÀ 26/02/2011



El cantante -que estará en el Primavera Sound- revisa su mítico álbum Paris 1919, "un viaje imaginario a lugares que añoraba"



Pretendo demostrar que puedes ganarte la vida en la música y no morir joven y enloquecido como Mozart", dijo hace siglos John Davies Cale (Garnant, Gales, 1942). Lo ha logrado el joven hijo de un minero y una maestra que, becado, viajó a Estados Unidos para educarse en vanguardia junto a Iannis Xenakis y John Cage. Cuando hablamos se encuentra en el estudio ultimando bandas sonoras para Un Été Brûlant de Philippe Garrel y Sport de Filles de Patricia Mazuy, ganadora de un César por St. Cyr, también musicada por Cale. Las labores cinematográficas le sustentan en una intermitente trayectoria rock cuyo último trabajo, Black Acetate, data de 2005. Prepara nuevo disco para este año.



Su crucial papel en la génesis de Velvet Underground, donde chocaron egos en rompedor e influyente enfrentamiento con Lou Reed, transformó la música popular. Pero, en los setenta, entraba en una enloquecida, espectral zozobra, con álbumes de esplendor neoclasicista y otros virulentamente rock, dicotomía traspasada a sus actuaciones, mercuriales o lamentables. Él admite ahora que las drogas le afectaron severamente, pero siempre fue un carácter inquieto, complejo, autocrítico. El tiempo ha sedimentado el dolor del que surgieron obras tan ateridas y hermosas como Music for a New Society . A sus 69 años, Cale se ve impelido a revisitar en vivo, con acompañamiento orquestal, su obra más luminosa y valorada, Paris 1919. La próxima representación, en el Primavera Sound.





Fragante álbum de viajes geográficos y mentales publicado en 1973, fue según su autor "un ejemplo de cómo decir algo realmente horrible del modo más refinado". Vaporoso y literario, transitado por distinguidos fantasmas y abarrocadas nostalgias, imágenes de Beaujolais lloviendo sobre los Champs Élysées y navidades de infancia en Gales, Paris 1919 albergaba un terrible corazón. El año del título es por supuesto el del Tratado de Versalles que finiquitó la Gran Guerra, inaugurando la alegre posguerra de los años veinte, humillando a una Alemania que gestaría su disgusto hasta ser hipnotizada por Hitler. En John Cale, la lírica llega embriagada de paranoia, a la caricia la sigue siempre el rasguño.



PREGUNTA. Curioso que vuelva a residir en Los Ángeles, ciudad que en su día calificó de desierto, culpándola de sus errores vitales y artísticos en los setenta.
RESPUESTA
. Sigue igual, todavía es una anomalía. No se siente uno natural aquí. Pero el clima es más benigno con mis huesos que en Nueva York.




P. En su momento, Paris 1919 fue recibido como un portento europeísta, pese a estar grabado en Los Ángeles con Little Feat...
R.
Y la orquesta de UCLA. Cuando la presentamos allí el año pasado volví a usar la orquesta de la universidad. Hacía tiempo que me pedían que llevase el álbum a los escenarios, pero no me interesaba realmente. Me parecía que era demasiado trabajo. Hay un festival en Cardiff dedicado al cine y la música, y querían plantear algo multidisciplinar. Accedí, aunque el ensayo resultó bastante caótico. ¿Y quién se presentó en Cardiff? Chris Thomas, el productor del álbum, a quien no había visto en años. Luego lo presentamos en Londres, en el Royal Festival Hall, y en Brescia, Italia. También en París y Melbourne. En Melbourne doblamos la sección de cuerda, todo un lujo.



P. Sus canciones siempre han usado referencias históricas y culturales. ¿Se acentuó esto al residir en EE UU y sentirse inmerso en un cierto vacío cultural?
R. Absolutamente. Me hablaba a mí mismo, me explicaba lo que añoraba. Así que en realidad el álbum fue una suerte de viaje imaginario a lugares que añoraba; trata sobre lo que recordaba y me gustaba de ellos. Como una postal.



P. Una canción cita a Graham Greene, pero el aliento general queda más próximo a Guy de Maupassant.
R. Cierto. Usé esa historia en que un hombre llega a su casa y las luces están encendidas, las puertas abiertas. No encuentra a su familia ni a nadie. Entonces oye un rumor en la calle y sale a ver qué ocurre; el ruido, el estruendo va en aumento y de pronto sus muebles bajan por la calle y le atropellan.



P. Las letras funden naturalismo con surrealismo. ¿Fue el dadaísmo una influencia?
R. Totalmente. Cuando las escribí me parecía que contenían toda clase de significados, pero no había forma de que pudiese concretarlos. Algunas de estas letras me siguen pareciendo muy opacas, pero eso me agrada. Si una canción te hace elucubrar sobre qué estaría yo pensando, no es algo de lo que me resienta.




P. Andalucía conjura imágenes de su primera visita a la región en los años sesenta. ¿Tuvo problemas al ser un joven extranjero?
R. Te refieres a los años de Franco, claro. No, no tuve problemas, pero era muy consciente de la situación. Íbamos con mucha precaución, habíamos oído historias sobre la Guardia Civil. Incluso en los setenta, cuando estuve en Mallorca, en Deia; cada primavera se producía una invasión desde Londres y me advirtieron de los peligros. En cuanto a Andalucía, es una de las primeras canciones que compuse. Siempre me gustó convertir los nombres de lugares en nombres de chicas. Una idea romántica.



P. En Hanky-Panky Nohow escribió: ''Nada me asusta más, que la religión llamando a mi puerta''. Ha resultado profético.
R. Tienes razón... Fue catártico para mí, era una cuestión que me preocupaba. Había abandonado la religión muchos años antes, pero en aquella canción la puse en un contexto que para mí tenía sentido. Era un modo sensible de exponerlo, pues no afirmaba que no creyese en Dios. Sólo que la idea misma de la religión es inquietante.



P. El álbum llega a una sublime, aterradora conclusión en Antarctica Starts Here, inspirada en la película El crepúsculo de los dioses. ¿Se sintió alguna vez, en sus años salvajes, como la protagonista, observada en su estupor?
R.
Sí, por supuesto. Pero esto fue más tarde, en 1974, cuando vivía en Londres y todo se vino abajo. La canción sugería una sociedad de voyeurs que te observan a través de una ventana mientras te desmoronas. Era muy consciente de ello y traté por todos los medios de que la gente no me viera así.




P. En aquella época, parecía que el público demandara excesos y dolor a sus artistas.
R.
Bowie fue quien realmente lo impulsó.



P. Paris 1919 fue visto como el retrato de una civilización en decadencia. Hoy parece evocar la pérdida como parte esencial de la vida.
R. Era nostalgia, pero poseía cierta firmeza. No una nostalgia ciega, incondicional, más bien adoptaba una posición que señalase lo que añoras y aprecias. No era un lamento por algo que nunca más verás; sino la añoranza por algo que fue magnífico pero seguimos disfrutando, recordando.




P. La inolvidable Child Christmas in Wales fue su primer guiño a Dylan Thomas, a quien adaptaría en Words for the Dying. Se ha manifestado contra los nacionalismos, ¿se siente galés?
R. No es algo de lo que haga proselitismo, no soy un fanático. Siempre me consideré un ciudadano del mundo más que de alguna parte en concreto.



http://www.elpais.com/articulo/portada/Postales/John/Cale/elpepuculbab/20110226elpbabpor_40/Tes



John Cale actuará el próximo mes de mayo en el San Miguel Primavera Sound (Barcelona).




John Cale -Paris 1919 - Live in France (1995)